Todas las vidas valen.


Una de esas tardes en las que hay tiempo y café suficiente vienen a la mente reflexiones, y una de ellas ha sido que la pandemia me enseñó a  valorar la vida y sobre la vida me puse a pensar. Hora de hacerse un tinto con dos de azúcar y cerrar el libro de turno. Para aquellos días de reflexión el lamentable asesinato de George Floyd sacudía las redes sociales y el movimiento Black Lives Matters, reclamaba justicia; su traducción “las vidas negras cuentan” me parece justificado, pero a mi modo de ver se queda corto. TODAS LAS VIDAS IMPORTAN. Luego nos llegaría nuestro turno, pero en Bogotá con el asesinato de Javier Ordoñez.

Pero ve, la reflexión no comenzó con el caso Floyd, fue escuchando a Avicii, quien en vida respondió al nombre de Tim Berling, un joven sueco dueño de un talento musical prodigioso, que a sus 28 años se suicidaba. Los documentales sobre su vida y la manera en como desesperadamente trató de bajarse de un tren descarrilado del que sabía que no saldría vivo, hoy ya tiempo después de su fallecimiento, suenan a gritos desesperados pidiendo ayuda, de un ser atormentado por la depresión y los padecimientos en salud mental, esos que tantas veces nos queda fácil de calificar como pataletas, gadejo o inmadurez. El suicidio, muchos lo llamarán la salida fácil, pero de fácil no tiene un pelo. El suicida no quiere llamar la atención, solo quiere dejar de sufrir.

El suicida sí quiere vivir, pero no así, quiere dejar de sufrir. Según datos de la OMS 800.000 personas se suicidan cada año, es casi como si viviéramos la pandemia de COVID todos los años, ¿ahora si se nota la gravedad del asunto, cierto? La cuestión es grave. Esto representa que cada 40 segundos en este planeta alguien se arranca la vida. Ver las fotos de ese joven rubio de ojos azules deja un muy mal sabor de boca: su muerte se pudo evitar. Es inevitable para mi pensar en cuántos como él pudieron salvarse.  Conversando con una psiquiatra me decía: “Los médicos sabemos manejar todos los fluidos corporales: para la hemorragia la hemostasia, pero cuando aparecen las lágrimas, no sabemos que hacer.” Verdades como piedras.

Hora de cambiar de óptica, me levanto: Tinto # 2, solo una de azúcar y metámosle política a la cosa; llamemos a mi abogado, un lector empedernido, del que no puedo distar más desde el punto de vista político, pero con quien se puede hablar con el más absoluto respeto: “Doc, pásame información sobre el conflicto armado” A los 15 minutos un artículo de 800 páginas, creo que se estaba vengando por algún comentario de alguna conversación previa (mentiras doctor, gracias por la información), pero eso es lo bonito de la democracia, no tenemos que pensar igual para que todos habitemos el mismo espacio.

La constitución política de la República de Colombia dice en su articulo 11: el derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte. Mi mente idealista debe confesar que es mi articulo favorito, pero es el más pisoteado fragmento de toda la carta política. En este punto hay de todo: masacres de todos los bandos, líderes sociales asesinados, población civil, fosas comunes, desapariciones, falsos positivos, militares masacrados y de ahí en adelante. Esto no puede ser más trágico. Resumen de las 800 páginas, llevamos 50 años ahogándonos en nuestra propia sangre. Ve, ¿y es que la gente no se cansa? ¿Qué toca hacer para parar esta hemorragia perpetua? No sé si usted recuerda los gritos de un niño en el pacifico colombiano que se desgarraba de dolor luego que asesinaron a su madre frente a él. Solo recordarlo me dan escalofríos, dan ganas de llorar. Somos algo así como una fábrica de huérfanos; muertos y desaparecidos, no mano, esto tiene que parar. Esto es peor que una arteria rota y que justo se te vaya la luz. Parece chiste, pero es anécdota, una muy fea.

