Como todo mundo sabe, salario es la cantidad de dinero que se recibe por un servicio prestado. Los hay de diferentes modalidades, al fin y al cabo es la paga por la dedicación a una actividad manual, profesional o científica. Todos son salarios remunerados.
En términos macroeconómicos, los niveles salariales los maneja el gobierno de cada país. Es decir, los aumentos pactados con el sector empresarial, los trabajadores y los indicadores económicos en forma global son considerados para determinar todos los años los incrementos. Colombia, según algunos investigadores, e incluso para un Premio Nobel de Economía asegura que el salario mínimo es muy alto. (Ver: http://www.elcolombiano.com/el_salario_minimo_de_colombia_es_muy_alto_christopher_pissarides-OEEC_237595) ¿Cómo les parece semejante afirmación? Totalmente fuera de contexto. Sabiendo todo el mundo que una de las grandes desigualdades que arrastramos los colombianos es en el campo salarial.
Ejemplos hay muchos. No es en esencia a lo que me voy a referir. Sino a las trampas de los salarios que cada día tienen más asfixiadas a las familias. ¿Por qué el dinero no alcanza hoy para nada? Seguramente que habrán muchas respuestas, pero la que nunca ha sido considerada por el gobierno, mucho menos por los empresarios y no sé si confabulados con las centrales obreras, es que los precios de los productos de la canasta familiar nunca, pero nunca se ha mantenido estable siquiera seis meses. No ha habido un gobierno que sea capaz de congelarlos. Algunos versados en la materia, e incluso algunos prestantes economistas dirán que, todas estas variaciones de los precios de los artículos los impone el precio del petróleo, el cambio climático, la deforestación del planeta y otras cosas más. Y más exacto el modelo Neoliberal imperante.
Mentiras, mentiras, mentiras. Esas teorías económicas no se pueden seguir manteniendo. El precio del petróleo hoy está por el suelo. Y las proyecciones económicas y financieras de los grandes oferentes fueron hechas con base al barril en 100 dólares. Aquí surge una trampa mortal, sanguinaria, injusta, maléfica e inhumana sobre los porcentajes mínimos en que suben los salarios. Y algo muy desastroso, palpable y codicioso, las grandes empresas se están apoderando de estas grandes diferencias (el barril de petróleo no llega hoy a los 50 dólares) y además se le suman las utilidades normales por la venta de sus productos en el mercado. Aquí se confabula un detrimento salarial implacable sobre los consumidores. Para el que quizás no entienda de economía, en términos cotidianos, las empresas elaboran sus presupuestos con base al precio alto de los insumos (petróleo) y así calculan los precios de venta unitarios, obteniendo desproporcionados márgenes de ganancia al momento de venderlos. Así de fácil. El gobierno interventor, que hablaba Keynes se desdibuja ante la masacre que cometen a diario con los consumidores.
Y uno se pregunta, ¿por qué la gente vive mejor o tiene mejor nivel de vida en países como Estados Unidos o Europa? Muy sencillo, allá lo que se ganan les alcanza para hacerlo. Los márgenes de utilidades de las empresas están limitadas por el gobierno. Explico, sólo para poner un ejemplo: los servicios públicos en esos lugares son considerados Servicios Públicos Sociales Básicos, esenciales para la vida. A nadie se los cortan. Y sus precios no están por encima de los valores normales.
Allá los empresarios para enriquecerse tienen que trabajar toda la vida, y acá en estas latitudes donde está Colombia, a la vuelta de cinco años ya pretenden alcanzar grandes utilidades. Los consumidores ven estrangulados sus ingresos para atender el pago de los servicios con precios tan altos. Esta es una gran trampa mortal inmisericorde con los flacos salarios que recibe la mayoría de los nacionales. Más de la mitad de los colombianos devengan un salario mínimo y casi un 35% de la población actúa en la informalidad. (Ver: http://www.kienyke.com/historias/cuantos-colombianos-se-ganan-un-salario-minimo/)
En esos países desarrollados existen fuertes ligas de consumidores que defienden a sus asociados. Son organizaciones tan reconocidas, que una advertencia o comunicado de ellas producen un efecto boomerang en la sociedad que las empresas productoras de bienes y servicios les temen. Por acá no ocurre así. Acá lo que ocurre, es que un jabón de baño varía de precio de una tienda a otra o de un supermercado a otro y no pasa nada, los clientes compran sin importarles las diferencias. -Las trampas están ahí y seguirán diezmando el bolsillo de todos los consumidores-
¿Usted ha visto que los precios de los artículos básicos bajan de precio? Nunca, siempre están al alza. Y también se han dado cuenta que en diciembre y a principio de cada año todos los precios se disparan, y que el incremento salarial que no llega ni siquiera al 5%, no es ningún real incremento. Esto es lo que llamaba Keynes, “la trampa de liquidez”, pensar que sube el salario y por otro lado suben los precios. La plusvalía que hablaba Marx, no es nada comparado con lo que sucede hoy en día. Los empresarios y las empresas han perdido su función social. El sector privado lo domina todo, ¿por qué tanta prisa para recuperar las inversiones? Hay que desprenderse un poco de la codicia y proteger a los consumidores. -Esta es la tan cacareada verdadera responsabilidad social empresarial-