Pedagogía casera


El cocotazo fue inmortalizado por Don Ramón contra el Chavo del Ocho, y como su nombre lo expresa, es un “tazo” en el “coco”, es decir frotar o romper el coco; lo que aplicado a la cabeza de un niño pudiera parecer inhumano, razón por la cual, al igual que el cinturón, el cocotazo ha sido rechazado por las organizaciones defensoras de los derechos de los niños.

Un papá muy común es el que le traslada todas las decisiones y problemas a su mujer. “Pregúntale a tu mamá” es su frase más expedita, y generalmente acata la decisión tomada por su esposa. Lo incomprensible es que cuando se entera de lo que quería su hijo suele poner el grito en el cielo: -¡cómo es posible que lo hayas dejado hacer eso!

Pero hay papás liberales, “de avanzada”. Aquellos que todo lo permiten por eso del “libre desarrollo de la personalidad”, y a veces terminan haciendo el ridículo con las amigas de sus hijos porque se pasan de “bacanes” hasta el punto de querer andar en la rumba de los pelaos.

Y ahí es donde aparece el otro tipo de papá: el que le quita la novia al hijo bajo la excusa de que “fue ella quien empezó todo, te lo juro”. Y después la mamá se deja venir con la pregunta para el pobre muchacho: -¿y por qué no traes a tu novia a la casa? Siiii, cómo no…

No podemos dejar por fuera al papá que, siguiendo con una tradición arraigada en su familia, le organiza a su hijo su primer encuentro carnal donde las muchachas malas de la vida buena, previa recitación del kamasutra, sin saber que hace rato su “niño” atravesó el umbral de la castidad con la nunca bien agradecida incondicionalidad del servicio doméstico.

Pero también existe el puritano e inflexible; el que jamás puede aceptar que su hijo sea capaz de hacer algo malo. Bueno… malo para el papá. Con la conocida consecuencia de que el hijo todo lo hace a escondidas para no defraudar al “viejo”, y cuando se sabe la verdad la mamá paga los platos: -¡tu eres la alcahueta!

En fin, se nos escaparán muchos, pero el más detestable es el “fresco”, al que todo lo que hace su “angelito” le parece un chiste o una virtud. Así “el bebé” le esté sacando un ojo a otro niño, o le dé un puño a alguien en la espalda, o le meta un balonazo a la mesa donde están los adultos, su papá, seducido por la estupidez, siempre dirá: -ese pelao es la berraquera…. Está bien avispao, ¿si o no….?


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