La humanidad bajo el signo de la tormenta y la custodia del remanente
Por René Arrieta Pérez.
El artículo que me solicitó Dios como cierre de este año 2025 es una verdad, una encomienda que me hace, y lo escenifica a través de una revelación. Ese es su mensaje para la humanidad. He aquí su narración.
Revelación: 14 de diciembre, 2025.
Estoy en medio de un inicio de lluvia con ambiente borrascoso, suenan fuertes truenos uno tras otro y se ven disparos de relámpagos que envuelven el cielo. Allí me veo solo y rodeado de casas que denotan a la sociedad. Las familias que habitan en ellas estaban refugiadas, temerosas. El sitio correspondía al barrio de una ciudad. En las calles no hay una sola alma, solamente estoy yo, y sostengo en mi mano derecha un rayador de cocina, y en su interior está adosado un billete de cinco pesos oro, color azul. Tengo el propósito de ir y venir a una tienda que está a una distancia de 30 metros, en la esquina de la calle. Como comienzan a precipitarse gotas gruesas solicito al elemental del agua que me permita ir y venir, porque tengo la certeza de que, por la magnitud del evento, en unos pocos instantes de lluvia habría una cantidad enorme de metros cúbicos de agua en la superficie y ya no podría cumplir con el propósito de ir y venir.
En ese momento me veo envuelto en relámpagos y truenos y mi reacción fue extender la mano derecha en la que sujetaba el rayador para alejarlo de mi cuerpo y evitar el impacto de un rayo, pues estaba consciente que en mi mano tenía un pararrayos. En ese movimiento el billete se desprende y empieza a flotar en el aire alejándose de mí. Me muevo, lo persigo afanado para tomarlo y no perderlo. Él se aleja. En ese ejercicio veo que aparece en el cielo en una escala inmensa la figura de Dios, en el cielo, pero tan cerca a mí, como si estuviera a un palmo de distancia. Yo era su interlocutor. Miro su rostro. Él ralentiza el movimiento del billete, lo rescata, y su mano lo entrega en mi mano, y me dice:
– “Tenlo y no lo pierdas”.
En silencio, sin decir nada, lo apreté fuerte.
La lluvia tormentosa ya casi caía. Fui y regresé. Los signos anunciaban una precipitación de dimensiones gigantescas.
Hasta ahí la revelación. Desperté.
Ya despierto, después de haber revisado los detalles, y sabiendo perfectamente el significado del mensaje, le pregunto a mi Padre: “qué hago, qué deseas”.
Me dijo: “ese es el artículo de fin de año, el mensaje para el nuevo año”.
Significado de la revelación.
El billete de cinco pesos oro es la humanidad. Un billete de baja denominación, pero el número cinco es el número de Dios Hombre (Jesús dijo: “Yo soy hijo del Hombre”), representado en el emblema de la pentalfa y en el Hombre de Vitruvio. Como el ser humano es a imagen y semejanza de su Creador, también el cinco representa al ser humano.
El billete de cinco pesos oro adherido a un rallador metálico (también llamado rallo) indica que la humanidad se convirtió en un pararrayos. La humanidad en su conjunto, la generalidad, es el rallador, la excepción el billete. Dos partes de una unidad. Al billete lo identifica el número, su denominación, el rallador es solo metal, sin marca, ni número. El billete es papel, pero lo respalda el oro.
El ser humano por la constante violación de las leyes y mandatos de Dios se convirtió en objeto de su enojo. Zeus, en la mitología griega es el rey de los dioses. El rayo es su arma más poderosa y simboliza su autoridad sobre deidades y mortales. En la mitología romana su equivalente es Júpiter: dios del trueno, la luz y las tormentas. Quien enojara o indignara a Zeus era objeto de su ira y fulminado por el rayo.
Interesante la homofonía rayo-rallo, y la relación de identidad entre ambos: pararrayos.
Atended bien estas particularidades, y las siguientes relaciones. En el sistema solar, Júpiter es el planeta número cinco y es un gigante gaseoso con actividad eléctrica extrema y con rayos con una potencia diez veces superior a los de la Tierra; en la Tierra los rayos ocurren mayormente cerca de la zona ecuatorial, contrariamente de lo que acontece en el planeta Júpiter, en donde los rayos son más frecuentes en las regiones polares (según datos de investigaciones astronómicas de 2023).
