El presidente Juan Manuel Santos dio un paso importante al crear la Comisión Asesora de Paz. Sentar sin odios y resentimientos a todos sus opositores, colaboradores de los diálogos en la Habana para potencializarlo es síntoma que el acuerdo definitivo está llegando a su final.
Aquí comienza todo, si aterriza o ameriza el avión de la paz. La discusión más álgida de los acuerdos es si los excombatientes, guerrilleros, terroristas, narcotraficantes, extorsionistas y cuanto calificativo se le haya puesto, paguen cárcel por sus penas cometidas. Aquí radican los disensos por la paz. Medio país quiere que paguen cárcel y otro que no, que haya perdón y olvido. Si se habla de paz, dejación de armas y acuerdos políticos, significa volver a la vida civil.
A la mayoría del pueblo colombiano pareciera que no les importara otros puntos acordados en la agenda de los diálogos de la Habana, y que sí van a provocar transformaciones profundas, en el campo por ejemplo, cambiará la tenencia de las tierras; cambios estructurales en lo político, social y económico, reparación integral a las víctimas, pero sí se han aferrado a las penas de cárcel que deben pagar los de las FARC. Aquí aparece el resentimiento de nosotros, siendo un pueblo tan olvidadizo, seguimos comportándonos con ideales mediáticos. –Les aseguro que ya se les olvidó la matanza que hubo en Colombia entre conservadores y liberales- ¿La cárcel para quién es? Para los delincuentes, los corruptos, los asesinos, lo corbatudos disfrazados de honorables personajes, los que se roban la salud, la educación, los narcotraficantes, los pandilleros, las bacrim, los paramilitares y los guerrilleros. -Todo el mundo está de acuerdo-
Como dijo Jesucristo, “quien esté libre de pecados que tire la primera piedra” Este es un pueblo politiquero, desigual, inequitativo, violento y untado en todas sus clases sociales del gusanillo del narcotráfico. Los hay desde presidentes, pasando por ministros, embajadores, padres de la patria, alcaldes, gobernadores, hasta campesinos que no saben ni la o. Además, cuántos grandes personajes que han ocupado y ocupan las dignidades del estado han asesinado inocentes. Sólo mirar el desalojo sistemático desde años en que han convertido la zona rural, origen de todos los males del país. Cuántas personas no han muerto por que se roban la salud. Cuántas obras no hay inconclusas sin que nadie responda. Cuánto dinero no se ha robado la corrupción. ¿De qué ética o moral estamos hablando?
La guerrilla debe pagar por sus faltas cometidas, de eso ellos deben estar seguros. Pero, ¿será con cárcel? Podría haber otras formas de castigo. Guste o no, sus inicios fueron de rebelión revolucionaria, lucha de clases, cambio del estado, etc., hoy la modernidad los volvió como volvió a todo el mundo, más competitivo. Dejaron el secuestro como forma de lucha, y entraron en el mundo del narcotráfico. Tienen mucho dinero, son potencialmente ricos, eso se sabe. Sus convicciones ideológicas parece que se mantienen. Entonces, estos colombianos y colombianas que se salieron de la sociedad por sus ideales, y tuvieron que enfrentar y poner en prácticas todas las formas de lucha para no desparecer, ¿merecen ir a la cárcel? Hay que hacer una involución social para aceptar algo distinto. -No se puede olvidar que la UP fue exterminada por la incapacidad del estado de blindar este proceso de desmovilización-
Muchos indemnizan a las víctimas con lo que se roban, una salida sería que la FARC indemnicen a sus víctimas, con dinero, con propiedades, el perdón se lo lleva el viento, la gente quiere son soluciones concretas, reales, que les permita mejorar sus condiciones de vida. Las heridas se cierran con el tiempo. Otra salida, pónganlos a estudiar y hacer trabajo comunitario durante un tiempo, después podrían ejercer su ciudadanía. Recuerden lo que pasó con los desmovilizados de la AUC, la mayoría gatilleros en todas las ciudades. La justicia transicional tiene que llegar a un punto de conciliación, sino, para qué entonces. O todos en la cama o todos en el suelo, como lo sintetizó Cesar Gaviria. ¿Cuál es el miedo que nos embarga a los colombianos? ¿La sociedad colombiana es diferente a otras experiencias exitosas de reconciliación? ¿Seguimos con la doble moral? Yo no creo que las FARC lleguen al poder a través de las urnas. No llegaron con las armas, ahora es más remota esa posibilidad con partidos políticos en Unidad Nacional y un Centro Democrático en crecimiento. Entonces, ¿cuál es el temor o miedo? -Quizás el curubito del establecimiento es la joya de la corona-
Colombia sigue su marcha hacia la paz, que no sean estos disensos los que nos impida llegar a ella. No dejemos que la historia se repita, no nos dejemos llevar por las emociones y vivamos el presente. ¿Matar a una persona por zoofílico y dejar libre y con vida a un pedófilo violador que asesina niños y niñas, no es doble moral? Criticamos y nos rasgamos las vestiduras de todas las cosas extrañas que pasan a diario, ¿cuántos de los que sacan pecho en las altas posiciones han estado en situaciones parecidas o quizás peores? Por eso patenté el siguiente eslogan: “Si nadie hace lo que dice ni dice lo que hace, la verdad se confunde con la razón”.
Aterricemos, dejémonos de vainas, aceptando que la paz y la convivencia es lo que verdaderamente desarrolla a los pueblos. Todos somos seres humanos que merecemos que nos dignifiquen.