En Cartagena no habíamos tenido un alcalde con el perfil de William Dau. Loco, grosero, alboliado para hablar, no actúa con libretos prefabricados, frentero, pero eso sí, serio, honesto, transparente, honrado y con unos inmensos deseos de servir a su pueblo. Precisamente, ante tantos ataques por todos los frentes, sus únicas defensas son las Redes Sociales y el apoyo total de la ciudadanía.
William Dau está atrapado con la corrupción. No puede avanzar ni lo dejan. Con pandemia o sin pandemia, la situación financiera, social y política se tenía que presentar. Llegó ese momento, una administración asfixiada por sus finanzas, atiborrada de embargos (algunos direccionados por la corrupción), desajustes sociales acumulados y una clase política acostumbrada a feriarse los recursos del distrito. Y lo peor, el engendro maléfico está dentro del palacio de la aduana, es invisible como el coronavirus., “todos lo comentan, nadie lo delata”. Héctor Lavoe. Sólo el Libro Blanco podría hacer público lo que todo el mundo sabe.
Una sola golondrina no hace verano, reza el adagio popular. Sin embargo, Dau no está solo, sabe que cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. Soplan vientos fuertes dentro de la pandemia, no hay dudas que orquestados desde el mismo poder central. Le tienen una marcación milimétrica, nunca vista. Esto era previsible, jamás habíamos temido un alcalde parecido a William Dau. En épocas de antaño robaban y bastante, pero la mayoría de sus ciudadanos eran ignorantes de lo público, todo se podía y nadie decía nada.
Hoy en día, el conocimiento colectivo mejoró y cambió. En buena parte, gracias a las tecnologías digitales. Todos somos jueces implacables para cosas buenas o malas. Es el sustento político de Dau, sin embargo, no es suficiente. Mirar con lupa todas sus actuaciones y la de su equipo de gobierno, incomoda a cualquiera, y para eso utilizan todas las fuerzas posibles con que cuenta el aparato corrupto nacional, regional y local. Aquí entra a jugar una máxima, “favor con favor se paga”.
Las improvisaciones desde Campo Elías hasta Pedrito Pereira se fueron acumulando que saturaron la capacidad institucional del distrito, que lo tienen ad-portas de colapsar en sus funciones constitucionales. La interinidad administrativa frena el desarrollo, esto es científico. Hay que pedalear con lo que se tiene. La ciudad pide con urgencia políticas prospectivas y para eso es necesario el concurso de todos los actores. -Juntos, pero no revueltos- Dau tiene que mantener su eslogan, “Salvemos Juntos a Cartagena”, es su sello de garantía, su chaleco antibalas.