Y así veo al Real Cartagena. Una empresa sin objetivos, con problemas estructurales y, lo peor, sin credibilidad ni voluntad de cambio por parte de sus propietarios.
No es casual que el equipo suba a la primera A, allí permanece no más de tres años y vuelve a bajar a la B. Es el reflejo de la improvisación, como la ciudad.
La forma de manejar el equipo es igual a como se maneja la ciudad. O sea, a la ciudad la manejan políticos inescrupulosos como si fuera un negocio privado. El Real Cartagena es un negocio privado y lo quieren manejar también con recursos públicos. Pide y le regala dinero el Distrito y la Gobernación para ayudar a financiar su negocio particular, so pretexto que el equipo es de la ciudad. Pero nunca entregan cuentas porque alegan que es un negocio privado.
Leo y escucho el diagnóstico que le han hecho los conocedores del equipo, así como las causas que lo llevaron, por cuarta ocasión, a la Primera B y no veo ni oigo una solución concreta.
Hay argumentos de todo tipo. Y el que más escucho es la salida de los dueños.
Ignoro si esa sea la solución. Lo que sí sé es que el Real Cartagena se debate entre el pesimismo y la desesperanza de sus hinchas. Igual que la ciudad con sus habitantes.
Me temo que Real Cartagena va a estar sumido en la B más de un año. Veo difícil que un equipo con tantos problemas (especialmente de credibilidad) pueda volver a la categoría A en el corto plazo. Ojalá me equivoque pero, paradójicamente, en la B hay más intereses y mayor competencia deportiva, así ésta no sea de la mejor calidad. El Real no es más que el reflejo de la ciudad.