Voces de discriminación


En momentos en que se debate el espinoso tema del matrimonio igualitario (decir matrimonio gay me parece discriminatorio también), en el que se juegan los derechos de la población LGBTI en Colombia –que no es poca- se encuentra uno con cualquier cantidad de opiniones, y en un país tan creyente y folclórico como el nuestro escuchamos hasta las cosas más inverosímiles.

No digo que no se opine, pero para evitar exponerse al “bembeo”, es mejor que leamos o, lo que es más práctico, le preguntemos a alguien que sepa. Eso fue precisamente lo que, supongo, no hizo el médico Adolfo Gómez Agámez en su más reciente columna en El Universal, donde habla un montón de generalidades “a propósito del matrimonio gay”. (Ver columna http://bit.ly/17yZsSC)

Aún la ciencia, con todas las investigaciones que ha adelantado en años, no tiene una última palabra respecto del origen de la condición de homosexualidad, pero para el médico ya eso está claro, al decir que “un muchacho no nace marica, lo hacen, que es otra cosa”, y sigue, argumentando que la causa de la condición son las madres frustradas por no tener una hija y empiezan a vestir al niño “de mujercita”.

Sí, eso se dice por ahí. Cualquier persona que no tenga una mínima idea de lo que es una construcción social, se dedique al matoneo en el colegio o universidad y pase el tiempo viendo las series de Mtv, seguro tendrá una concepción parecida. Lo que debería saber el médico columnista es que eso de que el rosado es para mujeres y el azul es para hombre podría ser (si no lo es) solo un efecto de verdad, resultado de la repetición constante, así como que tener relaciones sexuales con una burra alarga el pene. Al menos habría que guiarse y conocer que los gais, lesbianas, bisexuales y transgeneristas también tienen condiciones distintas entre ellos. En pocas palabras, no todos están en el mismo saco y unas condiciones obedecen a orientaciones sexuales y otros a identidades sexuales.

Otro de los argumentos del columnista es que muchos homosexuales “tienen una historia infantil bastante oculta”, y que algunos fueron sometidos a abusos por parte de familiares o cercanos y que, como no fueron apoyados psicológicamente en su momento, se les cambió la realidad de vida. De manera casi que grosera el médico pretende decir que estos niños fueron abusados y como que les quedó gustando.

De ninguna manera, señor columnista. A pesar de que no hay pruebas fehacientes de cuál es la causa de la condición de nuestros amigos homosexuales, prefiero adoptar que la homosexualidad no se hace, no se escoge, sino que se descubre y que si por muchos de ellos fuera habrían elegido una condición donde no se sientan tan discriminados ni hostigados por opiniones como la que usted ha publicado, que no aportan más que desinformación. Y así, hay otra cantidad de comentarios callejeros.

Por último, argumenta el médico, apoyado en la Biblia, que la homosexualidad es abominable. Soy creyente, pero también consciente de la antigüedad de un libro de los primeros siglos que hoy es interpretado por las iglesias como mejor conviene a sus intereses. En la edición 43 de la revista El Malpensante, de diciembre de 2002, hay un texto titulado “Si lo dice la Biblia…”, que cita al pie de la letra una carta que recibió una afamada locutora en Estados Unidos al decir, igual que usted, que la homosexualidad es una abominación porque lo dice en Levítico 18:22. (Ver artículo http://bit.ly/ZBU65y)

La carta recibida por la locutora hacía consultas como: “Me gustaría vender a mi hermana como esclava, tal y como sanciona el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?”, o “Un amigo mío mantiene que aunque comer marisco es una abominación (Lev 11:10), es una abominación menor que la homosexualidad. Yo no lo entiendo. ¿Podría usted aclararme este punto?”. Extiendo la invitación para escuchar sus respuestas.

Lo que la comunidad LGBTI en Colombia pide hoy no está fuera de lugar, no es un favor que les tenemos que hacer ni nosotros ni el Congreso, es un derecho que tienen bien ganado por ser iguales a nosotros y por su constante lucha. ¿Quiénes somos para juzgarlos? ¿O es que los niños y niñas que ellos también quieren adoptar para darles una familia no fueron abandonados por parejas heterosexuales? Lo han hecho Uruguay, Argentina, Nueva Zelanda; y Colombia, con seguridad, también va a entrar en la lista.

Somos muchos los que conocemos y compartimos con personas de la comunidad LGBTI y por eso nos damos cuenta de la calidad de seres humanos que son y de sus capacidades como personas y como profesionales. Lo único que los hace diferente a nosotros es que quieran hacer y compartir su vida, dedicar su tiempo, su cuidado y su amor a personas de su mismo sexo.

Como dijo la señora Martha Luía Cuéllar, la mamá que defendió a su hijo en el Congreso durante el debate del matrimonio igualitario: doctor, ¿acaso la dignidad se lleva en los genitales? (Ver video http://bit.ly/17z0qOM)

En Twitter: @GermanGp8
germangp8@gmail.com


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