El cruel asesinato de la niña Sofía Delgado, ocurrido esta semana, ha sido un evento escalofriante y confrontador a la vez para todo el país. Actos atroces como estos nos llevan a cuestionarnos: ¿cuántos niños más tienen que morir para que nuestros penalistas entiendan que existen psicópatas y sociópatas que nunca podrán resocializarse y que la maldad debe ser castigada de forma ejemplarizante para que no se repita?
En el caso de la pequeña Sofía, Brayan Campo, el confeso asesino, ya había intentado raptar a otra niña en Villagorgona y, desde 2018, tiene un proceso abierto por violación de menor de 14 años. Quedó libre por vencimiento de términos, según lo publicado en el periódico El Colombiano.
En el caso de Rosa Elvira Cely, asesinada por Javier Velasco, este ya había violado a sus dos hijastras cuando eran menores de edad, tenía orden de captura por el asesinato de Dismila Ochoa, a quien en el año 2003, asesinó a machetazos y por haber golpeado a una trabajadora sexual hasta dejarla inconsciente.
Y si hablamos de psicopatas, tenemos que mencionar a Luis Alfredo Garavito, quien falleció en prisión tras violar y asesinar a más de 200 niños en Colombia y Ecuador. ¿Quién en su sano juicio puede pensar que un criminal de este talante se puede rehabilitar? Bueno, el sistema penal colombiano lo cree.
Una de nuestras grandes debilidades como país es la indulgencia ante quien deliberadamente obra maldad y viola nuestras leyes con plena conciencia de lo que está haciendo. En Colombia estamos tan acostumbrados a consentir asesinos y violadores que hasta los tenemos legislando en el congreso, posando de faro moral.
Esta tragedia revive la discusión de la cadena perpetua, que claramente necesitamos, porque existe tal grado de maldad entre nosotros, acechando a los inocentes, que la única opción para evitar la repetición es removerlos definitivamente de la sociedad, poniéndolos tras las rejas de por vida.
Es peligrosamente ingenuo, por no decir cómplice, pensar que este tipo de psicópatas experimentan algún tipo de epifanía que los convertirá en ciudadanos ejemplares tras su paso por nuestro sistema penitenciario. El psicópata que encuentra placer matando y violando a un niño volverá a hacerlo en cuanto tenga oportunidad, ya que en su naturaleza no existe la empatía por el otro, no tienen introspección de que lo que hacen está mal, son manipuladores natos y renuentes al cambio.
Mientras el país no se repone de este atroz crimen, la reforma a la justicia que impulsa este gobierno propone una rebaja del 50% de la pena a quienes confiesen haber cometido delitos graves contra los menores de edad, como el abuso sexual, el secuestro y el homicidio. Entonces, ¿a quién es que protege la ley? Tal parece que a los delincuentes.
En este punto, mis pensamientos están con la madre de Sofía. Nada podrá devolverle a su hija. No quiero imaginar el dolor que está viviendo toda su familia. Lo mínimo que podemos hacer por ellos es exigir que se haga justicia sin indulgencias. Con nuestros niños no se metan.