Grupo Kaos de Cartagena

Así murió el Grupo Kaos. Que esto sirva de ejemplo.


“De no haber sido por nuestra arrogancia —se lamenta Tiberio Zúñiga—, a lo mejor el grupo ‘Kaos’ todavía existiera. Quizás estuviéramos en Europa o Estados Unidos pisando mejores escenarios, ganando dinero y cultivando fama. Pero nos llegaron unos pequeños triunfos y creímos que teníamos a Dios cogido por el cuello. Ojalá que esto sirva de ejemplo a los jóvenes de ahora.”

Entre los 30 y 40 años de edad se encuentran los cartageneros que en la década de los ochenta se volvieron fanáticos de los grupos internacionales de pop/ rock, como también de los bailes y las vestimentas que promocionaban los videos propagados por la televisión nacional.

La mayoría de esos fanáticos cartageneros habitaba zonas subnormales, como el barrio Santa María, en donde nacieron y se criaron Tiberio Zúñiga, Germán Pérez, Óscar Ramos, Gonzalo Montalvo, Juan Rivas, Eugenio Lozano, Manuel Antonio Gómez y Eliécer Estrada, quienes, con el tiempo, terminaron fundando lo que se impuso en esa época con el rótulo de “Grupo Kaos”.

Juntos conformaron, tal vez, la primera oferta coreográfica con sello anglo de que se tenga noticias en la Ciudad Heroica. Sus actuaciones empezaron siendo populares en las calles de su propio barrio, para después trasladarse hacia los planteles educativos de otros sectores, hasta terminar ocupando escenarios impensables para ellos y para cualquiera de los jóvenes marginales que en esos tiempos amasaban algunas preocupaciones artísticas.

Al principio, quienes serían los integrantes de la futura agrupación andaban dispersos por el barrio Santa María, haciendo parte de grupos juveniles que trabajaban en frentes deportivos, culturales, artísticos y ecológicos, de la mano de dirigentes comunales que aspiraban a abrirles nuevos caminos de desarrollo a sus comunidades.

Uno de los más entusiastas del grupo, Tiberio Zúñiga, recuerda que a principios de los ochenta el entonces dirigente comunal Bernardo Romero Parra organizó un comité cultural, el cual se encargaba de constituir periódicamente jornadas ecológicas, deportivas y culturales en las que participaban jóvenes inclinados hacia el baile, la fonomímica, el canto y la actuación.

Pero la mayoría exponía habilidades danzísticas alimentadas por los programas de televisión que en ese momento se encargaron de incluir a Colombia en la onda de la llamada “música mundo”, que hacía furor en gran parte del planeta.

“Una vez —recuerda Tiberio— a Bernardo se le ocurrió que los jóvenes que bailaban y hacían mímica en cada uno de los comités culturales, podrían reunirse y formar un solo grupo que representara al barrio. Nos reunimos siete muchachos y empezamos a practicar con discos y videos que nos prestaban o regalaban algunos vecinos.

Bernardo, quien se convirtió en nuestro manager, consiguió la primera presentación en el Liceo Bolívar. Nos preparamos con todas las de la ley, pero el mismo día de la presentación caímos en cuenta de que no teníamos nombre.

Mientras nos preparábamos, y tal vez acosados por el nerviosismo propio de la primera vez, el desorden era tal que Bernardo se exasperó un poco y dijo, ‘ustedes tienen un caos que nadie se los entiende’. De ahí salió el nombre del grupo, pero lo escribimos con ‘K’, pensando en que se vería un poco más internacional”.

Sin salir de Santa María, los futuros integrantes del grupo comprendieron que, por diversas razones, adolescentes y jóvenes de esa época estaban ávidos de nuevas propuestas en materia de diversión y de espectáculos en Cartagena, puesto que por el mundo no sólo andaban haciendo carreras los cantantes y los grupos norteamericanos y europeos. También “Menudo”, el grupo puertorriqueño y sus imitadores, hacían lo propio.

De hecho, la acogida del Grupo Kaos en Santa María y en los barrios aledaños, estimuló la aparición de otros grupos y solistas. Por las esquinas se veían niños y jóvenes practicando bailes y ejecutando cantos que eran el reflejo de ese “algo nuevo” que estaba contagiando al mundo.

Menudo se rotuló uno de esos nuevos grupos que surgió en Santa María y que, en poco tiempo, se convirtió en la competencia de Kaos.

“Esas contiendas —cuentan los de Kaos— eran todos los fines de semana en una tarima que instalábamos en la casa de la señora Carmen Zurita (q.e.p.d.), quien era como nuestra madrina. El show empezaba a las 8 de la noche, pero desde las 6 de la tarde ya estaba la calle colmada de gente montada en árboles, en postes y en donde se pudiera, con tal de no perderse el programa.”

Para ese entonces, los muchachos de Kaos tenían como repertorio todas las coreografías del grupo Village People y las de Michael Jackson, caracterizado fielmente por Germán Pérez, quien, con el tiempo y sin que nadie lo planeara, terminó por convertirse en la figura central del conjunto.

