Manual (de afán) para electores


... no sea que para el candidato, “la transparencia” sea una blusa o que “la cosa pública” no sea más que una cosa en el pubis...

 

Si usted va a ejercer su derecho a elegir alcalde, concejales, ediles, gobernador y diputados es bueno que tenga en cuenta: 

1. Primero algo de teoría: no olvide que el cupo para el colegio de su hijo, el arreglo de su calle o la atención médica no son favores de campaña política: son derechos cuyo goce debe ayudar a garantizar quien sea elegido, independientemente de si usted votó o no por él. No le dé pena exigirlo. Afortunadamente cuando alguien gana las elecciones todavía suele decir: “me eligió el pueblo”, y no pasa lo mismo cuando las pierde.

2. Ahora sí, la práctica. Si va a vender su voto, véndalo bien… Y no estoy hablando de plata: por lo menos busque al candidato, averigüe quién es y pregúntele qué va a hacer para tratar de solucionar algunos problemas de su comunidad y esté atento a que la respuesta no se quede en unos abanicos, cemento para la casa o el medicamento que está necesitando. No ve que usted le está ahorrando tiempo y trabajo: entre más platica se reparta menos convencimiento necesita.

3. Si usted es de los que todavía sacrifican una gallina para ofrecerle un buen sancocho al candidato y su comitiva, hágase tomar una foto con él, preferiblemente con la presa de la gallina en la mano. De pronto, una vez elegido, al candidato le da un repentino ataque de amnesia y no recuerda lo que habló con usted y con la gente de su barrio. Ahí es donde usted le lleva la foto y le exige que por lo menos le devuelva la gallina.

4. Si usted recibe alguna “ayuda” a cambio de su voto, pues vote por quien le dio la ayuda y no por otro. ¡No hay derecho a semejante engaño para el candidato! ¿No ve que así usted pierde credibilidad en el gremio y nadie va a volver a buscarlo en las próximas elecciones?

5. En lo posible, hágase nombrar jefe del comité de eventos de la campaña. Eso sí es vida; es sólo comparable con el Carnaval de Barranquilla.

6. Ni se le ocurra bautizar por estos días a un hijo suyo con un padrino-candidato porque ese señor ya debe ser, o va a ser, compadre de por lo menos 20 papás más. Búsquese mejor a un vecino o un pariente.

7. Pero si definitivamente quiere llamar la atención del candidato, dígale que usted es mototaxista o miembro de la comunidad LGBT o que pertenece a alguna nueva congregación religiosa con uno de esos nombres apocalípticos o supramísticos… son intocables y arrastran muchos votos.

8. Bueno, y si aún no tiene preferencia por alguno de los candidatos, procure mirar cuál le inspira confianza. Es decir, preste atención a lo que dice, no sea que para él “la transparencia” sea una blusa, un barrio de la ciudad o una placa de rayos x. O que un “programa de gobierno” sea un reality show o salir de rumba. O que “la cosa pública” no sea más que una cosa en el pubis o una manifestación callejera.

9. Y como último recurso, si tiene oportunidad, revísele manos y uñas… dicen que allí se conoce a la gente.


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