Vivencias reales en los barrios populares de Cartagena


Cuando me tocó actuar como asesor del gobierno de Judith Pinedo a través de la estrategia Plan de Emergencia Social Pedro Romero tuve la oportunidad de presenciar y escuchar varias vivencias a lo largo y ancho de los barrios más pobres de Cartagena. Son historias reales que suceden y siguen sucediendo inadvertidas para muchos, pero conocidas también por muchos y por las mismas autoridades.

Un líder social con cierto temor me llama aparte y me dice: “Por favor ayúdenos, aquí en el barrio y sus alrededores están regalando drogas a los niños para volverlos adictos, y después asegurar el mercado y utilizarlos para sus vueltas” Increíble, inaudito estaba sucediendo. En el salón de actos de la alcaldía de Cartagena durante una reunión de rutina, aprovecho y suelto la bomba al director de la policía metropolitana, que estaba presente.

Los Priscas, una familia que se ha dedicado a vender carbón en el merado de Bazurto. Todos dependen y viven de esa actividad. Por orden de la alcaldesa y la directora del PES de ese entonces, Josefina Mendívil los visitamos en su residencia para tratar de solucionarles sus necesidades. Vivían en una casa de interés social más de 50 personas, y para remate, tenía amarrado en el patio un hombre que la droga lo enloqueció. Encontré un señor de más de 45 años sin cédula de ciudadanía. Había niños sin educación sin salud, la casa sin agua sin luz, mejor dicho. Se identificaron los que no estaban registrados, se le hizo mejoramiento de vivienda, tuvieron apoyó sicológico, alimentario, legal y por último recibieron una indemnización económica para adelantar proyectos productivos. El cuento final, la señora Prisca con tantas necesidades, la plata se les esfumó de las manos. Todavía siguen con su actividad del carbón.

La señora inválida y postrada en una cama manda a su pequeño hijo de 12 años a comprar leche y pan en la tienda, de regreso una pelea de pandillas lo asesina. Qué dolor para esa madre. Fue un error, no, no lo fue, lo hacen para hacerse sentir en los territorios, según la asistencia sicológica, y si está lloviendo los impactos son mayores.

Lideresas angustiadas, preocupadas por las violaciones a sus niñas pequeñas. Embarazos no deseados o adolescentes embarazadas a montón. Niños de 6 y 8 años teniendo sexo. El hacinamiento es caldo de cultivo para las malas conductas inducidas. Apoyo sicosocial y ruta para reclamar sus derechos.

En los barrios populares de Cartagena se viven otras realidades, diferentes a las que vive el gobierno distrital, el sector privado y muchos dirigentes locales. Muchas personas de todas las edades esperando una oportunidad. Hay que tratar de coincidir con esas realidades para que exista una armonía institucional y social. Cuando el gobierno actual anunció inversiones directas en las comunidades, pensé, por ahí es el camino, así no les guste a muchos, los pobres necesitan soluciones inmediatas.

Y esas inversiones inmediatas deberían ser canalizadas a través del Plan de Emergencia Social Pedro Romero. Ya que, por mucho que haga la directora actual, doctora Cielo Blanco Flórez, por resolver múltiples situaciones en las familias más necesitadas de cada localidad, no son suficientes, si no hay acompañamiento institucional de todas las dependencias del distrito, y muy en especial por el despacho del alcalde mayor de la ciudad. El PES es transversal a todas las dependencias, es la aplicación de las teorías intersectoriales. Y si no recibe recursos suficientes, seguirán viviendo y viendo a jóvenes atrapados en las trampas de la pobreza. La pobreza se combate es en los mismos territorios, ensuciándose de barro, no se combate con anuncios publicitarios ni mucho menos con los micrófonos. La lucha contra la pobreza debería ser un objetivo común de todos los cartageneros, el hambre está golpeando cada día a más familias enteras.


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