El Doctor Lito y el Presidente Kennedy en Parkland


La operación estaba estimada para cuarenta minutos, pero duró más de hora y media. Me pusieron anestesia epidural hacia las 10:35 de la mañana según vi en el reloj del quirófano, de manera que quedé consciente todo el tiempo. Un par de minutos, ya acostado, el doctor Manjarréz el anestesiólogo, me mostró en su IPAD que estaba leyendo mi libro "Memoria Radial Solle (1975 - 1985)", el cual, había bajado de la página WEB de la Universidad de Cartagena. "Es que este libro tiene gran parte de todo lo que me contó mi mamá de toda aquella época" Me dijo el joven médico. A partir de allí, me preguntó por varias de mis columnas aparecidas en El Universal. Mientras tanto, el cirujano, Lito Porto me mandaba a callar. "Te vas a llenar de aire, Ricardo" Decía, pero acto seguido me hacia cualquier pregunta sobre el Hay Festival o sobre mi tesis doctoral acerca del cine y su público en Cartagena en los años cuarenta y cincuenta. Se quiso enterar de todo y yo le di bastante cuerda. Al rato, Lito exclamó: "Esto se va a demorar bastante. Tienes esta hernia un poco complicada” Asumí que se me desparramaron las tripas. Intenté mirar semejante espectáculo de mí mismo. Con la mirada busqué un espejo, cualquier elemento que reflejara la escena. Intenté levantar la cabeza, pero, me aquietaron ambos médicos. “Además – comentó el cirujano Porto- por el efecto secundario del medicamento para prevenir infartos, sangras un poco. Aunque ya está parando" Precisó sobre las cosas. "Bueno Lito -le dije- Siento un leve tirón en el fondo del testículo derecho. Quiero participarte que, aunque no he tenido una agitada y envidiable vida sexual, contrario a las proezas de grandes amigos míos, aún ostento un humilde record de erecciones firmes y duraderas" Le manifesté mi humana preocupación. Las enfermeras me miraron y adiviné una expresión socarrona. O de lástima, quien sabe.  "No te preocupes" Remató Lito. Ahí fue el silencio. Percibí que quedó faltando un pedazo, que se reservó el resto de la idea. Ahí fue cuando el cirujano soltó esta: "Los polvos vienen contados. Polvo que no se echa, polvo irremediablemente perdido, Gabriel García Márquez" Ahí fue que Lito Porto demostró concentración natural, mientras pensaba en voz alta. De veras sentí confianza y comprensión. Estaba en buenas manos.

El día de la cita para quitarme los puntos, me atreví a preguntar. En la Caja de Previsión de la Universidad de Cartagena me enteré por boca de Gloria, que me iba a operar un médico llamado Lito. Me invadió la curiosidad. Se me antojó el nombre de un personaje de la literatura infantil. No sé: El valiente Lito contra las momias de Guanajuato. Lito: el último argonauta.  O, Lito el niño del pijama de rayas. “¿Por qué te llamas Lito?” Lo increpé. Su gesto inequívoco fue indicio de una historia escondida. “Por un tío mío, que queremos tanto” Y continuó: “En realidad se llama Carmelo. Le decían Carmelito. Pero, desde siempre le dicen Lito. Por eso me llamo así” 

El doctor Carmelito “Lito” Porto estudió medicina en la Universidad de Cartagena y fue aceptado como médico residente en el Parkland Memorial Hospital en Dallas, Texas. El día 22 de noviembre de 1963 el residente Porto recibió al agonizante Presidente Kennedy. Bueno: flota en una nube de misterio si el presidente llegó vivo o muerto a la sala de urgencias. “Ricardo – me advirtió Lito, el sobrino- No le vayas a preguntar nada a mi tío. Él decidió que nunca, nunca en su vida volvería hablar de este tema” Quedamos en silencio un instante. “Además, lo que pasó ese día  quedó filmado en una película” Remató el médico. En efecto se trata de la película Parkland (2013) cuyo tratamiento de crónica fílmica relata acontecimientos, casualidades, reveses y presagios del cataclismo mundial implicado en el asesinato de un hombre tan poderoso entre los hombres.

Lito Porto, el sobrino, al igual que el tío estudió en la Universidad de Cartagena y también vivió un buen tiempo en Texas, donde se especializó y trabajó. El día de mi operación, mientras tenía mis miserias aire, conversaba con el anestesiólogo Manjarréz quien terminaba de leer mi columna "El Castillo del Mall" en su tablet. No paraba de preguntar más y más cosas. Le sugerí que googleara mi columna "La Tableta". La leyó y de una la reenvió al rector del colegio de sus hijos y este, devuelta, comenzó un debate por whatsapp. Manjarrez iba y venía a mi cama de recuperación, mostrándome distintas reacciones a la columna, hasta que se le acabó el turno. De allí salí al final de la tarde. Fue un pequeño calvario este, de mi hernia, que el último mes se tornó doloroso. Apenas me pusieron la malla se acabó la sensación de que me estaba destripando a fuego lento. Me tocó un postoperatorio cuidadoso y lleno de mucho cine. Por su puesto, Parkland es imperdible. La pueden ver aquí: http://miradetodo.com.ar/video/2HX618RK2BUK/Parkland-2013-VER-COMPLETA-ONLINE-1080p-FULL-HD
 


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