Ruta Caribe mejorará la infraestructura vial, pero ¿Cuál es el precio ambiental que hay que pagar?


Hace una semana me fui a San Juan Nepomuceno (Bolívar) y durante el viaje vi los avances de la Ruta Caribe y también como se han talado docenas de árboles frondosos que durante muchos años dieron sombra, fueron la casa de pájaros y aves, y captadores de CO2, pero que debido al Macroproyecto vial debieron morir.

A medida que avanzaba veía muchos más de estos árboles y palmeras aún de pie y me preguntaba si estos también serían derribados y si habría forma de desviar el diseño y dejarlos como parte del paisaje, como ha ocurrido en otras ciudades y países con proyectos similares.
En cada trayecto nunca dejé de mirar los árboles que estaban en la ruta que tomaría esa nueva vía, y los obstáculos que se presentarían para los ingenieros, pues en algunos casos no había más espacio para ampliar, y me decía a mi misma: tal vez la pasen para el otro carril.
También me imaginaba a los árboles allí y la vía pasando por los lados, se verían muy lindos, seguirían ayudando en la captación de CO2 y le ahorría costos al consorcio o contratista.
Pensé también en un gran árbol que el año pasado derribaron los contratistas que llevan a cabo el proyecto “Doble calzada Cartagena - Barranquilla” (Vía del Mar) en el que nadie pudo hacer nada, pues para los constructores no era más que un obstáculo. Mi gran temor era pensar que esto puede repetirse y que nadie haga nada para evitarlo.
Contrario a lo que muchos piensan, los árboles y el entorno natural que los rodea cumplen muchas funciones importantes para el planeta y nosotros. Son también la casa, el paradero y fuente de alimento y anidación de muchas especies de animales que también son importantes dentro de nuestros ecosistemas.
Como lo he dicho muchas veces, en varias de mis columnas, no estoy en contra del desarrollo, creo que es un mal necesario, pero, sí de las políticas o decisiones que no van de la de la sostenibilidad o sustentabilidad ambiental.
Con los avances de la ingeniería, hoy en día se puede hacer hasta lo imposible. ¿Cómo es posible que nuestros ingenieros sólo piensen en el concreto y dejen de lado la naturaleza sin medir las consecuencias?
Hace un par de días leí una columna de Armando Montenegro, en El Espectador, se titulaba la “La fuga verde” en la que explicaba como en Pasto, una ciudad que se caracterizaba por el colorido y la belleza de sus zonas verdes, había cambiado por los colores del cemento y el ladrillo, y cómo el progreso continua por encima de su belleza natural. El autor también destaca la indiferencia los mismos pobladores ante semejante fenómeno y me pregunto; ¿Si nosotros estamos en la misma tónica? ¡Ojalá que no!
Me pregunto también ¿Si la Ruta Caribe tienen licencia ambiental, si la necesita? Si es así, ¿En qué sectores de la vía se aplica? ¿Dónde están los diseños, qué va a pasar con toda esas hectáreas de árboles y plantas que reverdecen el entorno vial ¿Cuál es la compensación? ¿Por qué no hay una página en Internet que le explique a los ciudadanos y aclare esta clase de inquietudes? Cardique debe saber.


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