En artículos anteriores referidos al significado teosófico de las alineaciones planetarias, igualmente indicaba que Júpiter obedecía al cuerpo de Dios Padre representado en el sistema solar, su magnanimidad y fortaleza. Y Saturno representa su cabeza (ideas, conocimiento, sabiduría y voluntad), en la que los anillos fungen de corona.
En medio de la tormenta
Es diciente el ambiente de la escena. La tierra y quienes habitan en ella están expuestos al fenómeno, del cual sus signos anuncian su fuerza. Más vale estar seguro en medio de atronadora y envolvente carga eléctrica, constante y de gran potencia.
Significado de la fecha de revelación y de las dos personas que interlocutan en la escena
De otro lado, no es menor el significado teosófico de la fecha en la que me fue revelado este mensaje: 14 de diciembre del 2025.
14 (1+4), con reducción teosófica en 5. Diciembre, mes 12 (1+2), con reducción teosófica en 3. Y año 2025 (2+2+5), con reducción teosófica en 9. Y la reducción teosófica de día mes y año, con reducción en 8 (5+3+9=17). O sea, la Divinidad manifiesta en el fin de ciclo, el fin de la raza, en el apocalipsis (características de estos).
Yo tengo dos números cabalísticos o teosóficos que me representan: el primero es justamente el 5, mi número espiritual, el sello de Ramiac, el número representativo de Dios Hombre, por ser el hijo número cinco de Dios; el segundo número que me representa es el 8 (reducción teosófica de mi fecha de nacimiento: 23-04-1970) el que me identifica ahora como René Arrieta Pérez o Ramiac, hijo de Dios renacido en la tierra para ser puente de la humanidad hacia la eternidad –para eso encarné–. El nombre René significa justamente renacido. El ocho acostado (∞) o lemniscata representa el infinito. Lemniscata proviene del latín lemniscatus (decorado con cintas). La lemniscata significa, además, continuidad y equilibrio. El 8 también es prueba, es el número de Job. Es mi prueba, por el tamaño del encargo que me asignó mi Padre. Es prueba de la humanidad, requerida para pasar al reino de Dios. Incluso, el número 9 también me concierne, por ser el enviado de Dios en el fin de los tiempos, porque es el número que representa el fin de ciclo.
El billete en mis manos
Primeramente, el billete estuvo adherido en el rallador (pararrayos); luego se desprendió del rallador y estuvo flotando al albur, y finalmente mi Padre lo tomó y me lo entregó, diciéndome: “Tenlo, no lo pierdas”. Amor de Dios, preservación de la semilla de la nueva humanidad.
En ese primer momento el billete en sí, por estar dentro del rallador es problemático. Aquí debo decirles que el billete (la humanidad se ha recubierto de un metal o material que atrae rayos, se vuelve blanco del poder de Dios, de su autoridad, de su arma, de su indignación), y, en efecto, en la escena, busco alejar el artefacto de mí sin soltarlo y en ese movimiento se desprende el billete del rallador, y ambos caen de mi mano. Afanado, me muevo detrás del billete para rescatarlo, está a la deriva y se aleja por un instante. No obstante, es un momento providencial, ocurre una situación importante: el mismo Creador aparece en escala desmesurada, Él está en el cielo y yo en la tierra, aun así, percibo su cercanía. Acerca el cielo a mí. Toma en sus manos el billete e inmediatamente me lo entrega en custodia. A partir de ese momento tengo solamente el billete, ya no está adherido al artefacto que atraía rayos, está en mis manos bajo mi protección y cuidado.
Tengo esa autoridad, la cual me confirió Dios, mi Padre, no desde el momento de la escenificación revelada, sino desde el momento en que decidió el cumplimiento de mi misión. La revelación me lo recuerda.
