Aunque el domingo es el primer día de la semana, en lo que respecta a las actividades laborales, para la mayoría todo comienza el lunes.
¿Pero es un nuevo comienzo el lunes? Muchos amanecen cansados, otros despiertan recargados. Otros desde el domingo están renegando; pero hay otros que desde ese mismo día en la noche están planeando. Sin embargo, lunes es lunes y algo comienza... O continúa.
¿Cómo será el lunes de aquellos que no tienen nada que hacer? ¿De aquellos que han perdido su empleo? ¿De aquellos que tienen necesidad, que tienen hambre? Seguramente no habrá lunes, porque todos los días serán iguales; más aún en medio de esta cuarentena y la casi total paralización de la economía.
La sociedad está siendo desafiada a cambiar; la ciudad está siendo retada. Y esto implica que cada actor deje de pensar en sí mismo, en resolver sus propios dolores, y más bien pensar en lo particular pero al tiempo en el bien común. Por ejemplo, si las empresas retoman y se recuperan, se esperaría que generen más plazas de empleo. Si la ciudad se recupera, se esperaría que inviertan más en el desarrollo social y humano y aporte al desarrollo de las capacidades de nuestra gente, tanto para la superación de la pobreza, como para mejorar los índices de empleabilidad y también los de emprendimiento y creación de empresas.
Este tiempo de cuarentena debe ser aprovechado para repensar la manera en que se trata a la ciudad -su gente- y en plantear un escenario donde realmente haya oportunidades para el crecimiento, con pleno uso de libertades y enfoque en el desarrollo de capacidades humanas, si se quiere ser no sólo verdaderamente competitivos, sino una ciudad mejor.
Y esto implica inversión en educación de alta calidad, dejar el tema de cobertura escolar parqueado y mas bien mejorar la infraestructura actual y asegurar un modelo educativo que forme para la vida, para el trabajo y para la transformación sostenible de la sociedad.
Se requiere que los líderes de las instituciones y corporaciones del Estado, en los gobiernos local y departamental, los líderes empresariales -que se quiten el cuello blanco- y los líderes sociales, educativos, y otros, confluyan en una reflexión plural, respetuosa y seria pero que arroje acciones claras, a 15 o 30 años, que permitan visualizar una renovación para la ciudad, y comenzando desde ya.
La alcaldía y la gobernación deberían estar estructurando ahora mismo dos tipos de equipo: uno enfocado en la atención de la coyuntura actual Covid-19 orientado a metas claras de corto plazo y no para andar "apagando incendios" como ha sido hasta ahora, y otro enfocado en la post-crisis visualizando escenarios futuros, pero con metas de mediano y largo plazo que contribuyan a desarrollar el territorio para llevarlo a ser verdaderamente competitivo, equitativo, plural, sostenible y renovado.
Esto así podría ayudar a que cada lunes haya más gente con algo que hacer, más gente con impulso, más gente con fe al ver que la renovación de la ciudad es posible, cuando todos nos hablamos, nos consideramos y trabajamos unidos hacia el bien común.