Recientemente he conocido Cartagena, la conocí de verdad, no las murallas, no las islas, no las playas. La Cartagena de calles sin pavimento, sin servicios públicos, esa donde niños y sus mascotas corren alegremente entre olores nauseabundos con toda la naturalidad del caso. Después de recorrer a pie, los cinturones de miseria y los cerros de esta ciudad mi pensamiento sólo podía ser uno: "Ningún niño debería crecer entre tanta miseria".
El más reciente reporte de este periódico sobre los niveles de pobreza que enfrentamos dan lujo de detalles de los datos estadísticos que son reales sobre nuestra situación de pobreza, tuve la oportunidad de ver los rostros detrás de las estadísticas y me atrevo a decir que es mucho peor de lo que desde la comodidad de nuestro sofá nos atrevemos a pensar. La pregunta real en cuanto un tema tan sensible es: ¿Por qué llevamos tantos años en la pobreza y aun peor, por qué parece que solo empeora?" No pretendo tener la respuesta, y no creo que este sea el espacio donde se pueda plantear una solución definitiva a un problema tan complejo, pero de algo estoy segura, una de las razones que nos tiene en este hueco es que hemos normalizado el hecho de que estamos llenos de miseria y se convirtió en parte del estilo de vida de una buena parte población y en parte de nuestra cotidianidad, parte de la cultura, de una cultura pobre, de una forma de pensar y una forma de vivir. Es entonces la indiferencia del resto entra en escena, lo cual se refleja en que para nosotros ya es normal que hayan niños que no van al colegio, es normal que el embarazo adolescente tenga estadísticas rampantes, que la población migrante no tenga acceso a una dosis de vacuna, es normal que las aguas negras corran por las calles, y eso claramente no solamente no es normal, es algo que está mal, y que no debe seguir ocurriendo.
Adicional a esto, se suma la estigmatización que sufren las personas pobres por parte de quienes tienen una situación económica un poco más favorable; expresiones tales como "el pobre es pobre, porque quiere" sólo dejan ver un absoluto desconocimiento y una ignorancia descomunal de las dificultades, privaciones, del drama humanitario que viven estas personas a menos de 10 km de tu casa. ¿Quién quiere pasar hambre?, ¿quién quiere acostarse pensando en qué comerá mañana o si es que podrá comer?.
Soy una convencida de que la educación es la puerta de salida muchos de nuestros problemas, pero ¿qué niño rinde en el colegio después de haberse acostado sin cenar y acude a su primera hora de clases con el estómago vacío?, y además ¿Qué aprende? Si la mayoría de bachilleres sale sin tener ni la más remota idea de lo que es un presupuesto y mucho menos que son las finanzas personales, a parte de que no se los enseñan. Dicho sea de paso, ¿ese no es uno de los trabajos de FECODE? (Eso es con ustedes FECODE, enseñen cosas que sirvan, no sólo socialismo, que además, no sirve.)
¿Cómo le pedimos a un padre de familia, si es que lo hay, que garantice una educación universitaria cuando no hay ni para garantizar el desayuno del día siguiente? Se necesitan propuestas gubernamentales que resuelvan lo urgente, pero también que vayan más allá; que se mire hacia el futuro y se planteen soluciones sostenibles en el mediano y largo plazo, se necesita ayuda, pero también se necesita enseñar a las personas a aprovechar esas ayudas y a que sean ellos mismos generadores del cambio, porque el gobierno no nos va a sacar de pobres y entre más rápido lo entendamos mejor, porque seamos sinceros, una de las razones por las cuales las personas no votan a conciencia en esta ciudad y en muchas otras es porque lo único que han recibido son promesas vacías y después abandono. Difícilmente la solución vendrá de uno de los sitios en donde el problema se ha originado: un Estado gigantesco, burocrático y desafortunadamente plagado de corrupción, porque donde hay pobreza hay corrupción y donde hay corrupción pobreza.
Así las cosas, todos, debemos ponernos la camiseta, debemos ser conscientes de que este problema sólo lo podemos resolver nosotros mismos, debemos perder la esperanza de que sea el gobierno que nos saque de pobres, porque ese trabajo nos toca a nosotros; escapar de las trampas de la pobreza, que existen, son reales y la mayoría de las personas no las conocen y no entienden que por esa razón están atrapados en un problema ya generacional. Necesitamos que "Rebelión" del Joe, sea haga real, hay que iniciar una rebelión, tenemos que rebelarnos contra el flagelo de la pobreza, resistirlo, combatirlo y dejar de pensar que esto es normal. No es normal y combatirlo es casi un deber moral.
A los pobres siempre los tendremos con nosotros en la sociedad, pero no tienen que ser tantos, ni tan abandonados y peor aún, tan ignorados.