“El adivino”, “Primavera” y “Mi ángel” son tres de las canciones que componen el disco compacto “Abel 11”, del cantautor argentino Abel Pintos, a quien podría considerársele (guardando las proporciones) el heredero de la nueva canción latinoamericana, que en los años 60 y 70 tuvo como grandes estandartes a Mercedes Sosa, Piero y León Gieco, entre otros.
Precisamente, Pintos no niega que fue a través de Mercedes como sintió el llamado de la música. Por ella cultivó el cancionero folclórico de su terruño, pero, desde luego, debe advertirse que su repertorio, a la vez que conserva tintes del sonido de los 70, también es una especie de propuesta que propende por abarcar un universo melódico, rítmico y literario que pueda anidar en todos los corazones, sin importar el idioma. El resultado es interesante y, por lo tanto, plausible. Invita a escucharse y una otra vez.
El bardo sureño escogió a Cartagena como parte de su gira promocional y dejó estas palabras para El Universal.
La música es la vida
--Su estilo trovadoresco, ¿debería considerarse un permanente tributo a Mercedes Sosa?
--Es posible. Ella es mi ídolo desde cuando yo tenía seis años. Y no solo eso: a través de ella conocí a los demás trovadores: Milanés, Piero, Silvio Rodríguez, etc. Para mí, quien cantara con Mercedes hacía algo bueno. Luego me puse a buscar en sus carreras, porque si ella les daba su bendición, eso iba a significar algo importante para mí.
--Siendo admirador de Mercedes, ¿nunca lo tentó la música protesta?
--Me gustan las canciones que hablan de órdenes sociales, pero creo que cada uno tiene su forma de decir las cosas. Yo hablo sobre el amor, no por querer conquistar a alguien sino porque considero que es la raíz de todo lo inherente y adherente al ser humano. De hecho, considero que todas las injusticias sociales que existen en el mundo tienen su raíz maltratada en el amor. Entonces, mi forma de abordar el cambio que yo quisiera va por un lugar más emocional y más espiritual; y hay quienes logran un mejor trabajo en otras áreas (en lo terrenal, en lo racional...), y los admiro mucho, pero no logro hacerlo de esa forma. Mi idioma es otro.
--¿Cómo es pasar de cantar aires folclóricos de Argentina a sonidos más universales, como los que utiliza en su estilo ecléctico?
--Mi admiración por Mercedes me hizo elegir los aires folclóricos, son mi música raíz. En mis conciertos siempre hay canciones folclóricas, aunque no en mis discos. Sin embargo, cuando escribo canciones generalmente es sobre un curso folclórico, pero en la producción del disco tal vez se vistan de otra manera. Todo comenzó cuando empecé a componer, porque ahí comenzaron a notarse todas las influencias musicales que tengo desde niño. Por eso me siento cómodo en el pop, el rock, las baladas o en la música centroamericana. Me ocupa más energía y atención lo que quiero decir que cómo lo voy a decir, porque, además, con el paso de los años las canciones se reinterpretan y, por tanto, se reinventan y se hacen las reversiones. Y por más que dentro de diez años hagan un disco de canciones mías reversionadas en tango, ellas van a seguir diciendo lo mismo.
--¿Cree que las nuevas tecnologías fonográficas han favorecido a los artistas como usted, que componen lo que les gusta y no lo que exija el mercado?
--Sí lo creo, pero también es cierto que a lo largo de la historia hubo músicos de todo tipo. Hubo unos que estuvieron siempre sujetos a lo que alguien más les decía que hicieran, pero hubo otros que hicieron su camino a su manera. Yo no creo que alguien le haya dicho a Pablo Milanés o a Silvio Rodríguez qué tenían que componer y qué no. No creo que esté ni mejor ni peor hecho de una manera u otra. Son maneras y nada más. Todos andamos, pero todos tenemos una manera distinta de andar.
--Hablemos de 11...
--Como su nombre lo dice, es el disco número once de mi carrera; y también el primero en editarse en otros países. Con él, por primera vez estoy haciendo un trabajo de promoción y presentación en Colombia, España, México, Costa Rica y Guatemala, una experiencia nueva para mí. Equipé el disco con 11 canciones, no por una decisión artística sino porque me encontré con que todo lo que necesitaba decir en esta etapa de mi vida y mi carrera, lo había dicho en 11 canciones. Es un disco tal como es mi música: muy ecléctico en géneros, pues no me gusta etiquetar mis canciones. Prefiero que cada cual lo haga libremente. Pero en este disco hay una dinámica de canciones más introspectivas y más enérgicas, con alguna estética pop, rock, baladas setentosas... hay de todo un poco, porque así me gusta hacer la música.
--¿Por qué se editó en otros países?