El rallador, es humanidad metalizada, sigue siendo pararrayo, expuesta a los rayos. El billete es la humanidad semilla, el remanente, toda la gente que se ha abrigado en Dios, cumple sus mandatos y respeta las leyes naturales, cósmicas y de orden deontológico en la sociedad. Ese billete de cinco pesos oro, el que representa a la humanidad, es el billete colombiano emitido por el Banco de la República, en 1940. En su anverso tiene un marco azul, con el 5 en las cuatro esquinas del billete. A la izquierda, en un óvalo, está el retrato del General José María Córdova, una figura decisiva en la Guerra de Independencia. Al lado del retrato, se extiende hasta el borde de la derecha, una especie de cruz más larga que alta, con un trasfondo verde claro grisáceo. En el centro de esa cruz, a lo largo de los brazos horizontales, en tres niveles, dice:
PAGARÁ AL PORTADOR
CINCO PESOS
ORO
Y arriba y debajo de la leyenda anterior, en el bloque vertical de la cruz, el número 5.
En el reverso del billete hay un marco de color negro que delinea molduras en el color verde grisáceo. En las cuatro puntas del marco está el número 5. En el centro del billete, en un círculo, está la efigie de la Libertad, y alrededor del círculo, se traza otro círculo en donde en letras mayúsculas, dice: Banco de la República (arco de arriba) y Bogotá-Colombia (arco de abajo). A lado y lado del círculo que circunscribe la efigie, entre óvalos con triángulos injertados, el 5, igualmente. Debajo, centrado en el borde del marco, dice, en mayúscula: CINCO PESOS ORO.
Es obvio que el billete sea colombiano, puesto que soy colombiano. Colombia es el séptimo y último centro de civilización (el apocalíptico). Ya eso lo informé en un artículo anterior. Desde aquí se irrigará toda la información sobre el fin de los tiempos que Dios envíe a la humanidad a través de mí, y suscrita por Él y por mí.
Este billete que Dios me entrega, a pesar de su baja denominación como moneda, tiene una alta significación en la consideración teosófica del cinco. Asimismo, en el tiempo de circulación del billete (1940, 1950), las emisiones del Banco de la República estaban respaldadas en oro (lingotes de oro avalando al papel moneda), y las monedas de oro, que en centurias pasadas circularon, tenían su valor intrínseco, la del metal precioso en sí. Ahora los billetes solo tienen un valor fiduciario (lo que representa en transacciones cotidianas –5.000 COP o 50.000 COP–). Su valor se basa en la confianza (dinero fiduciario) y lo respalda el Gobierno.
De igual manera, un billete de 5 pesos oro tiene un valor numismático (para coleccionistas) y depende de la antigüedad, rareza y condición física.
Así también, cada ser humano tiene su valor en oro para Dios, sobre todo los que conforman el remanente, puesto que son una chispa de emanación divina (en la génesis de Dios está el oro).
En el sentido numismático el mencionado tesoro, como rareza, es un pequeño tesoro, una pieza de colección valiosa.
El Todo Poderoso Rey del Universo, Padre mío y Creador de la humanidad al entregarme el billete me paga por el sacrificio en la misión, y aplica la leyenda escrita en el billete: PAGARÁ AL PORTADOR CINCO PESOS ORO. El pago me confiere autoridad y custodia.
Conceptos de Independencia y Libertad en el billete
La imagen del prócer José María Córdova, figura eminente en la Guerra de Independencia, asocia a este billete con ese concepto: Independencia. La efigie de la Libertad en el reverso del billete lo asocia con el concepto de Libertad. Hablamos de una de las figuras de la campaña libertadora dirigida por Simón Bolívar en América del sur, los países de lo que se llamó la Gran Colombia (Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Bolivia). Córdova fue un militar colombiano, nacido en Antioquia (1799-1829). Sirvió en distintas tropas a cargo de Simón Bolívar, José Antonio Páez, Antonio José de Sucre, Enmanuel Serviez. Se le llamó ‘El héroe de Ayacucho’ por su desempeño en esa batalla decisiva.
Ambos conceptos son relevantes, devienen de lucha, sacrificio, y se erigen como valores en nuestra cultura. Igual que el billete, los conceptos tienen aquí dos faces o caras: un anverso y un reverso, un sentido material y otro espiritual, un sentido negativo y otro positivo. Veámoslos.
