¿Dónde ponemos el picó? así tituló mi amigo Ricardo Chica una de sus columnas al referirse entre otras cosas al apego que un número no pequeño de cartageneros tiene por ese escaparate sonoro que ameniza domingo a domingo las verbenas de los barrios populares. (http://www.eluniversal.com.co/suplementos/dominical/¿donde-ponemos-el-pico)
Resulta muy difícil entender para la Cartagena de espaldas a esa realidad, cómo en una casa que a duras penas se sostiene, armada con retazos de distintos materiales y que pareciera no tener ningún tipo de ingreso, se pone tanto empeño, apego y una gran inversión de todo tipo de recursos para armar una buena maquina de sonido.
Y es que las dinámicas de consumo de nuestra ciudad se mueven a ritmos similares a los de la aldea global, pero con los matices propios que se adquieren como resultado de la tropicalización de estos fenómenos.
Los consumidores actuales deciden cuál será la jerarquía e importancia de lo que consumen dentro del gran crisol de artículos para comprar, resultarán para ellos relevantes en cuanto a precio y marca sólo los que ellos les de prioridad y del resto importarán poco o nada esos atributos que para la elección del primordial fueron determinantes en su decisión.
Ocasiona esto fenómenos como la dificultad de clasificarlos en grupos homogéneos de consumo o asociarlos de manera fácil a determinado producto por el precio, la edad y la marca y es así como con mucha frecuencia encontramos grupos de jóvenes de niveles socioeconómicos 1 o 2 con zapatillas deportivas que por el precio y la marca podrían ser asociadas al el estrato 5 o 6.
De la misma manera para un matrimonio joven los productos de su canasta familiar pueden ser los más económicos, las “marcas propias” (marcas de las grandes superficies: supermercados y almacenes de cadena) pero lo que se compra para el hijo recién nacido es lo mas costoso y de marcas específicas.
Las dinámicas de consumo actual han roto con los tradicionales estereotipos de marketing, han modificado los paradigmas habituales en la decisión de compra mostrándonos comportamientos como los de los niveles socioeconómicos 5 y 6 en donde el vehículo paso a un segundo plano como símbolo de estatus y ganaron espacio el colegio en el que estudian los hijos o la posibilidad de ir en yate los fines de semana a la zona insular de la ciudad.
Cada cual prioriza en lo que decide comprar y consumir, lo que es importante para algunos, puede resultar irrelevante para otros, no es que la gente de menos recursos deba o no deba invertir en su vivienda. En palabras del economista chileno Manfred Max Neef, al haber carecido históricamente de propiedad de la tierra, no ven la necesidad de invertir en ella, invierten en lo que consideran prioritario y tienen mucha conciencia de marca.
El picó sique siendo determinante dentro del contexto sociocultural de los cartageneros, aglutinante de multitudes y catalizador de relaciones vecinales; por eso mi amigo Sabas en el primer callejón de manga le tiene tanto cariñó al “Martirio stereo show”, por eso en Canapote, en Olaya y en cualquier punto de la Cartagena popular se invierte tanto en el sonido de un buen picó.
A la pregunta de Ricardo Chica de ¿Dónde ponemos el picó? sólo puedo darle una respuesta: El picó, pa’ la terraza.