GUAJIRA I LOVE YOU TOO MUCH…


Lo vi en el rincón. Y no lo creí. Más que un hombre de estatura ideal y facciones perfectas, parecía un engaño a la conciencia. No lo quería creer. “Imposible”, pensé. Por eso me distraje entre copa y copa, entre baile y baile. No quise prestarle más atención. A las visiones es mejor ignorarlas, para evitar el desengaño que llega cuando encienden las luces.

“Enrédame de amor mi vida, y hazme un nudo ciego”, gritaban los parlantes y las voces enamoradas del sitio. Cuando siento que alguien me toca el hombro. “¿Tienes candela?”, dijo una voz. Me volteé y palidecí. O eso supongo por la cara del sujeto. Era la visión, asustándome, como si de un fantasma se tratara. Toqué mis bolsillos con rapidez y recordé que soy una de esas malas fumadoras que siempre tienen cigarrillos pero nunca con qué prenderlos.

-“No tengo. Lo siento”, fue lo primero que salió de mi boca.

-“No importa”, replicó.

Me quedé mirándolo y aun ni lo creía. Luego de un largo silencio dijo: “Tu eres Sofía… Sofía Insignares”. No me desmayé de milagro. ¿Cómo sabía mi nombre? Si lo conociera lo recordaría. Asentí con la cabeza. Me abrazó en medio de una efusividad incomprensible. La duda se apoderó de mi hasta que dijo: “Soy Carlos Enríquez. ¿Me recuerdas? Mi cabeza frenó en seco. ¿Carlos Enríquez? ¿El mismo gordito, sucio, cuya mejor cualidad a los 14 era contar hasta 25 en eructos? Y que moría por mí, cuando el amor adolescente se traducía en malos tratos. Obviamente 14 años atrás me parecía repugnante. Y ahora se convirtió en algo irresistible. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”…

- Hola!! ¿Cómo estás? Tanto tiempo…

Creo que mi cara de sorpresa y desconcierto se hizo evidente, porque en medio de una carcajada, que opacó la música estridente, dijo “lo sé, lo sé. Nada que ver con el recuerdo”. Me puse roja. Menos mal había poca luz. Mi demonio interno me dijo “no puedes dejarlo pasar. Una delicia así no se consigue en cualquier esquina”. Y siguiendo sus consejos le dije sin pudor: “¿Bailamos?”

“Con la mañana va llegando lentamente tu recuerdo y me acaricia..."

- ¿Cómo te ha ido?

Es tu forma de ser...

- Muy bien. Ahora soy gerente de una empresa de asesorías financieras. Me va bastante
bien. ¿Y tú?

Y desde el día que te vi te fuiste metiendo muy dentro de mi vida...

- Soy arquitecta. Estoy trabajando en el proyecto del nuevo centro comercial.

y dando un giro al revés...

- ¿Tienes novio? ¿Esposo? ¿Hijos? ¿O todas las anteriores?

y es que tu sabes que te quiero y que me muero por unito de tus besos...

- Ninguna de las anteriores… ¿Tu?

y hasta las noches no consigo estar tranquilo pues te veo y no te tengo...

- Soltero

si esto es amor...

- ¿Gay?

entonces te dedico esta canción...

- Jajajajajajaja. No.

Acaso tu, Acaso yo somos la mezcla perfecta…

A partir de ese momento solo hubo música entre nosotros. Sobraban las palabras y yo iba como entre nubes. Su mano en mi espalda y su respiración en mi oído. Me temblaban las rodillas. Al final de la canción, lo inevitable. Me miró a los ojos, se me acercó y me besó. Zas! La desilusión llegó sin que fuera necesario que prendieran las luces: Abrió la boca mucho más de lo esperado. Su lengua me llegó a la garganta. Casi me ahogo, y no precisamente por la emoción. Sus babas empaparon mi cara desde la nariz hasta la mitad de la barbilla. “Guácala”, pensé.

Salir corriendo no era tan fácil. Me tenía abrazada. Que se abriera la tierra era la opción más viable. Y nadie venía a salvarme. Claro, con tremendo churro ninguna de mis amigas saldría al rescate. De repente me cogió de los hombros, me separó y me dijo mirándome a la cara:

- Lo siento. Prefiero quedarme con tu recuerdo.

Me soltó. Me pasé la mano por la boca. Lo miré con desprecio y respondí.

- Yo no lo siento.

Di la vuelta y me aleje caminando y me perdí al son de la música

guajira so nice to meet ya

next time i see ya we go roll some reefer

guajira

i love you too much…

El sapo aunque se vista de seda… Pensé


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