REVOLUCIÓN: UN CUENTO POLACO PARA NIÑOS INTELIGENTES


El cuento: Revolución

 

«En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí. Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.

 

Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese ‘cierto tiempo’. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez ‘cierto tiempo’ también se mostró impotente.

 

Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio —es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario».

 

El problema: Revolución

 

“Hijo, ¿quieres que te cuente un cuento para dormir? No, papá, quiero que me cuentes un cuento para despertar”. Este diálogo ficticio marca el contraste entre dos enfoques en la vida: uno que busca apaciguar y acomodar la mente en la comodidad de lo ya conocido, y otro que intenta sacudir la conciencia, invitándola a cuestionar, cambiar y desafiar las normas establecidas. El cuento "Revolución" del escritor polaco Sławomir Mrożek es un ejemplo magistral de cómo la monotonía de la vida diaria puede llevarnos a la necesidad de despertar de ese letargo mental, y cómo el cambio y la revolución personal pueden ser un antídoto contra la alienación que muchas veces nos impone la sociedad.

 

El aburrimiento como punto de partida

 

El protagonista del cuento de Mrożek se encuentra atrapado en una rutina visual: su cama, armario y mesa están siempre en la misma disposición. El orden en su habitación refleja el orden de su vida, una vida que, al igual que la disposición de los muebles, carece de novedad y provoca un aburrimiento profundo. Este aburrimiento es la chispa que enciende el deseo de cambio. El protagonista comienza a mover los muebles, inicialmente con la esperanza de que un simple cambio en el ambiente físico genere una transformación interna.

 

Este acto de reorganizar el espacio puede interpretarse como un intento de romper con el conformismo, de desafiar la estructura establecida y buscar un nuevo sentido en lo cotidiano. Sin embargo, pronto descubre que este tipo de cambios son solo superficiales; el aburrimiento no tarda en regresar, y con él, la insatisfacción. Aquí entra en juego la metáfora del pensamiento alienante versus el pensamiento crítico.

 

Pensamiento alienante: el conformismo disfrazado de novedad

 

El pensamiento alienante es aquel que nos lleva a creer que estamos realizando cambios significativos cuando, en realidad, solo estamos modificando aspectos superficiales de nuestra vida. Mrożek muestra cómo el protagonista, en su afán por escapar de la monotonía, se engaña a sí mismo pensando que mover los muebles de un lado a otro es suficiente para traer una transformación real. Pero esta aparente novedad pronto revela su verdadera naturaleza: es un cambio vacío, incapaz de ofrecer una satisfacción duradera.

 

El conformismo se esconde en esos pequeños gestos de rebeldía que, en el fondo, no afectan los cimientos de nuestras vidas. El protagonista siente la emoción momentánea de haber hecho algo diferente, pero pronto se da cuenta de que sigue siendo el mismo aburrimiento con otro disfraz. Este ciclo de inconformidad superficial es un reflejo de la vida de muchos: cuando se trata de enfrentar los problemas, en lugar de buscar soluciones profundas, optamos por soluciones temporales que solo aplazan la confrontación de la verdadera fuente de nuestro malestar.

 

Mrożek, a través de su humor y estilo irónico, critica esta tendencia humana a conformarse con el cambio aparente. El protagonista se esfuerza por no enfrentar la verdadera causa de su aburrimiento: su resistencia a un cambio más profundo y significativo. En la vida real, este tipo de pensamiento alienante se manifiesta cuando buscamos soluciones rápidas y fáciles a problemas complejos, cuando preferimos vivir en una ilusión de novedad en lugar de enfrentar los desafíos que nos exigen una verdadera transformación.

 

El pensamiento crítico: la revolución interna

 

A medida que avanza el cuento, el protagonista de Mrożek toma una decisión radical: decide dormir en el armario. Este acto es un símbolo de la revolución interna, un intento desesperado por romper con las limitaciones impuestas por la disposición habitual de su vida. En este punto, el protagonista deja atrás los cambios superficiales y busca algo más disruptivo. Dormir en el armario es incómodo, doloroso, incluso absurdo, pero representa una ruptura total con lo anterior.

Este es el momento en el que el pensamiento crítico se hace presente. El protagonista, al enfrentarse a la incomodidad de dormir en el armario, está, en realidad, cuestionando todo lo que ha considerado como normal hasta ese momento. En lugar de conformarse con pequeños cambios cosméticos, decide llevar el cambio hasta el límite, traspasar los confines de lo cómodo y lo seguro. Y, aunque esta decisión no es sostenible a largo plazo (su cuerpo no puede resistir la incomodidad física), simboliza un acto de resistencia contra la alienación.

 

El pensamiento crítico, en contraste con el alienante, implica cuestionar los cimientos mismos de nuestra vida. No se conforma con la apariencia de cambio, sino que busca la raíz de los problemas. En el contexto del cuento de Mrożek, el pensamiento crítico es la decisión de romper con la estructura establecida, de incomodarse y de experimentar el dolor del cambio real. No se trata solo de reorganizar los muebles, sino de desafiar las normas que nos mantienen en una existencia sin sentido.

 

La revolución personal y sus límites

 

Sin embargo, como bien muestra el cuento, incluso las revoluciones personales tienen sus límites. El protagonista no puede soportar dormir en el armario indefinidamente. Llega un momento en que su cuerpo cede ante el agotamiento, y decide regresar a su cama, a su antigua comodidad. Esta vuelta a lo conocido puede parecer, a primera vista, una derrota, pero es en realidad una parte inevitable del proceso de transformación.

 

La revolución interna no es lineal ni permanente. Después de cada gran cambio, puede haber un regreso temporal a la comodidad, pero ese regreso nunca es igual que antes. El protagonista, tras su experiencia en el armario, vuelve a reorganizar su habitación, pero lo hace con una nueva conciencia. Ahora entiende los límites de los cambios superficiales y ha experimentado la incomodidad de un cambio real. Ha despertado a una nueva realidad, aunque no pueda mantenerla de forma constante.

 

Este ciclo de cambio, retroceso y nueva conciencia es una parte esencial del pensamiento crítico. Despertar no significa nunca más volver a dormir, sino estar siempre alerta a la tentación del conformismo y a la posibilidad de hacer un cambio profundo cuando sea necesario.

 

El cuento que despierta

 

Volviendo al diálogo inicial: "Hijo, ¿quieres que te cuente un cuento para dormir?" "No, papá, quiero que me cuentes un cuento para despertar."

 

El cuento "Revolución" de Sławomir Mrożek es, precisamente, un cuento para despertar. Nos invita a cuestionar nuestra vida cotidiana, a no conformarnos con los cambios superficiales y a enfrentarnos a la incomodidad del verdadero cambio. Nos muestra que la revolución personal es posible, pero que también tiene sus límites. Y, sobre todo, nos enseña que el pensamiento crítico es una herramienta esencial para no caer en la trampa del pensamiento alienante.

 

Vivimos en una sociedad que, a menudo, nos ofrece soluciones rápidas y cómodas para evitar el malestar. Pero estas soluciones no son más que un disfraz del conformismo. El verdadero cambio, como muestra Mrożek, es incómodo, doloroso y a veces absurdo, pero es el único camino para despertar de la alienación.

 

En última instancia, el cuento "Revolución" nos recuerda que el cambio no es un destino, sino un proceso continuo. No basta con mover los muebles de lugar; a veces, es necesario salir del armario y enfrentarnos a la incomodidad de una vida más consciente y crítica. Así, podemos evitar caer en el aburrimiento existencial y vivir una vida en la que estamos siempre dispuestos a despertar.