Drama social en las cárceles


Es un tema agotado de análisis. Y lo más sorprendente y real es que  las cárceles de Colombia no resocializan a los delincuentes, es todo lo contrario, las convirtieron en la Universidad del crimen. Son centros donde violan a toda hora los derechos humanaos. Y desde donde se planean y ejecutan muchos de los males que estamos padeciendo a diario.

Más del 50%  de los reclusos deberían estar libres, por ser penas menores, de baja cuantía. Pero la congestión en la justicia es una barbaridad. El aumento progresivo de los delitos en todas sus manifestaciones  y la lentitud del poder judicial han atiborrado a las cárceles de muchas personas inocentes o por lo menos no  deberían estar detenidas. Son violaciones sistemáticamente de los derechos humanos. Es una verdad inocultable.

Algunos afirman que deben privatizarse, que el sector privado construya cárceles de verdad, no lo que existe hoy, todas pocilgas infrahumanas. Aquí pueden aparecer las  APP como una solución a este drama social que se vive en las cárceles. La palabra la tiene el gobierno, y tratar de disminuir un poco el hacinamiento carcelario que las tiene al borde del colapso, si es que ya no existe.

El drama social de las cárceles expresa una gran crisis institucional. Ha sido el remedio peor que la enfermedad, la rama judicial con  todas sus  normas y leyes que aplican, jamás, jamás han cumplido para lo que fueron creadas, es decir, las penas son laxas que en vez de ahuyentar el delito, lo que ha  hecho es aumentarlo. El hacinamiento carcelario en Colombia es de lo más aberrante en América Latina y el mundo. Todos los días vemos por los medios, la detención en flagrancia de delincuentes, llevados por la policía ante un juez o fiscal, y al cabo de poco tiempo están libres. Vuelven a delinquir y los vuelven a dejar en libertad.

Ante esta situación, la policía aparece como convidada de piedra, actúa, interviene, protege a los ciudadanos y más tarde por los mismos medios ven nuevamente a los delincuentes libres. Ella, la policía es la que menos poder tiene para detener a una persona por un delito cometido, son los jueces, la fiscalía que determinan las penas.

Como dijo alguien, la tragedia y miseria que se vive en las cárceles colombianas es el reflejo de la corrupción, la inmundicia y el comportamiento de la sociedad en su conjunto. En el fondo tiene razón. Y también hay asomo de pobreza. Aquí se resume todo lo hecho y los resultados  están a la vista. Existen hoy casi 170.000 reclusos, ya no hay donde meter uno más, por eso quizás las autoridades y abogados litigantes dan y piden casa por cárcel o libertad a sus defendidos. O sino las mismas leyes dan esas gabelas a los que han transgredido la ley. (https://www.google.com.co/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=hacinamiento%20en%20carceles%20de%20colombia)

La sentencia T-153 expedida por la Corte Constitucional, allá por la década de los 90, producto de unas tutelas presentadas por los mismos reclusos en defensa de todo el sistema carcelario, sigue su camino, recorridos por todas las instancias gubernamentales, judiciales y penales sin que se haya cumplido a cabalidad, la cual ordenaba mejorar las estructura físicas de las cárceles por ser una de las variables causantes del hacinamiento. Y un chiste del General Ricaurte, director del INPEC en el año 2012, “en Colombia debemos construir una cárcel cada dos meses”. Se pueden imaginar la dimensión del problema. (http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/pais-tendriamos-construir-carcel-cada-dos-meses-general-ricaurte)

Lo cierto de todo, es que la cárcel no ha sido la solución a la delincuencia. Incluso algunos expertos en temas penales se han atrevido a proponer que es mejor desaparecerlas. (http://www.eluniversal.com.co/cartagena/actualidad/carceles-en-colombia-deben-desaparecer-86425)m Es posible que tenga sentido, cuando casi la mitad  de los detenidos han sido solo sindicados. El drama es aberrante, traumático con altos niveles de violación a los derechos humanos.

Y por último, como para visibilizar aún más esta gran problemática, la gente no confía en la aplicación efectiva de las condenas, y ahora se está volviendo viral, costumbre, que delincuente que cojan en flagrancia traten de ajusticiarlo con sus propias manos. Por la impotencia que ven a diario con los asesinos sueltos en las calles. Eso es un detonante a ser considerado como una alarma social dentro de la firma del eventual proceso de paz y el siguiente posconflicto.

 

 

 

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