Desde los últimos cuatro años del gobierno de Judith Pinedo (2008- 2011), Cartagena ha tenido una interinidad administrativa de casi 10 años. No se lo merece. Los atrasos sustanciales de sus grandes proyectos de desarrollo siguen en línea de espera. Existe un lado oscuro de todo esto, y que muy poco se comenta en los grandes clubes sociales, y es la desconfianza acumulada de la ciudad hacia el gobierno nacional e incluso también para los inversionistas extranjeros.
Todo se lo quieren robar. Recuerdo lo que me dijo una señora hace mucho tiempo, “mijo aquí en Cartagena se roban hasta un hueco”. Es la gran verdad. Se han robado el PAE de los niños, los recursos de la hemofilia, sin importarle de sumirlos más en la pobreza. Algunos afirman y con razón, “Cartagena no era así”. Hemos aprendido de Barranquilla y Bogotá. El cartagenero era más llevadero, comprometido con el desarrollo de su ciudad, ahora no, se ve es una carrera contra el tiempo en enriquecerse a como dé lugar. Lo síntomas de esta actitud pueden ser, el engaño, la desidia, las mentiras de los políticos corruptos que hace rato perdieron toda confianza de sus electores.
Aquí se presenta un círculo vicioso entre los dirigentes y los electores. El político sabe que la gente necesita de él y más temprano que tarde terminan buscándolo, y es ahí donde el aprovecha, poniendo sus condiciones, el statu quo seguirá igual. Lo acaba de corroborar el ex senador Vicente Blel. “El negro es flojo”, “le gusta que le den”, frases que circulan en unos vídeos que se convirtieron viral en las redes sociales, sobre la forma de contratación en Bolívar y Cartagena.
Hoy se vislumbra el mismo escenario de los últimos años. Según las encuestas, William García Tiradio será elegido como alcalde y Yolanda Wong Baldiris será concejal de Cartagena. Los dos, ante la sociedad, serán los mismos con las mismas. -Ojalá puedan romper ese paradigma- Representan lo tradicional. Y fíjense, los caciques políticos están con esas dos campañas. De los otros candidatos, los únicos que podrían ser independientes, son William Dau y Armando Córdoba, los demás juegan o participan en el mismo círculo de poder de la ciudad.
Así las cosas, el panorama de Cartagena es incierto. La corrupción, el amiguismo, el clientelismo y la burocracia la seguirán atrapando, cooptando que su estabilidad administrativa se verá afectada. Se volvió normal que no esperemos alcalde por cuatro años. De lo que si estamos acostumbrados es que lleguen alcaldes interinos o atípicos, que en un año de gobierno lo convierten en dos y dos los convierten en cuatro. Por eso, creo que ha llegado el momento del surgimiento cuanto antes de un movimiento ciudadanos, no de oportunistas, ni de rencauchados. Una multitud diversa que sea capaz de devolverle el rumbo del progreso y desarrollo a la ciudad para nuestras hijas e hijos y futuras generaciones.