Si bien en sus orígenes el cine nació como un espectáculo propio de ferias ambulantes y sin ningún pedigrí *, no pasó mucho tiempo antes de que alguien descubriera el enorme potencial que este incipiente arte tendría en las vidas de quienes lo apreciaran. Con el paso de los años y a pesar de Hollywood y de los canales nacionales Colombianos, el primero por vendernos y los segundos por comprarlos, todas las cuasi delictuales obras perpetradas por Steven Seagal, Jean Claude van Damme, Dolph Lundgren, Jackie Chan y por ultimo Sylvester Stallone, quien lleva toda la vida repitiendo los libretos que memorizo en su paso por el cine porno en los años70’s; El cine fue creciendo exponencialmente hasta convertirse en una industria multimilloneria capaz de convertir a un ilustre don nadie, feo y sin talento en una galan de talla mundial (no, no me refiero solo a Robert Pattinson)
Desde hace varias décadas, y gracias a Cahiers du Cinéma, múltiples realizadores comenzaron a plasmar en sus creaciones la particular manera que tenían de entender e interpretar el mundo y las experiencias que habrían de tener algun grado de preponderancia en sus vidas y con la vanidad propia de quienes creen tener la piedra filosofal transmutada y presentada a 24 fotogramas por segundo para transformar el alma y la vida de sus espectadores. Nació de esta forma el llamado cine de autor, carente de grandes presupuestos y de giras mundiales promocionando rostros hermosos inmodificables por el tiempo gracias al todopoderoso Botox y a un evidente trastorno de personalidad por evitación.
Ahora, haciendo uso de la vanidad propia de quienes carecemos de talentos y nos refugiamos en el arte para escapar del mundo tecnificado y exigente de verdaderas profesiones, me tomare el atrevimiento de recomendar esporádicamente alguna película de reconocida solvencia cinematográfica pero que por carecer de explosiones, cámara lenta, tetas al aire y la promesa de terminar sus días productivos en las tardes de nuestra tele, jamás serán vistas por el espectador promedio que desconoce este tipo de expresiones cinematográficas y por ende estará condenado a visión forzada de por vida de todo lo que produzca Per Secula Seculorum Jet Li y su primo gringo, el señor Bruce Wil-Li-s (je je)
La película de hoy se llama Incendies, dirigida por un director sensacional, que con pulso firme y un guion solido logra atrapar la atención del auditorio en los primeros cinco minutos de metraje lanzando un enigma que a priori se muestra descabellado e increíble pero extrañamente posible.
Pidiendo un poco de comprensión ante la dificultad que resulta de realizar una sinopsis sin caer en el Spoiler solo puedo decir que el final de Incendies es además de apoteósico, brillante e impredecible, logrando constituirse instantáneamente en un clásico inolvidable a la altura de los finales de El Sexto Sentido y de la singular declaración de paternidad de Darth Vader en Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back.
En definitiva, Incendies es una gran obra de nuestra era agobiada por secuelas, precuelas, mecuelas de superhéroes inflados nadando en pantallas verdes y exceso de CGI sin animo de perdurar en la memoria mas alla del taxi en que te regresas a tu casa para ver con asombro como anuncian el estreno para el domingo en la noche de la película por la que acabas de pagar.