Sentido material y negativo. La independencia con relación a Dios, desligarse de Él, no es conveniente ni aconsejable. Cuando sucede, se pierden la luz y las dignidades que le otorga al ser humano por ser a imagen y semejanza del Creador. Y con esa independencia el ser humano asume su “libertad”, que en apariencia está en el orden del bien; en el fondo se desliza hacia actuaciones impropias que denigran la dignidad del hombre, son los actos de lo que llamamos libertinaje. El ser humano, el hombre y la mujer, promulgan: “soy libre para hacer lo que se me venga en ganas”. No son conscientes de que su libertad llega hasta donde empieza la del otro. Muchas veces, el hombre ejerce su libertad sin desestabilizar las normas del contrato social (muros de contención para la efectiva convivencia) que se plasma en ordenamiento jurídico, otras veces las conturba. Y cuando se pasan los límites racionales y razonables de la libertad, la institucionalidad penaliza ese tipo de actuaciones con cárcel, en los casos más graves.
Existe el libre albedrío, estado en el que el ser humano se permite ejercer su libertad. Dios le entregó esa condición connatural al hombre. Igualmente, estableció las leyes que penalizan o premian su conducta.
Sentido espiritual y positivo. Cuando el ser humano, la sociedad, logra esos estados se dignifica la persona. A razón de su edad y por condiciones psíquicas del joven que denota madurez y lo libera de la patria potestad que ejercen sus padres –rompen la dependencia que tenían de sus progenitores–, obtienen independencia. En ese rango etario la persona maneja criterios razonables, intelectivos, adecuados para ejercer sus derechos (inherentes en ellos) en la condición de hombres, consignados en las constituciones política de los distintos países, en la carta de los Derechos Humanos promulgados por las Naciones Unidas. Así el ser humano ejerce su libertad. Aunque también tiene deberes, no menos importantes, que son equilibrantes.
El estado de idealidad soñado por la sociedad inexorablemente se ve afectado por la condición imperfecta de las personas que no viven ni ejercitan el sagrado equilibrio, y por distintas razones transgreden el orden moral, ético y jurídico existentes, y, desde luego, los mandamientos y leyes de Dios. Lo que genera desórdenes en el ordenamiento social, y, por tanto, trae consecuencias también en la vida espiritual.
La razón, la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría y la filosofía cuando están presentes en la vida del ser humano lo humanizan, lo hacen grande y superior, lo vinculan a Dios y lo libera de esclavitudes de los egos, defectos y fuerzas instintivas que lo usurpan y lo poseen. Entonces, rompe vínculos malsanos, se independiza de ellos y se hace libre.
El billete de la revelación y otras ediciones
Existen varias ediciones de billetes de cinco pesos oro, empero el Padre Celestial tomó ese billete azul. Como nada sucede sin que Dios lo permita, ese billete fue elaborado y emitido para que obedeciera al propósito que vemos ahora en este artículo (su mensaje para la humanidad que me solicita publicar).
En 1960, se realizó una edición del billete de cinco pesos oro, en color verde. Aparece el General Córdova en el anverso, y la figura de una mujer sentada a su lado, y en el reverso está la imagen del edificio del Banco de la República de Bogotá.
Existe la edición del billete de cinco pesos oro con la imagen del General José María Córdova en el anverso y en el reverso la imagen del Castillo de San Felipe de Barajas, la fortificación que los españoles construyeron en Cartagena y que hoy hace parte de nuestro patrimonio arquitectónico militar. Es un billete de color verde (circuló entre 1961 y 1981), más común que el de la revelación, de color azul y otros elementos ya descritos.
Existen ediciones en años distintos de las décadas del 40, 50, 60, 70 y 80.
El billete como símbolo de riqueza y materialismo
No se puede desligar, el sentido de riqueza que poseen todos los billetes en cuanto cantidad acumulada. Otorgan poder adquisitivo y permiten bienestar y estabilidad, pero que cambia, por lo general, a las personas, las vuelve codiciosas, arrogantes, dominadoras, y activa ocios y vicios. Sumadas estas particularidades, el dinero permite agenciarse lujos, entre otros aspectos. Tener riqueza (millones y billones de pesos, dólares o euros u otras monedas, como los protagonistas de la lista Forbes) se convierte generalmente en una obscenidad. El cambio de personas humildes a magnate poderosos conduce a perder el alma. No se olvide nunca el pasaje bíblico: “Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”.
