Ecopetrol no se nos está agotando en los pozos: la están drenando desde el escritorio. El “gobierno del cambio” prometió transición; lo que entregó fue incertidumbre jurídica, asaltos fiscales y dirigismo personalista. Resultado: una petrolera clave caminando al borde del abismo mientras le pasan la cuenta a Barrancabermeja y a su gente.
El termómetro no miente: el ADR de Ecopetrol se ha movido en el sótano de su rango anual, reflejando la mezcla tóxica de litigios, choques políticos y señales contradictorias de inversión. El mercado ya entendió que el problema no es el crudo, sino la improvisación política que lo rodea.
La DIAN con la manguera al cuello
Mientras la “transición” se declama en tarima, la DIAN embarga y asfixia: pretende cobrar más de $9 billones —y hasta $21 billones si se incluyen los intereses— por un IVA a combustibles importados, interpretado retroactivamente, poniendo en riesgo el flujo de caja, la operación de Reficar y el suministro nacional.
Reficar tuvo que interponer tutela; y todo el sistema refinador está en vilo. ¿Transición energética? Así no: esto es transición al colapso.
El frente externo que quieren vender
Como si faltaran incendios, ahora asoma la venta del Permian (EE. UU.), un activo que estabiliza producción y rentabilidad. La USO advirtió movilizaciones y caída de producción si se concreta esa desinversión.
Vender músculo para posar de ascetas climáticos es pegarse un tiro en el pie fiscal.
La silla que quema
El presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, navega bajo una nube de investigaciones y escándalos: su rol en la campaña presidencial, la injerencia de su entorno, la manipulación comunicacional. La Junta cambió, la confianza se perdió y la estatal se convirtió en escenario de propaganda disfrazada de gestión.
La credibilidad no se decreta, se construye. Y hoy, la petrolera más importante del país parece un feudo, no una empresa.
El costo de la épica macondiana
Moody’s degradó la calificación de Ecopetrol por la palanca de deuda, el uso político de los dividendos y un plan de inversión errático. Las decisiones se frenan, las inversiones se aplazan, y el gobierno celebra como victoria lo que es un retroceso técnico y financiero.
Una novela de realismo mágico: los discursos florecen mientras los estados financieros se marchitan.
Daño colateral: Barrancabermej paga dos veces
En Barrancabermeja, la fuerza laboral que el SENA y los contratistas formaron por años —soldadores, operadores, instrumentistas, técnicos ambientales— quedó en suspenso. El reemplazo del PMRB por proyectos fragmentados, la parálisis fiscal y la inseguridad jurídica frenaron el empleo y minaron la confianza local.
Cuando la política se vuelve trono, los obreros pagan la factura.
La USO y su metamorfosis
La USO, que en su historia fue sinónimo de lucha obrera, terminó contaminada por el poder que decía combatir. No solo aportó recursos desbordando los topes de campaña, también aportó al ineficiente ministro de Minas, Edwin Palma, que cuando debe hablar de indicadores de eficiencia y estrategias de crecimiento se para detrás de un atril a mostrar las cifras de aceptación del ego presidencial.
Por eso recibió un abucheo monumental en el último Congreso Nacional de Estaciones de Combustibles, donde se esperaban soluciones reales a la crisis energética y no un acto de campaña anticipada para el 2026.
La USO cambió el casco por la propaganda, olvidando que su legitimidad nació del sudor y no del aplauso.
La Realidad
Esto no es transición: es improvisación imperial, un trono que dicta por ego y consigna, no por ingeniería ni criterio. La política pública convirtió a Ecopetrol en caja menor del déficit, y la empresa en campo de ensayo de vanidades.
El resultado: riesgo financiero, pérdida de reservas, freno de inversión y abandono laboral en la cuna del petróleo colombiano.
Esto no es transición: es improvisación imperial, un trono que dicta por ego y consigna y no por ingeniería y finanzas. La política pública convirtió a Ecopetrol en caja menor del déficit (vía DIAN) y en escenario de experimentos que golpean el precio, la deuda y la confianza. El resultado previsible: riesgo operativo en Reficar, pérdida de reservas e ingresos, parálisis de capex y abandono de la gente de Barranca, la que sí madruga, suda y sabe cómo se mantiene en pie una refinería.
La salida existe y no necesita epopeyas:
1. Blindaje jurídico inmediato contra cobros retroactivos que comprometen continuidad operativa.
2. Gobernanza técnica: junta y administración con independencia real y rigurosidad de inversión.
3. Portafolio inteligente: mantener activos rentables (Permian) mientras se financia —con caja propia— la descarbonización progresiva.
4. Pacto territorial: metas verificables de empleo local y cronogramas de obra estables en Barranca.
No obstante, la principal salida es el cambio de gobierno.
Colombia necesita una administración con criterio, capaz de estructurar una verdadera transformación energética: concertada, dialogada y sostenida en la rentabilidad técnica de Ecopetrol, no en los delirios del poder.
Un gobierno que devuelva a la estatal su esencia corporativa, técnica, profesional y estratégica, con un norte claro: garantizar la soberanía energética sin sacrificar el bienestar de su gente ni el futuro fiscal del país.
Porque transición sí, pero sin destruir la fuente que la financia.
Hoy, Ecopetrol no necesita un profeta de tarima; necesita un ingeniero serio, un economista sobrio y un estadista con los pies en la tierra.
Gabriel Jaime Dávila Gómez, Consultor y Articulador – Netxus-IA
- Ingeniero de Sistemas
- Especialista en Planeación Estratégica y Prospectiva
- Especialista en Contratación Estatal