Pausa, Te chai for the soul, porque mas café va a estar complicado, es que cuando ya voy por el tercer tinto en mi casa me comienzan a mirar feo. Sigamos pensando en la vida que eso es lo que me tiene frente al teclado, pero vamos a verlo de otra óptica, porque este tema tiene demasiadas aristas. En Colombia se aprobó la despenalización del aborto en tres condiciones puntuales, pensaría yo que sería bueno que revisemos esa cuenta, porque si una de las causales es la violación, y si son tantos por esta causa, la solución no es seguir desgarrando el vientre de las mujeres, sino arrancar el problema de fondo que claramente no es el bebé, si no una sociedad sexualmente enferma y pervertida en la que los abusos sexuales están normalizados. Hay que ver lo ridículos que pueden ser los argumentos para justificar el abuso sexual: porque ella se lo buscó, por que fue su culpa cuando tenía 5 años (hágame el favor), para que se viste así, por que fue a esa fiesta, para que toma, porque el padrastro es el que pone la comida, en fin, son tantos los disparates que he escuchado y cada uno me molesta más que el anterior. Usted podría decirme que me estoy metiendo en el campo de los derechos de la mujer, y como yo soy mujer entonces le voy a dejar un dato histórico sobre los derechos de la mujer, el caso Roe contra Wade de 1971, el primer caso de solicitud legal de aborto en Estados Unidos, aunque falló a favor de la madre, no terminó en aborto, porque se extendió en el tiempo y la embarazada Norma Leah McCorvey terminó dando a luz a su hijo; y vivió hasta el ultimo día de su vida como activista CONTRA el aborto. Las personas pueden cambiar de opinión. Se las dejo ahí.  

Estamos hablando de vida y vida es vida, ahora metamos ahí los abortos forzados que han denunciado las victimas del conflicto; no hay un movimiento de “los abortos forzados cuentan”; y súmele lo que sigue; cuando son los militares a los que asesinan, no sale un movimiento de “la vida de los militares importan” y cualquiera podría decir ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Bueno, ninguno de ellos vota y eso me parece digno de señalar. ¿Ve por donde va la cosa? ¿Será que solo nos van a importar las vidas de aquellos que pueden llegar a las urnas? Medio politizada la cuestión.  ¿Y el resto que? Personalmente considero muy bajo, hacer política con la muerte de un ser humano y a veces pareciera que esas cosas pasan por acá y por allá en el país del norte también. Es que desbaratar Bogotá como lo hicieron no tiene otro nombre. Usted llámelo como quiera y se lo respeto, pero aprovecharon el asesinato injusto de un ser humano para vandalizar la ciudad y para hacer política. ¿Y que salió de eso? Más muertos. Dejémoslo hasta ahí que ya no hay tinto.

En este punto hago otra pausa, bajo la cabeza y pienso, nos tiene que doler TODA nuestra gente, no podemos seguir así. Nos tiene que doler este pedacito de tierra donde nos tocó nacer. Hágase un tinto y reflexiónelo. Ya acá me movieron el frasco del café.

Ahora voy a hablar desde mi visión como médica. Caminar por los pasillos de un hospital es lo más terapéutico del planeta para mi, me recuerda cuanto amo la medicina, me recuerda cuán valiosa es para mi la vida, haberla visto peligrar tantas veces, creo que me ha hecho aferrarme a ella, luchar hasta el ultimo segundo con todas mis fuerzas por preservarla, usted no sabe lo que es darle de alta a un paciente que casi se muere, ver su familia llorar de alegría, no hay plata en el mundo que pague eso; por el contrario, cuando definitivamente llego el momento de partir, poder mirar a la familia a los ojos y decir con el corazón en la mano que hiciste todo lo que pudiste, sabiendo que es cierto me permite dormir tranquila.  Los hospitales me recuerdan, que no somos eternos, que tu tiempo en esta tierra es limitado y que nadie sabe cuándo ni como va a partir de este mundo. Las muertes recientes de mis profesores Virgil Carballo Zárate y Luis Ramón Padilla dejaron esto tatuado en mi corazón para el resto de mi vida. Hoy honro sus vidas. Recuerdo que cuando la pandemia inició llamé desesperada a Virgil, casi llorando sabiendo que teníamos que hacer algo para salvar todas las vidas posibles, sin saber que él mismo perdería la suya en esta lucha que ha sido tan dura. Vamos a dejar el tema de la eutanasia para otro día, ya pasé mi promesa de las mil palabras.

 

Mi punto final es el siguiente, necesitamos rescatar el valor de la vida, estamos muy heridos, como individuos, como nación, como sociedad. Si usted tiene depresión, ansiedad u otra enfermedad en salud mental,  si esta pandemia le ha pegado como nos pegó a muchos, le suplico, no se quede callado, pida ayuda, siempre hay una salida y si usted se suicida, el dolor no se va a ir, solo se lo va a pasar a su familia y a las personas que lo aman. Hay profesionales capaces y dispuestos a ayudarle.

 

Yo le invito a que volvamos a valorar la vida como un principio, que el derecho a la vida sea para nosotros como lo dice el articulo 11 de la constitución “un derecho inviolable”, si logramos que esto sea un valor innegociable en nuestra sociedad podremos cerrar este capitulo oscuro de nuestra historia; valoremos la vida ajena, TODAS LAS VIDAS, como si fueran la propia, así usted no este de acuerdo con lo que piense el otro. Reconozcamos que todas las vidas valen.  

 


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR