La fecha de hoy marca el 210° aniversario del Grito de Independencia que dio origen a la actual República de Colombia. Siempre ha sido esta una ocasión propicia para valorar las enormes dificultades superadas en esta bicentenaria historia, así como para seguir identificando los desafíos que se siguen presentando para la construcción de una nación pacífica, justa y solidaria.
Es tradición señalar esta fecha con distintas y variadas celebraciones que se suceden no sólo en la capital - epicentro de aquel histórico 20 de julio - sino en distintos puntos de la geografía nacional: desde La Guajira hasta el Amazonas, desde la Costa Pacífica hasta los Llanos Orientales atravesando todas las Cordilleras e incluso en los territorios insulares del Caribe y del Pacífico. Este año, sin embargo, la dolorosa situación por la que atraviesa el mundo por cuenta del Covid-19 hace imposible la celebración de la fiesta nacional.
No se puede, sin embargo, dejar pasar la oportunidad para elevar una oración al Todopoderoso por la patria, ese don maravilloso de Dios que es también tarea de cada hijo nacido en esta tierra. Es imposible no encomendar a la Misericordia de Dios, en primer lugar, a las víctimas mortales de esta pandemia que ya golpea, casi que, en su totalidad, al territorio nacional. Que el Señor de la Vida suscite el consuelo en quienes los lloran y conceda el descanso eterno a cuantos han fallecido.
No se puede olvidar, junto a ellos, a todo el personal de la salud que hace esfuerzos sobrehumanos por afrontar con responsabilidad, tenacidad y valentía este virus que parece incontenible. El personal médico y de enfermería, en particular, son actualmente el cuerpo que protege la vida y el futuro de la sociedad. ¡Ojalá se despertara cada vez más un sentido profundo de agradecimiento en el corazón de cada colombiano! Junto a ello, deseamos que el pueblo y los gobernantes de Colombia atiendan al llamado urgente que se hace desde el sector de la salud para que se pueda, efectivamente, garantizar este derecho básico a cada colombiano en cada etapa de su existencia.
Sin duda alguna, es un día para tener presente a los responsables de los destinos del Estado. El señor Presidente de la República, Iván Duque Márquez, tiene en sus manos la gravísima responsabilidad de tomar las mejores decisiones que favorezcan a todos los colombianos. Más allá de cualquier cálculo político o económico, está llamado a asegurar el bien más fundamental que garantiza el futuro: la vida de los ciudadanos. Es de desear que también las ramas legislativa y judicial estén a la altura de este momento y entreguen a la sociedad un mensaje de concordia en medio de la agitación que esta pandemia produce.
Finalmente, no puedo dejar de pensar en la historia y el aporte de cada colombiano y colombiana: ¡cuántas historias valiosas, heroicas y solidarias han aparecido en estos meses en nuestra patria! Muchas de ellas han sido anónimas. Pero es la valentía, el ánimo, la perseverancia y el coraje los que siguen construyendo verdaderamente la cara más real y concreta (también la más sufriente) de Colombia. No dejemos que el pesimismo, la indiferencia y la apatía empañen nuestro futuro como país: en un mundo que obliga a buscar el éxito individual, la solidaridad se convierte en un nuevo y valiente grito de Independencia.