En la vida en pareja la fe es uno de los aspectos más importantes para poder caminar seguros por la senda de la prosperidad y la felicidad, cuando uno se compromete inmediatamente se pone en marcha un trabajo conjunto basado en la confianza mutua, es como cuando se conforma un equipo de futbol o de béisbol, o cómo cuando se constituye una empresa. Ya lo decía Francis Fukuyama en su célebre obra titulada: “Trust” – “Confianza”. Cuando él escribió su libro a finales del siglo pasado recién culminada la guerra fría, anticipándose de este modo a lo que sería el mayor desafío para el mundo de las empresas: “la confianza”. Posteriormente a finales de la primera década del siglo XXI la crisis económica global dejó en evidencia esta premonición, se abusó de la confianza y se desató el colapso de los mercados, desde Estados Unidos hasta el más recóndito pueblito del planeta; ahora a finales de la segunda década de este siglo, gracias a los “malandrines” estamos viendo una tremenda pérdida de fe en la democracia cuyas consecuencias aún están por verse.
En las familias estamos viviendo una crisis similar, con un agravante peor, parecería que a nadie le interesa cambiar el panorama, el mundo se ha tornado escéptico e indiferente frente a los compromisos que asumen las parejas, muchos se atreven a decir que todas están condenadas al fracaso, que el asunto ya no es si naufragarán o no, el asunto es ¿cuándo? Este modo de pensar nos predispone para una anticipada pérdida de "la fe que nos salva". ¿Qué hacer ante este problema? ¿Nos rendimos y dejamos de creer en el amor verdadero? O acaso tendrá razón Ismael Serrano cuando dice que “el amor es eterno mientras dura”. Yo creo que esto no es un asunto para responder a la ligera, ni de manera generalizada, cada uno debe asumir “el desafío del amor” y aplicar aquel principio que decía el Maestro de Nazareth: “Por los frutos los conoceréis”, dicho en términos coloquiales: “Hechos son amores y no buenas razones”. ¿Pero qué pasa cuando produces frutos y el otro no quiere recogerlos o los desprecia? ¿Eso también cansa verdad?