Atlético de Madrid: todo no es la plata


El Atlético de Madrid se parece más a un equipo de baloncesto que a un equipo de fútbol, lo cual ya es una gran virtud. 

El baloncesto se caracteriza por la táctica, por la velocidad, por la precisión, por la marca asfixiante al contrario, por la solidaridad de sus jugadores para ayudar en defensa y en ataque, y por la astucia para preparar jugadas con balón parado. En resumen, es un deporte muy colectivo, y eso es el Atlético de Madrid.

Por esa misma razón, cuando  ese colectivo sufre una lesión o una suspensión en uno de sus jugadores, lo reemplaza otro y el equipo no se resiente porque su trabajo se basa en lo colectivo y no en las individualidades. En síntesis: un equipo más de obreros que de figuras. Esa es la diferencia entre su fútbol y el fútbol de los grandes equipos de Europa a los que eliminó. O si no que lo diga Barcelona y Real Madrid que dependen demasiado de Messi y Ronaldo.

Pero, además, combina esa virtud de equipo colectivo con otras adicionales que su técnico Diego Simeone le ha inculcado: un equipo muy aguerrido, muy motivado y con una confianza tremenda.

El Atlético esta temporada fue una grata sorpresa para el fútbol porque  les enseñó a los ricos de Europa que con un equipo sin grandes figuras se puede hacer una gran campaña, como la que hizo el Atlético de Simeone.

Por eso ganó merecídamente la Liga española luego de 18 años, ante el Real Madrid y Barcelona, equipos llenos de estrellas. Se le fue la Liga de Campeones en extratiempo ante Real Madrid, un equipo que tiene tres veces el presupuesto del Atlético. Se le escapó la supercopa de España por diferencia de un gol ante Barcelona.

Bienvenido ese fútbol de guapos, de sacrificio, de temperamento. Es otro fútbol, diferente al que nos acostumbró Barcelona durante casi un lustro, pero es una lección de fútbol para los grandes.


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