Hipocresía en el caso Armstrong


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Y el Tour de Francia no es una carrera diseñada para seres humanos. Correr en 23 días, 3 mil 500 kilómetros con apenas dos días de descanso, a grandes velocidades, desafiando el clima, la topografía y la integridad física, parece un acto suicida.

En el ciclismo, como en todos los deportes de altísima competencia, las ayudas de laboratorio se van perfeccionando a medida que la tecnología avanza. En los setenta hablábamos del doping de Mercx (el que para muchos consideramos el mejor ciclista de todos los tiempos), en los ochenta el dopaje de Zoetemelk, Delgado, Arroyo. En los 90, Pantani, Chiappucci, Longo, en la primera década de 2000, Armstrong, Zulle, Ullrich, Contador etc. Y ni decir de los grandes sospechosos a los que nunca les pudieron probar nada. Y seguiremos hablando en el 2030 del mismo problema.
Mientras en el ciclismo haya patrocinadores, amangualados con inescrupulosos directores deportivos, dirigentes corruptos, a los que sólo les interesa el rédito económico, (se le mira al ciclista, no como un ser humano, sino como un objeto que sirve para vender un producto), las ayudas de laboratorio no desaparecerán, al contrario, aumentarán y se decantarán. Y seguirá la trampa.
Se me antoja decir que lo de Armstrong parece una persecución, no porque no se haya dopado, o porque no merezca la sanción, sino porque inquieta la forma en que se le ha juzgado después de tanto tiempo, con hipocresía, trampa y algo de sevicia. De hecho, la UCI (Unión Ciclística Internacional, el organismo que rige el ciclismo mundial), algo así como el vaticano del ciclismo, o sea, una entidad cerrada, donde a veces huele mal, donde se tapan y borran cosas y se macartizan otras; se le ha acusado de tapar dopajes de acuerdo a la conveniencia. (¡Delgado en 1988!, ¡ Zoetemelk 1984! ). Grave.
De los 21 podios en donde participó y quedó campeón el americano, tan sólo uno, el español Fernando Escarpin, no terminó involucrado en temas de dopaje. Los demás, todos, terminaron investigados por problemas de consumo de drogas prohibidas. La UCI, a unos los investigó y les castigó y a otros ni lo uno ni lo otro.
Quedan muchos interrogantes sin respuesta sobre este caso. Por ejemplo, uno de los médicos de Armstrong. manifestó que la USADA (organismo americano que investigó y acusó al ciclista) le había requerido para que testificara en contra del ciclista a cambio de beneficios, sin importar si decía mentiras. Lo importante era acusarlo. El médico no sólo lo denunció (noticia que pasó desapercibida) sino que lo rechazó. Nadie salió a desmentirlo. Justicia al mejor estilo de los narcos. Yo te delato y a cambio te doy beneficios.
Igual pasó con los ciclistas, ex compañeros de Armstrong, que llegaron a un acuerdo con la USADA,  para denunciar las prácticas dopantes del tejano y las suyas propias a cambio de reducir su sanción.
Con esto no quiero justificar, ni mucho menos, el dopaje de Armstrong. Aquí no sólo el americano es culpable. Pero eso hule a mal....Como en el Vaticano.
No obstante, la "Grande Boucle” como le llaman los franceses al Tour, sigue adelante y la audiencia sube año tras año ( 29% al 37% en los tres últimos años) y pese a que el 81% de las personas en una encuesta publicada por el periódico Metro, dice que el Tour no va a estar limpio de casos de dopaje a futuro.
Y si esto pasa con el ciclismo, un deporte donde hay severos y seguidos controles al doping, ¿qué podemos esperar de los demás?


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