Cartagena es la ciudad de Colombia donde todo se puede hacer. Por eso, no es casual que esté llena de personas del interior y de la gran provincia Bolivarense. El conocimiento de la gente es, “en Cartagena se permite de todo”, es una oportunidad de hacer dinero y sin tanta molestadera de las autoridades. Además se le suma su vocación turística. Es un lugar que pasa de fiesta en fiesta y de festival en festival.
Tan cierto es todo esto, que es la única ciudad de Colombia que se atrevió a construir peajes urbanos, es decir dentro del perímetro urbano. El entonces alcalde Carlos Díaz firmó el decreto que le dio vida a los peajes. La Concesión Vial fue la constructora del proyecto Corredor de Cargas o Corredor de Acceso Rápido a la Variante de Mamonal, su nombre original. Esta concesión se firmó por 12 años, es decir hasta el 2015. La inversión se recuperaría, a través del 20% por valorización y el 80% restante por el cobro de pejes. Ambas cosas se hicieron.
Pero, los peajes siguen como el primero día, en vez de ir pensando en su desmonte, lo que hacen es potencializarlos más y montan un nuevo peaje en la vía Mamonal, carretera del corregimiento de Ballestas. ¿Hasta cuándo los peajes urbanos en Cartagena? Esta pregunta se la viven haciendo muchos ciudadanos de aquí, visitantes nacionales y extranjeros. Todo el mundo sabe quiénes son los dueños de este jugoso negocio. Como también todo el mundo sabe, que desde sus inicios hasta ahora le han firmado más de 13 OTROSI al contrato de Concesión original por los alcaldes de turno.
Yo pregunto, ¿es posible hacerle a un contrato de concesión tantos OTROSI? Si ya cumplieron su ciclo de vida los peajes, ya ha sido recuperada la inversión, ¿por qué dejar que se sigan enriqueciendo? Esta sí es una acción que le podría salvar la revocatoria a Manolo. Pero qué va, los mismos con las mismas están detrás del alcalde. – Y pensar que acabar con los peajes, fue un eslogan de campaña del director de Corvivienda cuando competía por la alcaldía-
Como todas las cosas que pasan en la heroica, que sigan los peajes, que sigan las motos, que sigan las invasiones del espacio público, sigan, sigan los escándalos, sigan los tramuyos en todos los centros de poder. El estoicismo tiene su límite, no se extrañen, que en cualquier momento las cosas puedan cambiar y no ser nunca más iguales a lo establecido.
¡Oh Barranquilla ¡ que ha modernizado su sistema vial, sus calles, sus amplias avenidas sin necesidad de darlas en concesión¡ Y recordar es vivir, en la exposición de motivos del famoso decreto de Díaz, él afirma, “El Distrito nunca hubiera podido realizar una obra vial tan importante como esta, porque no habríamos conseguido los recursos" El Tiempo, 25 de Julio de 2001.