A propósito de la conmemoración del día mundial de la lucha contra la depresión recordemos a Facundo Cabral cuando dijo:
“No estás deprimido, estás distraído. Distraído de la vida que te puebla. Distraído de la vida que te rodea: Delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, Que sufre por un ser humano cuando en el mundo. Hay 6000 millones”.
Sin embargo si somos realistas, al hablar de depresión Facundo erró en varias cosas. El primer error es creer que es algo que pasa a unos pocos, en nuestro país por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 4,7% de la población sufre depresión, lo que equivale a alrededor de 2,4 millones de personas. Esto significa que la depresión en Colombia es mayor que el promedio mundial y que probablemente todos conocemos a alguien que lucha contra la depresión.
El segundo error es no entender qué es la depresión; ignoramos que es una enfermedad así como lo es la hipertensión, la diabetes o el asma, una patología que arrastra a las personas a un abismo en el que nada genera interés, en el que la vida pierde su color y donde la tristeza es una perenne compañera; todo producto de la interacción de varios factores hormonales, bioquímicos, sociales y genéticos, que no pueden ser controlados por la persona que la padece. La OMS define la depresión como un trastorno común de salud mental caracterizado por una tristeza persistente y falta de gozo e interés en actividades que antes eran gratificantes y placenteras.
Pero tal vez el mayor error de todos los relacionados con la depresión es el trato estigmatizante que los pacientes reciben en muchas ocasiones en su entorno y que solo les hace más difícil el acceso a la ayuda que necesitan y que retrasan el inicio de un tratamiento que incluso puede salvarles la vida. Es que hay palabras que solo empeoran el problema: “De qué te quejas si lo tienes todo”, “Eres un mal agradecido, ¿cuántas personas anhelarían lo que tú tienes?”, “Todos tenemos problemas”, “Lo tuyo es falta de fe”, “Solo quieres llamar la atención” y mi favorita “Es que tienes que poner de tu parte”.
Esta última expresión es algo imposible de hacer, ninguna persona deprimida puede “poner de su parte” porque ninguno de nosotros se puede subir o bajar las hormonas del cerebro cada vez que se le antoje, ni puede controlar las tragedias que nos ocurren, ni podemos manipular el simple trascurrir de la vida con sus altos y sus bajos.
Afortunadamente la depresión tiene tratamiento, sin embargo datos del Observatorio Nacional de Salud (ONS), informan que en el país los pacientes con depresión manifiestan encontrarse con barreras de acceso al sistema de salud que restringen el tratamiento. Lamentablemente solo el 20% de los pacientes con depresión reciben atención especializada. En este punto el tabú es regla: “¿Para qué vas a ir al psiquiatra, es que estás loco?”, “el psicólogo es una botadera de plata”, “Te van a poner pastillas y esas cosas vuelven adictas a la gente” “Vas a pasar dopado y con sueño”. Lo más triste es que cada una de esas afirmaciones es mentira.
Tengo que reconocer que he escuchado las formas más absurdas de cómo lidiar con una persona con depresión, pero la más triste la escuché durante mis años de formación como residente: una adolescente de la zona rural de Bolívar, presentó un cuadro de depresión posterior a la llegada de su primer periodo; sus familiares llegaron a la conclusión que estaba “falta de marido” y la presionaron para que tuviera relaciones sexuales con un primo que de muy buena gana se ofreció a “ayudarla”. El abuso sexual como manejo de la depresión, así o más macondiano.
Si tienes depresión quiero decirte que no es tu culpa, que esto no te hace una persona menos valiosa, que no eres débil, que no te falta fe, que tu no hiciste nada para que esto ocurriera y que no es algo que te mereces. Quiero que sepas que, aunque parezca que estás en un foso profundo del cual no hay salida, hay tratamiento, que existen profesionales que pueden ayudarte y acompañarte en cada paso del proceso, busca ayuda. Si ya estás en tratamiento, te animo a seguir adelante y a no sentir vergüenza por buscar tu paz y tu tranquilidad.
Grande Facundo, pero en esta la embarraste, es que estar deprimido no es estar distraído, es estar deprimido.
*Escrito en honor a cada persona que ha llorado sola sin saber que tiene esperanza.