Además de las presentaciones en grupo, también había números individuales, como el de Tiberio cuando se disfrazaba del cantante invidente Steve Wonder; o como cuando Eliécer hacía las veces del cantante británico Boy George.

La primera presentación del grupo, fuera del barrio Santa María, fue en el desaparecido estadero La Piragua, del barrio Bocagrande, a donde llegaron por intermedio de un vecino que laboraba como mesero en ese establecimiento.

La presentación fue tan exitosa que de inmediato recibieron la oferta de uno de los propietarios del “Circo Unión Los Muchachos”, que por esos días hacía funciones en Cartagena. Posteriormente fueron llamados por los propietarios de los grill Blue Angel y El Figón.

En este último sirvieron de fondo musical y coreográfico al concurso Miss Teenagers Bolívar, en donde, después de la presentación, el presidente de la Junta Seccional del Comité de Belleza de Bolívar, Fabián de la Espriella (q.e.p.d.), los invitó a la coronación de la candidata que representaría al departamento en el Concurso Nacional de la Belleza.

“El encuentro con Fabián fue definitivo—afirman—. Él se encargó de hacernos una especie de cirugía que consistió en nuevos uniformes y en la contratación de un salón de belleza únicamente para nosotros. De ahí salimos transformados, con los cabellos saturados de laca y los rostros suavizados por el maquillaje.

La otra bendición fue habernos encontrado con la modelo Marlene Henríquez, quien nos acogió de inmediato, apenas nos vio actuar en el primer día de ensayo con las candidatas. Duramos una semana practicando, mientras Fabián iba haciendo una campaña de expectativa entre el gremio de los periodistas y los colegios de bachillerato. El resultado fue que el día del concurso no cabía ni una aguja en el auditorio Getsemaní, del Centro de Convenciones”.

Desde un principio se había programado que la figura que cerraría el espectáculo sería el cantante Billy Pontoni, pero, llegada la fecha, y viendo que el público y los periodistas aclamaban únicamente a Kaos, Pontoni decidió ceder el cierre al prospecto cartagenero.

“Nuestra presentación fue descomunal. No podíamos creerlo. Cuando llegamos al Centro de Convenciones, la Policía debió abrirnos una calle de honor, pero la cruzamos corriendo, porque las mujeres querían caernos encima. En el escenario, en plena actuación, las muchachas se quitaban los brassieres y las pantaletas y nos las lanzaban. ¡Eso era de otro mundo!”

Esa misma noche, Aileen Jattin, la representante del departamento del Atlántico, decidió que el grupo Kaos debía estar en Barranquilla para el día de la coronación.

“Allí empezaron nuestras primeras manifestaciones de soberbia: los organizadores del espectáculo nos dijeron que pondrían a nuestra disposición una buseta con aire acondicionado para que nos llevara desde Cartagena hasta Barranquilla y paseáramos por la ciudad, si así lo queríamos; quince piezas en el Hotel del Prado para nosotros y nuestros acompañantes; y nuevamente la buseta para que nos trajera de vuelta a nuestras casas.

Pero lo primero que se nos ocurrió fue cobrar una alta suma de dinero. Bernardo Romero viajó tres veces a Barranquilla para decir que no bajaríamos esa suma. Terminamos cancelados del espectáculo. Pero lo peor vino después”.

Mientras Kaos actuaba en el Centro de Convenciones, Marlene Henríquez se comunicaba con su cuñado, el productor de televisión Bernardo Romero Pereiro (q.e.p.d.), para que viniera a Cartagena a conocer al grupo.

“Nos conocimos con el señor Romero Pereiro en el Hotel Capilla del Mar, cuando fuimos a visitar a Marlene, quien presentaba serios quebrantos de salud. Enseguida, el productor nos ofreció una serie de presentaciones en las mejores discotecas de Bogotá. Y si nos iba bien, viajaríamos a Argentina. Romero se encargaría de darnos los pasajes, el hospedaje y la alimentación. Pero de nuevo nos dejamos llevar por la petulancia.

Algunos decíamos que debíamos ir, así fuera regalados; y otros decíamos que debíamos cobrar duro, porque nosotros no éramos cualquier grupito. Romero Pereiro nos recordó que únicamente nos conocían en Cartagena, que no se sabía si triunfaríamos en Bogotá, que fuéramos sensatos. Pero nada. Seguimos con la terquedad.

Romero dio cinco minutos para que nos pusiéramos de acuerdo, pero ni eso sirvió. Entonces nos dio una tarjeta con su número telefónico para que lo llamáramos, por si cambiábamos de opinión. Nunca más lo vimos.”

Lo que siguió para Kaos fueron presentaciones baratas o gratuitas en las calles de Santa María, hasta que en una de ellas se desbordaron en una trifulca motivada nuevamente por los desacuerdos y el engreimiento. Allí decidieron separarse y tomar cada cual su camino.

“Ojalá que con nuestro caso —afirman— los jóvenes artistas cartageneros entiendan que cuando Dios nos bendice con el éxito, lo mejor es pagarle con humildad”.


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