La humanidad, en el afán de riqueza, se ha materializado de manera insalvable y ha dejado de lado la espiritualidad y la relación con su Creador. Pronto publicaré un artículo sobre las implicaciones de poseer exorbitantes cantidades de dinero.
Para ilustrar más la significación de la revelación que nos ocupa veamos otras revelaciones que complementan ese sentido.
Otras revelaciones de autoridad y custodia
La espada flamígera de mi Padre está conmigo, la que me confiere autoridad. Hace algunos años, cuando meditaba vino a mí mi hermano Krisna y me entregó la clave para invocar a mi Padre, lo invoque y me convocó a su trono, y después de ver a los elementales del universo que se agitaban, sin dubitar le pedí que me entregara mi espada flamígera. Entonces me dijo: “Esta es mi espada, tu espada, la que pende sobre la humanidad”, y me la entregó. La espada es mi energía, mi voluntad. La restauración de mi estatus de hijo del Hombre, después de mi despertar.
En otra revelación me muestra que soy dueño de un condominio (parte de la Tierra, parte de humanidad), en el relato de la revelación, ya publicada, explico que aplica la parte por el todo, un tipo de metonimia, una sinécdoque –figura retórica–. Lo que es de mi Padre es mío, y velo por ello.
De igual modo, en una revelación aparece el demonio disputándome a la humanidad, y precisamente con esa espada que mi Padre me entregó lo desintegro.
Este es el vínculo del artículo donde se publicaron esas revelaciones y otras.
[https://blogs.eluniversal.com.co/parmenidea/la-alineacion-planetaria-avisa-un-final-de-era].
Para finalizar, afirmo. La autoridad que me confirió mi Padre la ejerzo sobre hombres y demonios. Soy testigo del apocalipsis, soy fiscal del Juicio Final, soy Noe, soy luz que guía, puente hacia la eternidad. A cumplir con todo eso me envió mi Padre.
Soy, asimismo, un río de información y un río de agua viva. Quien beba con fe de la información que disponga Dios para ilustrar sobre los planes del fin, se abrigue bajo sus alas y no viole sus mandatos podrá beber del agua viva.
Toda persona es libre de creer o no creer, mi Padre ya me ha reiterado en varias ocasiones que eso no importa, que cumpla con mi propósito. La información será aprovechada como tesoro por quienes realmente son destinatarios de ella. Eso tendrá su momento bajo el sol.
En días posteriores a la publicación online del Primer sello del apocalipsis, alguien me preguntó por el libro y le hablé sobre él, cuando empezó a cuestionarme le dije: “tú me has preguntado y por eso te hablo del tema”. Inmediatamente Dios me dijo, dile: “Dios me está diciendo que te diga que a Él no le importa si crees o no crees, pero tendrás que rendirle cuentas”.
En una revelación que aún no he publicado le expuse a mi Padre que dado a una circunstancia determinada la gente conjeturaría que era producto de una elaboración de la psique –argumentos típicos de los médicos en su consideración ‘científica’– cuando un paciente recupera su salud o expone su experiencia espiritual, y me dijo tajantemente que le tenía sin cuidado lo que pensara la gente, que no dejara de ilustrarlo tal como me lo presentó.
Y en efecto, los signos y los cambios en el mundo serán evidencias, y solo el tiempo juzgará con rigor, nadie en absoluto tiene esa autoridad moral, nadie, absolutamente nadie en este planeta ni en ningún otro, y si lo hace será él a quien se juzgue por su osadía.
Por eso Dios Todo Poderoso Creador del cielo y de la tierra, solicitó que siempre la nota de advertencia acompañe los artículos de misión.
Que la luz, el amor y la paz de Dios sea con todos ustedes. Maravilloso 2026.
Créditos de imágenes: Imágenes generadas por IA Meta. Imagen del billete Wikipedia.
Nota de advertencia
Todos los artículos en el que Dios Padre envíe mensajes a la humanidad a través de su ungido tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar puede ser muy alto:
Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira. Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de su ungido, uno de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos al ejercicio de la autoridad de Dios y de su plenipotenciario aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.