CORRALITO DE ENSUEÑO
Shirey Cogollo Pertuz (Nenúfar)
[inline:2.jpg]
Encantadora heroica de tus entrañas florecen cautivantes sonrisas
En tu castillo salpicas flamas de colores
Tu viva bandera sacude el llanto- extingue desdichas
Bendecida ciudad, en tupidos arboles las maría mulatas devoran tus dolores
Aquí se reparte alegría de la viva voz de una palanquera
En diciembre se alojan en tus plazas los felices ventarrones,
Dios arrojo su aliento por ver bailar las palmeras
Y en tu arena colmada de huellas se cantan historias con son de maracas y tambores
En las fiestas novembrinas nativos y forasteros te acompañan
El entusiasmo del bullerengue se respira en cada esquina
Cartagena reina del mar caribe que te baña
Un deleite de mariscos rebosa en las playas de la boquilla
Dueña de baluartes donde el sol benigno reposa
son tus murallas vestigios de glorias y atardeceres hermosos
eres la senda de un soñador, inspiradora diosa
Garzas y pelícanos resguardan tu manglar generoso
Si he de morir contemplándote
Moriré en la belleza de las farolas
Columpiada en tu sagrada bahía
Cartagena como no escribirte, como no adorarte
Cartagena mía
CARTAGENEOLOGÍA
C.J. Torres.
[inline:4.jpg]
Hablo con el dios de las olas, el mismo que le habla a la luna todas las noches.
Con autoridad le ordena, pero sus ropas no son de general.
Ella le confiesa sus pecados, él la perdona, se besan en medio de la avenida.
De la avenida Santander, la misma que quiere engullirme.
Me seduce con velocidad, pero en sus curvas me hace tragar veneno.
Hablo con el patrón de los espolones, el que me invita de bacán a comer de su vicio.
Comparte su pobreza, me regala su don, y luego yo también escucho los pecados de la luna.
Huelo a Bazurto y me deleito con su aroma a aire rancio de París.
Ese olor a historia patria, que debería envasarse como los perfumes finos
y venderlo al mundo cansado de oler a dulce y madera
Me encanta su sistemático desorden y su gente sin guion. Bazurto nunca te mueras.
Soy de Torices y lo digo con un orgullo que no me cabe en los huesos.
Barrio de gente pobre, como el cliché trabajadoras, y de bandidos finos.
Me alimentó Aleja, y sus arepas e´ huevo que no traen huevo sino gloria.
Bailé en el “Guapachozo” y diez años antes saqué borracha de ahí la plata de la quincena.
Me resolví en La Yesid, y jamás me aprendí el nombre del amigo que iba y venía sin salir del mismo sitio. Escarbando su propia galaxia en el universo creado a un costado de la tienda de Doña Graciela.
Soy esclavo del doctor de orejas anchas y boca grande, que mientras se ahoga en
su propio laguito, se olvida de la playa que lo vio nacer, y evita gritar socorro
por miedo a reencarnar en El Bosque lleno de Calamares, Caracoles, Gaviotas, e insectos cualquier día de agosto o de junio.
Soy esclavo de los que caminan al son de un tipo de apellido Lezo con cara de Blaz.
Moriré sin llegar a ser Ejecutivo, enamorado de una bella Castellana.
Paseando dentro de sus Plazuelas, enloquecido con su ritmo de Ternera.
Soy el cliente numero mil de cualquier iglesia de rocas y agua.
Soy el cliente dos millones de la media luna.
Me vine en el Centro, y me fui en Canapote.
Fui educado por un Santo de nombre Rafael, y ajusticiado en una ciudad de laberintos cuya última sentencia fue decretarme como bachiller.
Cartagena, mi llave en todas las batallas.
Dueña querendona de mi gloria.
Patrona maculada de mis triunfos.
Escudera de mis derrotas.
A ti te debo mis letras, a ti te debo mi poca honra.
A ti te debo mi vida.
Tuyas serán mis victorias.