Cuando se esperaba que el nuevo gobierno distrital, acelerara el desarrollo de la ciudad e inspirado en su eslogan “salvemos juntos a Cartagena”, hoy después de casi tres años, las esperanzas se han venido esfumando con el tiempo. Es una realidad y todo el mundo se pregunta, ¿Qué es lo que pasa?, porque todo se ha desbordado, en ninguna área de acción institucional se salva en su medición de desempeño. (Último Informe Cartagena Cómo Vamos) Y eso dista mucho del cambio que pretendíamos los ciudadanos con el voto castigo a la vieja clase política. ¿Será otra frustración de la ciudad? No lo creo, pero, todavía hay tiempo para recomponer el camino correcto.
Hay que decirlo, la pandemia del coronavirus atraso todos los procesos administrativos y fiscales en el país, y por supuesto, peor aquí, dadas las características anticorrupción del gobierno de William Dau Chamat. Los malandrines abundan, y la desconfianza del alcalde llegó a extremos insospechados -La administración pública se volvió más lenta de lo normal- Y otra píldora, la ciudad se ha salvado de ser saqueada por los de siempre, gracias al gobierno de turno.
Existen varias tendencias en el desarrollo de la administración pública, sin embargo, hay dos claramente visibles que son usadas en los gobiernos locales e incluso, regionales y nacionales.
La primera es cuando el gobernante es un erudito y se siente sobrado por encima de todo su equipo de gobierno. Sus palabras son sentencias, órdenes que hay que cumplir, las opiniones de expertos son importantes, pero no obligatorias. Existe un solo discurso a la opinión pública, y el gobernante de turno es el único que da declaraciones a la prensa, nadie más se atreve hacerlas, por miedo a no coincidir con el pensamiento de él. Cualquier parecido con la manera como se ha administrado la ciudad en estos últimos años, y en concordancia con el hoy, es mera coincidencia. Como dijo un amigo, “este gobierno no ha hecho nada, pero cuál ha hecho, todos son iguales”.
La segunda tendencia es cuando el gobernante acepta que no es versado en administración pública. Y en términos administrativos y gerenciales está dispuesto a escuchar los consejos de su equipo de gobierno. Aquí surgen dos variables, en primer lugar, que el equipo esté bien preparado en lo público y actué como tal, y en segundo lugar que el equipo de gobierno no llene las expectativas en la cosa pública. Estas dos variables se pueden estar presentado en el actual gobierno distrital, pero lo más preocupante, es que el gobernante, aceptando que no conoce lo público, no acepte las opiniones y consejos de su equipo de asesores.
Ay, Cartagena, pero, todavía hay tiempo. Los manuales de planeación siguen vigentes y nos invitan a cumplirlos para alcanzar los objetivos y metas esperadas, no podemos permitir que la joya de la corona se desborone por incapacidad institucional. Y llama la atención, que es preocupante, que el DNP considere a Cartagena en un nivel de riesgo, por su bajo desempeño fiscal y dependiente de las transferencias de la nación.