Nuevas rutas digitales para el ahorro: inclusión financiera desde lo cotidiano
En Colombia, acceder a servicios financieros formales sigue siendo un reto para millones de personas. Más allá de la bancarización básica, productos como el ahorro y la inversión siguen siendo poco comunes entre quienes enfrentan condiciones laborales informales, historial crediticio limitado o una relación distante con las entidades financieras.
Acceso digital sin barreras tradicionales
En los últimos años, diversas plataformas digitales han ganado espacio ofreciendo mecanismos de ahorro más sencillos, accesibles desde dispositivos móviles y sin los requisitos que usualmente representan un filtro. Estas herramientas permiten a los usuarios gestionar su dinero con mayor autonomía, sin trámites físicos ni condiciones excluyentes.
Algunas de estas propuestas incluyen productos financieros de bajo monto inicial y tramitación remota, como los certificados de depósito digitales respaldados por entidades supervisadas y cubiertos por seguros como el de Fogafín. Su diseño permite que más personas puedan comenzar a ahorrar con condiciones claras y procesos guiados desde una aplicación o sitio web.
Tecnología centrada en el usuario
Uno de los factores diferenciales de estas nuevas propuestas es su enfoque en la experiencia del usuario. Desde el diseño de las plataformas hasta el lenguaje utilizado, se prioriza que cualquier persona, sin importar su edad o conocimientos financieros, pueda entender y operar un producto sin depender de un asesor tradicional.
Por ejemplo, algunas entidades están desarrollando procesos de prerregistro completamente digitales y sin compromiso. Un ejemplo de este enfoque puede encontrarse en esta plataforma que permite revisar condiciones anticipadas para productos de ahorro, permitiendo a los usuarios explorar opciones antes de decidir.
Además, hay iniciativas de inversión digital con respaldo de seguro de depósitos que permiten iniciar con montos bajos, ampliando el acceso a quienes buscan opciones más flexibles y seguras.
Hacia una inclusión funcional
El avance de estos modelos digitales no solo representa una mejora operativa. También pone sobre la mesa la necesidad de un sistema financiero que se adapte a las dinámicas sociales del país, en lugar de exigir que los ciudadanos se ajusten a estructuras inflexibles.
Iniciativas como estas reflejan que la inclusión financiera no depende únicamente de la tecnología, sino de un enfoque realista que reconoce trayectorias diversas y condiciones concretas. Adaptar los productos a las personas (y no al revés) es un paso necesario si se quiere fortalecer una cultura de ahorro y estabilidad económica.
El desafío no está en atraer a los mismos usuarios de siempre, sino en construir canales que lleguen donde antes no había caminos.