Un espectáculo contaminante


Cada vez que voy en un bus o caminado por la calle veo a mí alrededor cualquier cantidad de avisos publicitarios que invitan al concierto de fulanito o a tal evento.

Están por todas partes, el los paraderos, en las vallas, en los locales comerciales, en los taxis, en el encerramiento de las construcciones, en las carretas de los caballos cocheros y en los centros comerciales.
Me pregunto ¿A dónde van a parar todos esos pendones, esas vallas, esos pasacalles y esos folletos, una vez termine el evento? Toda esa basura publicitaria que no sólo se convierte en contaminación visual sino también en un gran impacto para la naturaleza, pues la mayoría están hechos de materiales resistibles a los factores ambientales.
Y ni hablar del merchandising con el que llegan los patrocinadores del evento; collares luminosos, bates de plástico también luminosos, afiches, muñecos fluorescentes, sombreros de plástico o cualquier otro artículo desechable que al día siguiente vemos en las calles o en los canales de aguas pluviales. Pasan los meses y los seguimos viendo en cualquier lugar.
Hace un par de días quise resolver mi inquietud y la oportunidad se me dio en un taller de organización de eventos. Mientras el profesor explicaba todo la logística para organizar un megaconcierto y la multimillonaria inversión que se hace en divulgación y publicidad, yo me preguntaba si dentro de todo ese plan habría un párrafo dedicado a la responsabilidad ambiental que deberían tener los empresarios conscientes del impacto ambiental que se genera en esta clase de eventos.
Entonces le pregunté al profesor: ¿Una vez realizado el evento, qué pasa con toda la publicidad que queda en las calles. A dónde va a parar? Y él me contestó tranquilamente “a la basura porque ya no sirve para nada más”. Y le volví a preguntar: ¿Y no hay algo que se pueda reciclar? y me contestó que no sabía.
Entonces le dije; ¿Y ustedes han considerado dentro del plan de trabajo algo relacionado con la responsabilidad ambiental? y me dijo con cara de sorprendido: “Es una buena idea, pero todavía no lo hemos considerado importante pues creemos que de eso se encarga la empresa de aseo y el EPA”. Sus respuestas me dejaron realmente preocupada.
Y solo les estoy hablando de anuncios publicitarios, ahora pensemos en el traslado de los artistas, los equipos, el consumo de energía, de productos, de combustible, los decibeles de ruido, el uso de vasos desechables, bolsas y botellas de agua e icopor, etc.
No es que yo esté en contra de los conciertos o eventos, también asisto a ellos y los disfruto al máximo, pero creo que ´podemos generar un menor impacto ambiental.
En mi caso procuro no recibir esos obsequios desechables. También evito consumir bebida en botella de plástico, prefiero las de vidrio. Y cada vez que salgo de ellos sueño con que algún día pueda escuchar y disfrutar de un concierto que genere pocos impactos negativos al medio ambiente, que no haga tanto daño a la naturaleza, que no produzca tanta basura.
Las herramientas ya existen solo hay que buscarlas e implementarlas. Publicidad con papel reciclable, pendones hechos en cartón, impresos con tintas ecológicas. En fin, creo que si nos lo proponemos podemos hacerlo, pero mientras los organizadores y empresarios piensan en la importancia de cuidar el planeta, sería bueno que siempre, al iniciar un concierto se le anuncie a los espectadores la responsabilidad que tienen con el medio ambiente, es más debería ser regla de oro para todos los eventos por muy pequeños que sean.
El Ministerio de Ambiente debería reglamentarlo. Ojalá Sandra Bessudo, próxima ministra de Ambiente, lo haga.


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