Oraciones que nos ayudan a perdonar


El amor tiene dos enemigos: La indiferencia que lo mata lentamente y la desilusión que lo mata de una vez. (Anónimo)

Visto desde la psicología pastoral el asunto del perdón puede llegar a volverse algo patológico cuando se vuelve una obsesión. La persona puede creer que tiene que perdonar a como dé lugar, como un acto esencialmente de su voluntad. Infortunada o afortunadamente el perdón, como muchas otras cosas en la vida, implica nuestra acción, pero también nuestro abandono en las manos del Padre. Es como cuando uno tiene insomnio y piensa repetidamente: “no puedo dormir”, “tengo que dormir”, “tengo que dormir”; la persona ve pasar las horas y nada que duerme, y entre más se afana menos duerme, porque puedes comprar la cama, pero no puedes comprar el sueño, puedes comprar una casa, pero no puedes comprar un hogar. En este punto es conveniente asumir el perdón como un proceso que requiere calma y tiempo para saber aprovechar el momento propicio. Por eso para el hombre y la mujer creyente el asunto de fondo es tomar la decisión de perdonar en Cristo, eso significa que en el proceso de perdón cristiano el “yo te perdono” es pronunciado con el “yo del individuo ofendido” (mi propio yo) y el “Yo de Cristo”. Perdonar cristianamente significa “perdonar en el Señor” ya que, en definitiva, sólo Dios puede perdonar, porque sólo Dios conoce el corazón del ser humano y sabe lo que en él se esconde. Abandono en las manos del Padre y discernimiento son dos realidades que deben estar presentes en todo este proceso, por eso quiero compartir con ustedes algunas oraciones que nos pueden ayudar a mantener nuestra perspectiva espiritual, especialmente, en los momentos difíciles de este itinerario del perdón:

Oración de abandono, de Carlos de Foucault: “Padre, Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, por ello te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, con tal de que se cumpla tu voluntad en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te encomiendo mi alma, te la entrego con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre. Amén”. 

Oración de la serenidad, de T. Morton: “Dios, concédeme la Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar... Valor para cambiar aquellas que puedo y Sabiduría para reconocer la diferencia. Amén”. 

Oración de la paciencia, de Santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. Amén”. 

La oración de la paz de San Francisco de Asís:  “Señor hazme un instrumento de tu paz; donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tristeza, ponga yo alegría. Señor, que yo no busque tanto: ser consolado, sino consolar; ser comprendido sino comprender; ser amado, sino amar. Porque es dándose como se recibe Es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo; es perdonando, como uno es perdonado; es muriendo, como uno resucita a la vida”. Amén.


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