Por: Carlos Darío Rodríguez Redondo
Pensemos en un edificio con unas pocas ventanas rotas. Si estas no son reparadas, los vándalos demostraran una tendencia a romper unas cuantas ventanas más, a pintar la fachada con grafitis. Eventualmente, quizás penetran ilegalmente al edificio para ocuparlo, o para incendiarlo. Este es uno de los ejemplos ofrecidos por los autores de la teoría, como ven, resulta muy interesante para entender el desorden social, urbano y la falta de sentido de pertenencia de una comunidad, sucede lo mismo, cuando arrojamos basura en una esquina, porque presuntamente alguien se la llevara y así llega otro, arroja otra bolsa, presumiendo lo mismo; al poco tiempo ya hay una montaña de basura en esa esquina.
Todo esto indica que nos hallamos en una comunidad laxa o disfuncional a la hora de aplicar las normas de convivencia y de empoderarse de los problemas que la afectan.
¿Será, que por esa razón Magangué es un municipio sucio y sin orden?
Nuestra generación, tiene un gran reto; Magangué debe avanzar y este es nuestro momento. Tenemos que demostrarle a las generaciones pasadas que si podemos cambiar esas ventanas rotas, que podemos aportarle al abandono social y urbano que vive nuestro municipio. Cada día estoy más convencido que esto no depende de los colores con que te representes, Magangué merece un cambio generacional y debe darse un nuevo aire.
Necesitamos enseñarle a la comunidad, que una envoltura de confite que no se arroje al suelo, hace la diferencia al momento de avanzar. Debemos tener mentalidad de ciudades en desarrollo, puedo ser muy idealista, pero cuando pienso en la tierra que nací, me brillan los ojos y me vuelvo un soñador.
Te invito a cambiarle las ventanas rotas a Magangué, y de esa manera, no dejemos que entren a dañar lo poco que tenemos y en el peor de los casos, dejar una Magangué sola y en el olvido. Construyamos una nueva Magangué, "porque solo quien la ama, bien le sirve y busca su futuro, y su grandeza".
@cdariorodriguez
