Hagan la reverencia. Durante la dinastía Ming había un verdugo de nombre Wang Lun, cuya fama consistía en esperar a los condenados a muerte al pie de la escalera del patíbulo para degollar a sus víctimas mientras subían los escalones del patíbulo. Acariciaba una ambición: decapitar a una persona con un golpe tan certero que ésta no se diera cuenta. Al fin le llega el gran momento. Habían rodado 11 de 12 cabezas. A pesar de que la espada de Wang relampagueó, la víctima siguió subiendo los escalones y al llegar al final exclamó: Cruel Wang Lun: ¿por qué prolongas mi agonía, habiendo decapitado a los otros de manera rápida y piadosa? Wang, al oír que por fin la ambición de su vida se había cumplido, dijo con exquisita cortesía: Haz una reverencia, por favor.
(Fragmento tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/28/opinion/019a1eco)
Hace rato que andamos sin cabeza.