Si amigos lectores, la vocación de Cartagena es turística, portuaria e industrial. Todos los proyectos de desarrollo, todas las formaciones técnicas, profesionales, todas las acciones de los gobernantes tienen que ir en esa dirección. La autonomía del distrito, como dice la constitución, el régimen municipal, la ley 617, la ley 715 y los vientos de descentralización, pueden mancillar su independencia. Menos aún, el nivel central puede imponer proyectos de desarrollo que no correspondan a sus potencialidades.
No podemos seguir permitiendo que el centralismo rancio, la siga tomando como un laboratorio experimental, trastocando su vocación, sin tener en cuenta su idiosincrasia, sus condiciones geográficas, su cultura, mejor dicho a su propia gente raizal. Esta es una ciudad de afrodescendientes, no blancos, hay más negros que cualquier otra raza. Aquí somos trienios, nadie es puro, llevamos tres sangres, blanca, africana e indígena. Los estudios previos son indispensables. El enfoque diferencial tiene que ser aplicado a cabalidad.
Cartagena tiene identificada su vocación desde hace muchos años. Pensar o dimensionar otra ciudad es mearse fuera del tiesto. Hoy es una urbe sin ninguna planificación, su crecimiento ha sido desbordado por tantas improvisaciones que la tienen en un proceso de reacomodamiento urgente acorde con los desafíos de los tiempos actuales.
La industria sin chimenea sigue siendo la mayor generadora de empleo, después del distrito y todas sus dependencias. Sin embargo, las grandes ganancias del sector siguen sin potencializarla que la lleve a la vanguardia de los sitios turísticos del Caribe. Sólo para poner un ejemplo, son pocos los que hablan otra lengua después del español. Eso le quita competitividad. Un componente inaplazable en las políticas distritales. El Colegio Mayor de Bolívar tiene que ocupar su responsabilidad histórica en el desarrollo de Cartagena. Sus esfuerzos han quedado relegados ante la competencia desleal con la permisividad de las autoridades educativas. Hay que convertirlo en su esencia, formador de bilingüismo en la población cartagenera.
La zona industrial es un importante renglón generador de empleo y riquezas en los pobladores. Todavía le falta comprometerse más con la utilización de mano de obra local. ¿O es que acaso los perfiles técnicos y profesionales que salen de las instituciones educativas no son acordes con sus requerimientos? Una pregunta que debe responder la Mesa Sectorial que define las competencias laborales que necesitan las empresas de Cartagena. Si no es así, entonces estamos sacando profesionales y técnicos en serie sin ninguna posibilidad de enganche laboral. -Uno de los orígenes de tanta informalidad- La espiral de la pobreza histórica.
La ciudad puerto es transversal a todo lo que sucede en ella. El canal del dique fue un gran invento del hombre para darle mayor competencia y movilidad de cargas. Ciudad región es el paso atrasado que hay que dar. Es imperioso adelantar los trámites para que por fin tenga su área metropolitana como todas las ciudades importantes en Colombia. También es estratégico dinamizar su integración con el Caribe colombiano. Los dirigentes no pueden seguir siendo inferiores a las realidades de la ciudad.
Y por último, carecemos de un Plan de Ordenamiento Territorial renovado, actualizado con vocación de Cartagena. ¿Son coherente los Planes de Desarrollo con las potencialidades de la ciudad? Seguimos haciendo la tarea al pie de la letra de la coherencia con los planes nacionales, sin considerar si esos proyectos tienen el mismo impacto en Bogotá, en el Chocó, en el Casanare que en Cartagena. ¿Qué ha pasado con las entidades donde el distrito tiene acciones? Ejemplos, Aguas de Cartagena, Sociedad Portuaria, Aeropuerto de Crespo, para mencionar sólo estas tres, que trascienden con su vocación. Anualmente producen mucho dinero sin ninguna contraprestación para la ciudad. Ojo, advierto, el proyecto Transcaribe va por el mismo camino. El distrito es socio operador y otros se llevan los dividendos.