Esa mano derecha del piloto de los destartalados vehículos que movilizan masas en nuestro Caribe, bautizada con un nombre que deja ver nuestro gusto por el boxeo o deporte para desesperados como diría Alberto Salcedo Ramos, odiado por muchos y querido por pocos es: el “sparring”.
Es el quien hace el trabajo sucio del conductor. Es una especie de alter ego de este; pues si en el argot popular se habla de oficios que gozan de la simpatía del gremio femenino y el conductor del bus viene siendo uno de ellos, con la misma suerte no cuenta el “sparring” pues acumula odios y rechazos por parte de las masas.
Y es que en una cultura como la nuestra, cada elemento que surge como expresión vernácula de lo que somos, no es mas que eso, un digno reflejo de lo que representamos, de lo que queremos ser y en algunos casos de lo que queremos dejar de ser.
Somos eso. Y el servicio al cliente de nuestras organizaciones queda resumido en el comportamiento de este personaje que a veces con la misma actitud y/o un poco más jocoso y chabacan atiende al pasajero, tal y como lo hacen las primeras caras de nuestras empresas con los clientes.
Somos una región donde el “buenas tardes señor, ¿en que le puedo servir?…” de un representante de ventas es remplazado directamente por un “¿Qué quiere compa?..” o donde el termino “señora” o “señorita” ha mutado oficialmente al “mi amor” o “nena” con el cual creemos estar siendo exageradamente amables.
Manoseamos al cliente para que se suba a nuestro bus, le ofrecemos una tarifa por debajo de la reglamentaria y corremos a tenderle alfombras imaginarias solo para que aborde nuestro escenario comercial y luego de eso empieza su sufrimiento, porque “cogerla suave” se convierte en nuestro comodín. “Cógela suave” resuelve todos los problemas de nuestros clientes y en ocasiones, como en el caso del “sparring”, cuando va de salida hasta con la “panola” le pegamos.
Ser del Caribe nos imprime una calma que solo se le otorga a quienes tienen vista al mar; pero a la vez nos hace epicentro de puertos, negocios, turistas y riquezas comerciales que deben saberse manejar, comercializar y vender y es aquí donde el servicio al cliente se convierte en herramienta diferenciadora e indispensable.
Cuando hablamos de servicio al cliente diferenciador nos referimos a uno que se encuentra muy por encima de la media; es decir que ser amable con el cliente y atenderlo bien no es un plus para mi negocio, es el comportamiento habitual de una empresa de servicios, el plus está cuando se logra superar dicho umbral.
Es el servicio al cliente la única forma de diferenciarse en mercados exageradamente competitivos donde las empresas ofrecen productos tan similares a clientes con las mismas necesidades; en resumen, si todos ofrecemos lo mismo, con pocas posibilidades de innovacion en el producto o servicio, el diferencial estara en la experiencia del cliente.
Aceptar lo que somos y querer lo que representamos no implica reconocer que existen espacios para todo y que el proceso de atención al cliente y de ventas exige un protocolo cada vez mas riguroso en un mercado globalizado.
Del “sparring” rescato la ayuda que le ofrece a la señora que en el Mercado se sube cargada de sacos, su labor de director del tránsito empírico y la de periodista, cuando te “informa” qué es lo que está ocasionando la interminable fila de vehiculos.