Alberto Barros es hijo del compositor José Barros Palomino

Alberto Barros, el sonido colombiano en Miami


El nombre del trombonista barranquillero Alberto Barros comenzó a popularizarse en el Caribe colombiano cuando se hizo  integrante de la orquesta “Los Titanes”, donde midió fuerzas con el sonero Saulo Sánchez, cosechando éxitos con canciones como La palomita y Levanta el cuero, que ya son reconocidos clásicos de la salsa colombiana.

Pero cabe destacar que ya venía de forjar una carrera musical como bajista, haciendo parte de orquestas como “Los Mayorales”, de Adolfo Echeverría; Pacho Galán y “Fruko y sus tesos”. Precisamente, fue Fruko quien lo invitó a Medellín, en donde se convirtió en el arreglista y trombonista de planta de las casas disqueras más prestigiosas de Colombia.

Sus creaciones enmarcaron las producciones discográficas de grupos como el de los hermanos Galé, Rodolfo Aicardi, “La sonora dinamita”, Joe Arroyo, “The latin brothers”, el “Grupo Niche”, “Guayacán Orquesta”, Tito Nieves, La India y Mark Anthony, entre otros.

Desde Miami, su nueva sede, Barros dialogó con los periodistas Ernesto Armenteros y Rubén Darío Álvarez, a propósito de cinco tributos a la salsa colombiana y tres a la cumbia que el trombonista está promocionando a nivel Centroamérica y el Gran Caribe.

 

La salsa colombiana se hizo respetar

 

--Hablemos primero de sus cinco homenajes a la salsa colombiana...

--La idea fue retomar las canciones más emblemáticas de la salsa colombiana, en el sentido de que son las que la gente más recuerda: las de Fruko, las del Grupo Niche, Guayacán, y otras que no se oyeron mucho en Colombia, pero que en el exterior se convirtieron en clásicas.

--Pero dentro de ese repertorio hay canciones internacionales, como Juanito Alimaña, por ejemplo...

--Sí, pero son canciones que gustaron mucho en Colombia y que procuramos interpretar con el estilo nuestro, con el swing colombiano, que es muy apreciado en el exterior.

--¿Cómo fue la selección de los cantantes?

--Por estos cinco álbumes han pasado unos cincuenta cantantes, pero el primer álbum fue el más engorroso, porque el proyecto no gozaba de credibilidad en el gremio musical. Así que me resultó una tarea difícil reunirlos en el estudio para hacer el audio; y después, para hacer el concierto en vivo para la filmación del DVD. Ya en los cuatro siguientes tributos la cosa fue más fácil, gracias al éxito que tuvo el primero. En Perú, México y Ecuador hubo bastante acogida, hasta el punto de que ya ganamos siete discos de oro y tres de platino. Ahora todos quieren hacer parte de los tributos.

--¿Nunca pensó en cambiar los arreglos originales de cada tema?

--Algunos conservan la estructura melódica de los arreglos originales, pero de pronto sí cambiaron las armonías, los metales, los tumbaos y otras pinceladas diferentes  para que las canciones se oyeran más frescas.

--¿Cómo se escogieron las canciones y cuáles hubiera querido no dejar por fuera?

--Primero que todo, tuvimos en cuenta la trascendencia internacional de cada canción, para que eso nos garantizara el éxito de la producción en el exterior, como efectivamente sucedió. Y no solo eso: también llevamos ocho años brindando conciertos en Centro y Suramérica, a los cuales asisten hasta 25 mil personas. Pero, irónicamente, no hemos tenido ni un solo concierto en Colombia, lo cual se constituye en otra de nuestras metas. “Virgen de las Mercedes”, de The latin brothers, es una de esas canciones que se quedaron por fuera y que me hubiera gustado incluir, al igual que otras de la época de los 70.

--¿Los cantantes escogieron libremente lo que querían interpretar o se les asignó cada tema?

--Asigné los temas, según la tesitura del cantante.

--¿No ha pensado reunirse nuevamente con Los Titanes?

--Creo que esa parte de mi carrera ya cumplió su ciclo. Lo que sí he hecho es tomar canciones de mi autoría, como “Sobredosis”, “Por retenerte” y “Compárame”, que pegaron fuerte en el exterior y en el suroccidente del país, pero creo que no tanto en la Región Caribe, donde sí se oyeron “La palomita” y “Levanta el cuero”. El primero lo incluimos en uno de los tributos.

--Para un músico colombiano, ¿qué significa vivir en Miami?

--Mucho, porque Miami es la meca de la música latina. Esta es una plaza clave, que me permite moverme con facilidad hacia otros países.

--¿Le gustaría organizar una nueva orquesta, para grabar salsa dura o romántica, pero con canciones inéditas?

--Me imagino que eso viene haciendo su proceso, y en cualquier momento tendré que ponerme a grabar canciones inéditas, pero la verdad es que la tendencia de esta época son los covers en nuevas versiones, que es lo que mejores resultados está dando.

--¿Quiénes son sus maestros en el trombón?

--En una época fui muy admirador de Willy Colón y Barry Rogers, pero con el tiempo fui modelando mi propio estilo, y ahora me lleno de satisfacción cuando veo jóvenes de Venezuela, Ecuador, México y Perú tratando de hacer lo que yo he hecho con la música latina.

--¿Con cuál de las orquestas que integró en los 80 y los 90 se sintió mejor como creador?

--El Grupo Niche fue una parte muy importante de mi carrera, porque allí fue donde comenzó a identificarse de verdad lo que era la salsa colombiana. Antes de eso, siempre estábamos como imitando a los puertorriqueños, pero con nuestra sazón logramos conseguir un sonido propio. Hoy, aunque compartamos los mismos patrones, tenemos nuestra identidad en el mundo de la salsa.

--¿Qué dicen en Miami sobre la salsa colombiana?

--Sergio George es uno de los que dicen que la salsa colombiana es la más comercial, en el sentido de que es la que la gente mejor digiere y, por lo tanto, más la escoge para bailar y disfrutar. Miren que cuando Sergio me buscó para hacer la producción de Mark Anthony, era porque quería un sonido colombiano. De manera que lo primero que hice fue llevarme a varios músicos colombianos, entre esos a Diego Galé en la percusión. Con ellos se logró cierto toque colombiano, aunque debo decir que no llegué a la totalidad del punto, porque Sergio George era quien tocaba el piano, y él no es colombiano. Es decir, la producción tuvo su toque colombiano, pero mucha influencia neoyorquina. De ahí en adelante, Tito Nieves, Maelo Ruiz y otros extranjeros buscan siempre productores colombianos para hacer sus trabajos, porque nuestro sonido llegó para quedarse. Es más, les comento algo: hacía catorce años en México no le daban un disco de oro a la salsa y nos lo dieron a nosotros con el “Tributo a la salsa colombiana”.

--¿Y cómo ve usted la salsa colombiana aquí mismo en Colombia?

--Está siendo desplazada por el reguetón y todas esas tendencias que llaman “música urbana”. Miren que yo hace ratos que no voy a dar un concierto en Colombia. Aclaro que no tengo nada en contra de la música urbana, pero sí espero que algún día se logre un equilibrio en la difusión mediática de la música y que cada género tenga su espacio.

 

 

 

 

 

 


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