Quien se roba la salud es un asesino


Este es un tema tan trillado, analizado, sobre diagnosticado y priorizado en los diferentes planes de desarrollo de los alcaldes de turno. Lo cierto de todo es que siguen existiendo los mismos males. “Paseo de la muerte”, sigue tan campante como el primer día. Y los dirigentes en salud se jactan de decir y vociferar que han alcanzados niveles de calidad en el servicio de salud en los diferentes centros asistenciales.

Mentiras, puras mentiras, el servicio colapsó. No se sabe quién está más perjudicado, si los estratos altos o los estratos bajos. La crisis es tan profunda, que hoy en día estamos todos afectados por igual. Ni con la nueva reforma que impulsa el gobierno se podrá salir de su estado calamitoso.

Seguramente, y es paradójico, que los estratos altos sientan más la crisis, ya que los estratos bajos viven con ella. Por ejemplo, una familia subsidiada, le asignan una cita para dentro de tres meses, ya se acostumbraron. Una familia de estrato alto no aguanta tanto tiempo. Va a consulta particular. Y vuelvo a repetir, los profesionales de la salud asegurando que han implementado estándares de calidad en el servicio. Pura paja, pura corrupción.

Bueno, pero, ¿por qué es un asesino? Hay muchas razones que lo justifican. Para comenzar, robarse los dineros públicos de la salud, es disminuir la atención en Promoción y Prevención que es el programa más importante en el campo de la salud. Recomendado por la Organización Mundial de la Salud y sus pares en los diferentes gobiernos territoriales.

El PyP es el programa bandera y emblemático de cualquier entidad de salud que se respete. Esquilmar sus recursos, es no permitir llegar a familias enteras con información dirigida a la prevención de enfermedades y al uso higiénico que se debe comportar para no contraer virus, infecciones y otras plagas.

Los recursos no alcanzan para ejecutar estos humanos programas. Enfermedades abundan como la verdolaga, acuden a los CAP más cercanos, los colapsan y suben al segundo y tercer nivel de complejidad, está peor, y por último, lo esperado, la persona muere o queda inservible por la no atención oportuna. Aquí se configura el crimen. Digan ustedes, si en realidad, ¿no es un crimen? El robo provocó este desenlace. Hablemos claro, ya van 8 niños y niñas muertos por dengue. Y los que faltan, no lo quiera dios.

No hay derecho, cierto. Otro antecedente, el programa Salud Sexual y Reproductiva. Es ineficiente ante tantos embarazos de adolescentes. Niños y niñas enfermos de enfermedades prevenibles y las madres con niveles altos de desnutrición. ¿Dónde está la calidad que pregonan? Otra mentira.
Las avanzadas en las comunidades, también se quedan cortas por la tajada que deben coger los que administran la salud. A la falta de presupuesto, los programas quedan sin terminar y lo más seguro es que son sobredimensionados en sus resultados. Otra mentira pública de vieja data.

El programa de aseguramiento en salud, es otro que se ha quedado corto en cobertura. Existe un gran enredo para afiliar a familias. El solo imaginar que en el distrito hay miles por fuera del sistema de salud, es un indicador alarmante. El DNP asigna las familias y autoriza los recursos y que va, todo se esfuma como arte de magia. La esperanza de vida de muchas personas disminuye.

El DADIS, a través de su directora informa que el dengue está controlado y que los índices de afectación son menores que el promedio nacional y muy por debajo de los indicadores de Cartagena. ¡Qué respuesta tan cursi e inhumana! Van ocho niños y niñas. No debería haber muerto ni uno solo.

Las EPS, IPS y todo el sistema de salud llegó a su tope. Hacen todo lo posible para no atender a los pacientes. Les adeudan dinero, es la excusa. Mientras, que se sigan muriendo los niños y niñas de la ciudad. ¡Ya no son el futuro! El futuro, son familias prestantes enriquecidas a costillas de los recursos de los pobres. ¡Qué vergüenza! Y aparecen en tiempos de elecciones, como si nada hubiera pasado, pretendiendo el apoyo del pueblo para seguir dirigiendo a la ciudad. ¡Qué barbaridad!

Son los que más van a las iglesias y dan altos diezmos para disimular sus atrocidades. Son de la consigna, “pecar y rezar es empatar” y peor aún, construyen iglesias para congregarse con sus feligreses. Que Dios tengan compasión de ellos y sus familiares.

Y por último, invito a todos los cartageneros y cartageneras a tener mucho cuidado con sus seres queridos, hoy es un peligro enfermarse. Las clínicas y hospitales no dan abasto ante tantos pacientes. Y si les toca ir de urgencia, llévense una silla para siquiera poder sentarse. Y de camilla ni pregunte, tenerla es un privilegio o mejor dicho una bendición. Y ruegue que no le vayan a suministrar medicamentos equivocados.


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