–Simplemente, porque con Youtube y con las plataformas digitales, mi música comenzó a salir sola de Argentina. Desde luego, todo músico tiene el deseo de poder visitar muchos países, pero nosotros no lo habíamos planteado aún cuando nos empezó a llegar la propuesta. De repente, la presidencia regional de Sony Music, desde Miami hasta Argentina, me llamó a una convención y me presentó a los representantes de la disquera en muchos países a quienes les canté y decidieron trabajar conmigo. Para mí fue muy bonito que me invitaran y no tener que llegar a imponer nada.
--Usted entró al mundo discográfico siendo un niño. ¿Cómo ha sido el ir enfrentando las modas y los cambios de la industria fonográfica?
--Nunca me he considerado un artista de moda, ni apunto a serlo. Pero entiendo que muchas veces uno cobra mucho protagonismo dentro de un mercado musical determinado, si eso va generando una tendencia. Pero no hago mi música pensando en los efectos que va a provocar. La hago desde los efectos que provoca en mí primero, porque soy muy intimista. Trabajo cada día para que mis discos se vendan, para que cada vez más gente vaya a mis conciertos, para que mis canciones suenen en la radio, para que me hagan más reportajes...en fin: para tener cada vez más espacios. Pero ese espacio lo busco para tener más oportunidades de seguir haciendo lo que amo sinceramente, que es hacer música. Vivo haciendo eso y vivo de eso. Es mi trabajo. Pero antes que ser mi trabajo es mi forma de vivir. Mi música, a través de los discos, cambió mucho. Pero cambió porque yo cambié como ser humano. Eso no me da miedo en lo absoluto. Pero nunca hice mi música pensando en que hacerla de equis o ye forma me iba a hacer vender más discos. Hago las cosas que necesito y luego entiendo que siempre voy a encontrar un lugarcito donde poder reproducirme.
--Sus canciones muestran un fundamento literario innegable. ¿Cuáles han sido sus lecturas preferidas?
--Aprendí a leer así como aprendí a escuchar música. Cuando era un niño, mis hermanos mayores escuchaban grupos rockeros. Mi madre escuchaba baladas. Así aprendí a escuchar música, sin etiquetas y con libertad. Aprendí a leer de la misma manera. Una maestra en mi colegio me dijo: “no importa qué leas, pero lee. Leer hace bien, te instruye y te alimenta”. Entonces empecé a leer más allá de los géneros. Leo ficción, poemas, ciencias, geografía, filosofía, historia, diarios, revistas, panfletos...Lo que sea que tenga enfrente.
--¿Cuál sería el hilo conductor que enlaza sus canciones?
--Empecé a escribir canciones después de mi primer disco. Antes de eso concebía una carrera sin escribir canciones, porque Mercedes así lo hizo. Sin embargo, a los 19 años me encontré un día escribiendo mi primera canción, que nació casi como un brote emocional. En un momento muy sensible de mi vida me hallé expresando toda la canción de un solo tirón, música y letra al mismo tiempo, como si ya hubiera existido en otro lugar y yo la hubiera canalizado. Así es como he escrito todas mis canciones; y tienen como hilo conductor las cosas que me conmueven y lo que esas experiencias me dejan. Cada cosa me conmueve, genera una emoción. Esa emoción lleva un tiempo dentro mí, procesándose. Y luego escribo sobre ella. Por supuesto, no todo lo que he vivido lo he escrito tal y como dice la canción, pero sí todas las emociones que protagonizan esa canción. Ellas pasaron por mi cuerpo, por mi mente y por mi alma.
--En esta época, ¿cómo está preparando sus conciertos?
--Cuando estoy presentando un álbum nuevo, canto todas las canciones de ese nuevo disco en el mismo orden en que aparecen en la contraportada, porque pretendo que el público pueda reinterpretar el álbum escuchándolo en vivo, a diferencia de cuando lo escucha en sus dispositivos o en sus casas. Creo que las canciones tienen un espíritu en vivo diferente al que tienen en el estudio. Eso de cantar las canciones del álbum nuevo me lleva unos 45 minutos. El resto de las horas las tomo para hacer un repaso por mis canciones conocidas.
--¿Cómo ha visto la atención del público colombiano?
--Muy respetuosa, pero, por encima de todo, muy generosa. A cada lugar donde fui todos me brindaron tiempos muy generosos, aun sin saber quién soy, ni qué hago, ni con qué intenciones lo hago. Esta promoción me tocó con Santiago Cruz. El público lo estaba esperando a él, pero escucharon mis tres o cuatro canciones con mucha calma, atención, consideración y respeto; y eso creo que es el escenario perfecto para un músico, porque primero es la canción y el aplauso viene después.