Desde el 5 al 11 de diciembre en la ciudad de Cali, en el reciente Torneo Sudamericano de Ajedrez, un grupo de niños y jóvenes bolivarenses nos recordó que el deporte ciencia es, ante todo, una aventura de valentía intelectual. Jerónimo Guevara, Martín Torres, Luis Daniel Gómez, Iván David González, Salvador Basabe, Helen Tabares, Linda Samacá, Néstor Lara, Samuel Ramírez, Martín Velásquez, Bella Samacá, Mateo Herrera, José Carlos Garrido, Alberto Sepúlveda, Salma Aljure, Santiago Ballesteros, Elio Zamora, Pedro Maza, Diego Doria, Juan Diego Vásquez, Camila Torres, Marianne Gómez, Adrián Torres, Juan Miguel Garrido, Alex Márquez, Julián Bettin, Isabela Brito y Maicol Buitrago demostraron que la pasión mueve montañas y que la disciplina convierte los sueños en movimiento.
La participación destacada de este grupo en las modalidades clásico, rápido y blitz, desde las categorías Sub6 hasta Sub18, es un orgullo para Bolívar y para todo el país. Entre estos talentos brillantes, un nombre dejó una huella imborrable en el torneo: es Mateo Herrera, quien obtuvo norma internacional y alcanzó el título de nuevo Maestro FIDE para el Departamento de Bolívar. Su logro no solo celebra una conquista personal, sino que inspira a niños y jóvenes que observan en él la prueba viviente de que la excelencia es posible cuando la práctica se combina con la pasión y el carácter. El ajedrez, además de medallas, trofeos y diplomas, forja mentes capaces de tomar decisiones bajo presión, pensar estratégicamente y enfrentar la vida con serenidad. Sobre todo, ciudadanos ejemplares para una sociedad en permanente reconstrucción.

Y es que este deporte, silencioso pero poderoso, construye fortalezas psicológicas y emocionales que acompañan a los jugadores mucho más allá del tablero. Cada partida enseña paciencia, resiliencia, autocontrol y respeto; cada movimiento es un diálogo interno entre la razón y la intuición. El ajedrez educa el corazón tanto como la mente, y se convierte en un refugio creativo para quienes desean crecer desde el pensamiento, la lógica y la imaginación. Por eso, a los futuros ajedrecistas les expreso que no teman empezar, porque cada pieza que se mueve abre un nuevo camino.
La Liga de Ajedrez de Bolívar merece también un reconocimiento sincero por su labor constante, su compromiso formativo y su visión de largo plazo. Gracias a su trabajo, hoy Bolívar se proyecta como una cantera de talentos y una comunidad vibrante alrededor del deporte ciencia. Que el 2026 llegue cargado de más torneos recreativos y oficiales, más oportunidades para aprender, competir y soñar; y, sobre todo, más niños y jóvenes dispuestos a descubrir en el ajedrez un universo donde la mente se expande y el futuro se construye jugada a jugada.