Hambre en Colombia, pan nuestro de cada día.


El centro para el control de enfermedades (CDC)  define:  “La inseguridad alimentaria y nutricional es un término que describe cuando alguien no tiene acceso o no puede comprar suficientes alimentos o suficientes alimentos nutritivos para su salud y bienestar general. La inseguridad alimentaria y nutricional no siempre significa que la persona se queda sin comer; también puede significar que no está obteniendo el tipo más saludable de alimentos. Esto puede deberse a que quizás es difícil encontrar alimentos nutritivos en algunas comunidades o a que estos pueden ser demasiado caros para que muchos los adquieran”.   

Recientemente, el DANE publicó los resultados obtenidos a través de la ‘Encuesta Nacional de Calidad de Vida de 2022’, informando que la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en Colombia fue de 28,1 %.

Esto significa que tres de cada diez familias colombianas tuvieron que reducir la cantidad y la calidad de los alimentos,  que 30,9 % de los hogares con inseguridad alimentaria corresponden a madres cabeza de hogar y  que en Colombia aproximadamente unas 15,5 millones de personas están padeciendo de inseguridad alimentaria moderada y grave, de esos,  2,6 millones de colombianos sufrieron de hambre.

El mismo DANE, en la Encuesta Pulso Social  publicada en junio de este año, en la que se entrevistaron 8.510.703 hogares en 23 ciudades y áreas metropolitanas reporta que para marzo del 2023,  72,4% de los encuestados reportó comer tres comidas al día,  26,5% reportaron comer dos veces al día. 1,1% reportan que sólo comen una vez al día. Son datos y hay que darlos.

El gobierno en el plan nacional de desarrollo le apunta a las iniciativas de transferencias monetarias, “hambre cero” y ollas comunitarias. ¿Soluciona esto  el problema de fondo tan complejo que tiene a literalmente millones de colombianos aguantando hambre? A un plazo extremadamente corto, puede ser.

¿Qué tal implementar medidas que no sean inflacionarias y  cuidar el poder adquisitivo del dinero de las personas para que puedan comprar más alimentos con sus ingresos?  ¿Quizás garantizar la seguridad en las vías para que nuestros camioneros puedan transitar y transportar alimentos por las carreteras sin que les roben la carga o los maten? No sé, cositas así que se hacen cuando se gobierna con la cabeza.

¿Qué tal facilitar la importación y comercialización de alimentos que permitan paliar el hambre a un menor precio? No. Paradójicamente en la Cámara de Representantes se discute el proyecto de ley 013 de 2022 que en su artículo 5 prohíbe la donación de alimentos que se consideren ultraprocesados, lo que podría ocasionar que se desechen  directo a la basura cada año más de 30 mil toneladas  de alimentos tales como : avena en hojuelas, lácteos, yogur griego, bebidas lácteas, trozos de pollo, chocolate de mesa,  pan, embutidos, compotas, pulpas de frutas entre otros. Tal vez la iniciativa del Partido Verde de querer aplicar a nivel nacional el estilo de comida vegana / orgánica / pet friendly  de Teusaquillo y Chapinero, pueda generar más problemas que soluciones en regiones como Chocó y La Guajira.

Despabilémonos y aportemos ideas, que no solo nos están matando los grupos ilegales, aunque suene dantesco, ahora mismo hay personas que están en sitios olvidados de nuestras ciudades y municipios, esperando morir de hambre tal vez orando en su interior “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.

Esa es una oración que debe ser contestada.


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