Dos imágenes imborrables del Giro


Confieso que dos imágenes me hicieron un nudo en la garganta luego del triunfo de Nairo Quintana en el Giro de Italia. 
Una, el saludo de Nairo a su padre. Un beso en la frente y un abrazo de su padre, al que le rodaban las lágrimas por sus mejillas, mientras una mujer miraba fijamente la escena, era su madre, una campesina tímida, con cara de inocencia, exultante de alegría, como queriendo unirse al abrazo fraterno. Y la otra, Luis Herrera, el ciclista que hacía 27 años me había hecho saltar de la emoción cuando ganó la vuelta a España, ahora, miraba las imágenes en la televisión del triunfo de Nairo y veía como también se le humedecían los ojos de la alegría. Dos imágenes impactantes, por bellas y emocionantes, me quedarán para siempre fijadas en mi memoria. Y eso gracias al ciclismo, un deporte al que quiero, admiro y respeto mucho. Pero además, el deporte que más glorias le ha dado a Colombia. El único que ha ganado medallas en juegos Olímpicos, campeonatos mundiales y triunfos en las principales carreras del mundo. Y como si fuera poco, el único deporte donde los seguidores no tienen que pagar una boleta para presenciar el espectáculo.
Por eso, ese par de campesinos humildes, que me han hecho sendos nudos en la garganta con sus triunfos y han puesto a vibrar y llorar a millones de colombianos, son dignos de admirar, como deportistas y seres humanos.
 
Para quienes no ha dimensionado el triunfo de Nairo Quintana, sólo les digo que debieron pasar 27 años para superar lo que hizo Herrera en 1987. Yo, que me considero un afortunado desde la década de los setenta, porque vi a ciclistas fuera de serie como Cochise (en los setenta), Luis Herrera, (en los ochenta), Oliverio Rincón, (en los noventa),  Santiago Botero (en la primera decáda del 2000), debo decir que no encuentro la palabra exacta para definir su actuación. Darle las gracias a Nairo, a Rigoberto, Arredondo y a todos los muchachos que participaron en el Giro de Italia por hacernos emocionar con sus victorias y darnos un bálsamo a todas nuestras tragedias cotidianas, es apenas una obligación moral.
 
Ojalá estos triunfos sirvan para que haya más seguidores de este deporte, que es quizá el más exigente y, proporcionalmente, el menos rentable económicamente con relación a otros deportes. Pero también, para que los periodistas entiendan que hay otros deportes, diferentes al fútbol, donde el esfuerzo y sacrificio a veces no se ve recompensado, pero que merecen la atención y el despliegue en los direfentes medios de comunicación. Claro, a veces me pregunto, si es más desconocimiento del deporte o interés económico de los comunicadores.
 

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