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La Ley de la Metamorfosis


¿Cómo se saludan en los matrimonios según la cantidad de tiempo de casados?

-Recién casados: ¿Cómo amaneciste mi amor?

-Después de 10 años: Ajá tú ¿Cómo amaneciste?

-A los 25 años: ¡Erdaaa que vaina!.. ¿Amaneciste?

Con lo dicho hasta ahora resulta evidente que uno de los desafíos más grandes que tiene toda pareja es tratar de salir airosos de las constantes batallas contra la rutina y el cansancio, una forma sencilla de hacerlo es fortaleciendo la conexión emocional de la pareja.

Miren, los órganos de nuestro cuerpo que producen las hormonas del placer están ahí, lo importante es saberlos estimular y también el saber evitar la sobreestimulación para que después no terminemos aburridos. A mí me gusta el chocolate, pero si como, como, y como chocolate, pueden tener la absoluta seguridad que va a llegar un momento en que no lo podré ni ver, ni oler ni probar, lo mismo pasa en la relación de pareja, saber manejar los tiempos y los espacios, aprender a confiar en el otro y ser confiables para el otro, ayuda a que sepamos acercarnos y alejarnos oportunamente para mantener viva la relación haciendo que el factor sorpresa no se pierda.

¿A qué pareja saludable no le gusta hacer el amor? Pero reducir la vida de pareja a ello termina generando apatía y tarde o temprano dejan de “hacer el amor” y se limitan entonces a “hacerse el favor”, lo cual terminará sumergiéndolos en el campo del tedio y el fastidio. ¿A qué pareja saludable no le gusta hablar, dar regalos, hacer actos de servicio, decir y escuchar palabras amorosas? Pero lo saludable es hacerlo con equilibrio, como dice la canción “ni poco, ni demasiado, todo es cuestión de medida”. Evolucionar, madurar, crecer en el amor implica asumir cada etapa de este proceso con paciencia, siempre dispuestos a mantener encendida la llama, acercándonos y alejándonos, hablando y sabiendo también guardar silencio.

En este sentido es relevante tener presente el papel tan importante que tienen los órganos de los sentidos. De tanto vivir con tu pareja llega un momento en que ya sabes a que huele, a que sabe su boca, como se siente su piel, como se escuchan sus palabras, en fin, se pierde la sorpresa y la rutina los atrapa, madurar implica también saber cuidar las apariencias o mejor dicho, la presentación es importante, presentarte amorosamente a tu pareja implica estar atento a qué le gusta de ti y potenciarlo: ¿Qué ve de ti y cómo le gustaría verte? ¿a qué sabes? ¿a qué hueles? ¿Cómo se siente tu piel? ¿Cómo hablas? En fin, el amor es sin duda el arte de la presencia y de la ausencia, entenderlo, asumirlo y potenciarlo es también madurar en el amor.

Aclaremos entonces que el matrimonio no es una condena a cadena perpetua, es el desafío de llevar el amor hasta sus últimas consecuencias, es el reto de entender que “la medida del amor es el amor sin medida” (San Agustín).

Conclusión: Ley No. 3. La ley de la metamorfosis. “No somos orugas, el tiempo no resuelve nada, los asuntos de pareja los resolvemos o los empeoramos nosotros”


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