Definición de Dictador: Nicolás Maduro


Más de uno estará de acuerdo en que hoy Venezuela es una dictadura, pero en vista de las maromas argumentativas de los simpatizantes del Petrismo a la hora de referirse a los eventos que rodearon la juramentación ilegítima de Nicolás Maduro como presidente, me di el beneficio de la duda y me propuse buscar el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la definición de dictador, que textualmente dice: “En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica. Sinónimos: tirano, déspota, autócrata, absolutista. 2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás.” Así las cosas, si la RAE usara fotografías para ilustrar las definiciones, al lado de la palabra dictador estaría una foto de Nicolás Maduro quien es  un usurpador del legítimo poder del gobierno que debería asumir el presidente electo Edmundo González Urrutia. 

Lo que realmente resulta preocupante de este lado del puente internacional Simón Bolívar es la postura de nuestro gobierno frente a este atentado a la democracia y a la autodeterminación de los pueblos que tanto han cacareado. El gobierno colombiano que ve golpes de todas las consistencias y velocidades: duros, blandos, lentos y acelerados, mágicamente perdió la capacidad de ver que en el país vecino dieron un verdadero golpe de estado. No se necesita un doctorado en ciencia política para ver lo evidente y hablar de gobiernos autoritarios al referirse al tirano Maduro es a esta altura, un intento bastante mediocre de lavarle la cara a un régimen que ha traído dolor y pobreza a su pueblo, más allá de lo que podría haber logrado cualquier enemigo externo.

Que vergüenza que nuestro primer gobierno de izquierda progresista, frente a este abuso de poder, se convirtió en eso que tanto criticó: de posar de víctimas a legitimar al victimario de ocho millones de migrantes y treinta y dos millones de personas que viven la opresión de un régimen que viola descaradamente los derechos humanos más fundamentales de sus ciudadanos, secuestra, tortura y exilia, que logró poner familias y comunidades enteras unos contra otros con maniobras tan repugnantes como el “patriota cooperante”, tácticas de división social que sólo fragmentan un país que ha sufrido por décadas, creando entre sus ciudadanos una profunda desconfianza y heridas que tomarán décadas en sanar.

Ahora diré lo que todos los colombianos nos preguntamos: ¿Qué le debe el gobierno colombiano al régimen de Maduro para que tenga esta postura tan tibia?  Al llamado por la divina providencia a graduar de dictador, fascista y nazi a todo el que no esté de acuerdo con él, parece que de repente le comió la lengua el gato. Dice el proverbio “los deudores son esclavos de sus acreedores”, y yo sí quiero saber cuál es esa deuda que tiene el gobierno de nuestro país y que tiene a toda la diplomacia colombiana comenzando por el canciller, haciendo maromas que ni en el Circo del Sol se ven para justificar que Maduro se robó las elecciones.

Así las cosas, podemos concluir:

- Pudo más el sesgo ideológico del presidente que su respeto por la democracia.

- Venezuela es oficialmente una dictadura y con la presencia del embajador de Colombia en Caracas en el acto de posesión, el gobierno de Colombia se pone del lado del golpista (¿para eso esperaron 200 años? Vea usted.)

- En lo único en lo que el presidente sí tiene la razón es en que las elecciones en Venezuela no fueron libres, pero no por el bloqueo inexistente con el que trata de justificarlo, sino porque en una dictadura como la que hoy padecen los venezolanos, la primera sacrificada es la libertad.