Ciudad del caos


Dice el autor que el abismo, el desconocimiento, es motivo del miedo y motivador de la obsesión humana por dominar el caos y evitar seguir en ese abismo. Lo sintetiza todo en una sola frase: “el miedo a no conocer lo que hay del otro lado del mar es mucho mayor que el miedo al mar”. Pero no vamos a hablar de periodismo.

Desorden, confusión, abismo, caos, desconocimiento, oscuridad, crisis, desgobierno, ingobernabilidad. Todas estas palabras son tan parecidas y tan pertinentes a la situación por la que atraviesa Cartagena y que por más que parezca el estado actual, es la ciudad que por años se ha podido calificar sin problemas con cualquier adjetivo que se relacione con ellas.

La crisis no es nueva, la ingobernabilidad no es nueva, nunca el abismo. Lo que la agrava hoy, tal vez, sea que la oscuridad es más intensa, el camino es más pedregoso y los protagonistas más siniestros (o los mismos) y, entre el desconocimiento, más desconocedores. El agravante es que en medio del caos ya reinante, nos quedamos sin el timonel (¿?) que los cartageneros eligieron y del que ya se habían concienciado de que era su gobernante.

Simplemente porque a muy pocos nos gustan las imposiciones, y menos que nos impongan mandatarios a quienes apenas conocemos y que llegan como adalides de la cordura, la transparencia y las buenas intenciones cuando también hemos conocido de quiénes se rodean. Hay un alcalde encargado, sí, pero no legitimado por los gobernados, lo que me da una sensación de caos más aguda. La gran diferencia es que hoy, por fin, hay un culpable o alguien a quien se le puede culpar de mantenernos en el abismo y la oscuridad. Un vulgar ‘paga pato’.

El 1 de enero de 2012, Campo Elías Terán se posesionó como alcalde de Cartagena, y el deseo mío y de muchos, más por el bien de la ciudad, era que fuese un buen alcalde. El deseo no se ha cumplido, como tampoco la conclusión de Transcaribe, o que la tarifa de buses no subiera cien pesos más, o que la tarifa mínima de taxis fuese, en realidad, mínima; o que no instalaran otro peaje dentro o cerca a Cartagena. Dolorosamente, el único deseo que tenía y que hasta el momento se cumplió fue que no movieran a la India Catalina nuevamente.

Es decir, los cartageneros estamos en crisis, por lo menos, desde que puedo tener memoria porque nadie ha sabido cómo gobernar, porque ni siquiera llegan con el deseo de gobernar. Ahí sigue tirado el indigente sin piernas, sucio al lado de un semáforo antes de llegar a Bazurto; ahí sigue el indigente de ojo blanco, con un pedazo de vidrio en un bolsillo y harto de pegante en el Pie de la Popa, y así se sube a los buses. De eso nadie se pertenece, aunque sea parte del caos.

Terán Dix cumple siete meses y más por fuera de su despacho, aún en el abismo de si podrá volver a él. Está fuera por una infortunada enfermedad y por una cuestionada suspensión y, también, por querer bajar al abismo sin siquiera una linterna.

En Twitter: @GermanGp8
germangp8@gmail.com


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