En Colombia el ultimo día del proceso de inscripción de cedulas marca el inicio de la segunda fase de las elecciones regionales de Octubre que permitirán la escogencia de las autoridades locales por los próximos cuatro años. Este proceso, el de zonificación, es un procedimiento el que recurren los distintos candidatos que entienden el valor de la tecnificación en la política actual. El acto de poder ubicar estratégicamente a los votantes en los distintos puestos de votación, permite a los organizadores de las campañas saber con qué base electoral cuentan para afrontar la dura e imprevisible contienda.
Si bien las jornadas de inscripción de cedulas no han sido ajenas a las practicas deleznables que empresarios y contratistas llevaron hasta la política para garantizar el buen uso de sus recursos y otorgarle mayor certeza a su inversión; también es cierto que estas siguen siendo el primer paso objetivo dentro de la organización y planeación de una campaña con verdaderas aspiraciones. Por eso resulta inexplicable que en pleno auge tecnológico en los diferentes campos del saber (menos en la música y en los libros eróticos para frígidas) aun existan campañas que dejen este importante evento librado al azaroso arbitrio de los electores. Así como político no es sinónimo de politiquero, tampoco zonificar es sinónimo de corruptela o voto amarrado. El ciudadano que comparte ideales o identidad con una campaña necesita acompañamiento a lo largo de toda la contienda política que en ocasiones inicia ¡¡cuatro años antes!!, es el manoseo como diría el Dr Curi, lo que convierte en confiable un voto incierto, lo que cautiva al elector indeciso.
La lógica Pambeliana enseña que trabajar con gente confiable no solo es más barato sino sensato. Sin embargo, los celos propios de una campaña en plenas elecciones suele convertirse en una bomba que detona silenciosamente generando confusión y toma de malas decisiones evidenciables solo al final del ejercicio con saldo siempre negativo a los intereses del candidato de marras. Es claro que los celos per sé no constituyen de manera objetiva un indicador de nada. Empero, si yo fuese candidato a un cargo de elección popular en Buenas Peras de la rotonda en la hipotética ciudad de santa Carol del Norte, lo mínimo que esperaría de mis simpatizantes y colaboradores seria un grado de compromiso lo suficientemente arraigado como para defender desde adentro nuestros intereses. Como en el resto de situaciones propias de la existencia vital, algunas cosas son reflejo de otras, o al menos análogas, como las relaciones amorosas que pueden asimilarse a las relaciones entre los miembros de un movimiento político y sus electores. Todo parte desde la imagen, lo que el candidato transmite con su sola presencia, sus ademanes, comunicación no verbal, discurso y personal que le rodea. Todo esto redunda en la construcción de una buena candidatura con la cual disputar la victoria. En cuanto a las estrategias, ninguna campaña se parece a otra, eso está claro, de lo contrario siempre saldrían elegidos los mismos cada cuatrienio. Cada elección ofrece variables absolutamente imprevisibles que impregnan de incertidumbre lo que en el frio papel resultaba bajo control definitivo del equipo de campaña. Por esto se hace primordial contar con el personal idóneo y experimentado para estas lides. Una de las críticas recurrentes que hace la ciudadanía a la clase política de este país es que han hecho del Nepotismo una bandera y un estilo de vida tal como Pisístrato en Atenas o Napoleón en su imperio. Pensar que al interior de una campaña se cuenta con todas las respuestas a las innumerables preguntas que se formulan en el día a día de una candidatura es tan ingenuo como creer que la buena fortuna y la suerte son suficientes para encarar un reto de grandes magnitudes. Se puede contratar a un médico para arreglar un tubo roto, pero para eso están los fontaneros. Un equipo curtido en las dinámicas políticas y la idiosincrasia propia de una región resulta tan sustancial como desequilibrante en una contienda reñida donde para ganar a los rivales solo hace falta un voto, después vendrán los análisis demoscópicos, igual, después de la guerra todos somos generales, sin embargo, no todos cuentan con el caudal político y financiero que resista una derrota para aprender de sus propios errores. Un ejemplo reciente es el caso del actual Gobernador del Departamento, el Señor Juan Carlos Gossain, quien luego de su aparentemente inesperada derrota, supo corregir gran parte de los desaciertos cometidos en su candidatura por la alcaldía mayor de Cartagena en el año 2007 y relanzar exitosamente su carrera política para ocupar la plaza de la proclamación venciendo a la candidata, a priori, mas opcionada para lograrlo. Se puede aprender de los errores, pero lo ideal sería aprender de los errores de los demás.