...y estoy seguro que fue el llanto, más que la cirugía, lo que curó su ojo desorientado.
Johimer es un muchacho de 17 años que vende tinto en Cartagena, es huérfano de padre y madre hace muy poco tiempo, no ha podido seguir estudiando y está superando una anomalía en uno de sus ojos. Sin embargo, todo el tiempo vive contento.
Tanto, que ni siquiera cobra los tintos que reparte y deja las cuentas al arbitrio de sus clientes, lo que sin duda le ha traído beneficios porque uno termina pagándole varios días después más de lo que le debe, gracias al viejo truco (originario de las mesas de frito) de redondear la cuenta o dejarle ‘el vuelto’.
Mientras carga los termos de un lado a otro no para de hablar un momento. Habla de cuanto asunto hay en la vida, pregunta y se responde a sí mismo y no se detiene hasta atrapar la atención de la gente. Ya estamos por creer que ha recibido instrucción de un amigo en común, famoso por mantener varias conversaciones al tiempo sin dejar hablar a los demás.
Su sencillez y, sobre todo, su coraje frente a la adversidad le ha merecido el aprecio en el lugar en que trabajamos y en donde seguramente tendrá un cupo muy pronto porque además de repartir tinto a diestra y siniestra, trae y lleva papeles y carga el “ladrillo” que le pongan.
Hace pocos meses se hizo una colecta para los gastos de una cirugía. Ese día lloró y estoy seguro que fue el llanto, más que la cirugía, lo que curó su ojo desorientado. Aún le falta otra, pero lo más difícil está superado: el hombre se siente feliz desde antes de poder ver bien.
Felicidad alimentada también por un enamoramiento permanente. Según él no tiene novia pero vive diciendo que está enamorado sin saber exactamente de quién. Es como si soñara con alguien a quien nunca ha visto.
El tinto no es que sea ¡qué bruto! pero es efectivo para quitar el sueño y no precisamente por la cafeína sino por el delirio verbal del muchacho, del que es difícil escapar porque si uno no acepta el tinto le sugiere un agua aromática, según dice, para los temblores post-etílicos.
A la gente como él hay que gastarle tiempo, o más bien dedicarle y aprenderle porque ese no es tiempo perdido. Es más, si alguien es ejemplo para creer que las cosas pueden ser mejor es Johimer, quien seguramente no ha tenido que leer un solo horóscopo en su vida para saber que mañana le va a ir bien con sólo seguir enamorado de lo que sea… así sea de hablar y vender tinto.