ALCALDES DEMOLEDORES DE FORTIFICACIONES DE CARTAGENA DE INDIAS II.
Historias secretas II.
1.Las fortificaciones: En el tiempo unas son de cal y otras de arena.
Luego del trazo de las defensas de Cartagena de Indias en 1595 por el ingeniero y arquitecto Bautista Antonelli en , una de las primeras fortalezas se construyó en 1614, dándose así un paso trascendental en la defensa de la plaza, por aquellos puntos que se consideraban más vulnerables.
Desde entonces, y durante casi 200 años (1614 baluarte de Santo Domingo-1798- construcción del almacén general de las Bóvedas) discontinuos se levantaron murallas, baluartes, fuertes, revellines, baterías y demás, que en unas ocasiones resistieron y en otras cayeron bajo las ofensivas de los bandidos del mar(piratas), corsarios y armadas navales de los adversarios del imperio español.
De extraordinaria utilidad político militar para los intereses de España, habitantes y visitantes de la urbe, las fortificaciones exigieron grandiosas inversiones que en reiteradas ocasiones la corona no podía sufragar a tiempo en la medida de las necesidades de la guerra permanente entre las potencias europeas, a lo cual se unió también las dificultades interpuestas por la burocracia estatal, los vendavales generados por los Alisios del noreste, y los conflictos entre gobernadores e ingenieros militares y entre estos mismos.
De gran utilidad fueron también las fortificaciones para el pueblo cartagenero, cuando gracias a la valentía de este y a los muros ahora heroicos en esa coyuntura, logró resistir la criminalidad del sitio de los chapetones durante 105 días entre agosto e inicios de diciembre de 1815.
Así la historia de la opresión del colonialismo continuó avante en nuestra tierra, hasta 1821, cuando las fuerzas combinadas de mar y tierra del ejército popular libertador logró derrotar de manera definitiva a los opresores peninsulares, venciendo la resistencia que se ofrecía desde murallas, baluartes y fuertes.
Pero en los años aciagos de la república, durante largos años del siglo XIX, las fortificaciones, al contrario de 1815, facilitaron las agresiones de las guerras civiles y de las potencias como Inglaterra, Francia e Italia, reclamando hipotéticos derechos de sus ciudadanos al Estado colombiano. , sitiando la ciudad y amenazando con bombardeos.
2. CUANDO LAS FORTIFICACIONES SON CONSIDERADAS INÚTILES.
Finalizadas las agresiones imperialistas y las guerras civiles, las fortificaciones perdieron su utilidad político militar y se inició dando como resultado uno de los factores causales de su demolición; también, las autoridades locales las condenaron a la ruina, esgrimiendo la falta de recursos para su mantenimiento, argumentando la premisa lógica utilitarista de :si no sirven para nada ¿para qué invertir en estas?
Por otra parte, los baluartes y murallas se convirtieron en un obstáculo para la movilidad de los ciudadanos, e incluso para los coches tirados por caballos y mucho más aún, cuando los automotores empezaron a rodar por las calles cartageneras; por ello, unas de las primeras demoliciones que se dieron fueron las del revellín de El Cabrero y el de la Media Luna.
Otro factor causal de las demoliciones está relacionado con la salubridad del centro histórico; autoridades y voces ciudadanas argumentaron que las murallas y baluartes se habían convertido en focos de contaminación extrema, al represar el agua de la lluvia, lo cual se convertía en un factor propicio para la reproducción de vectores : mosquitos propagadores de la malaria y el tifo, por una parte; por otra, las edificaciones se convirtieron en basureros y defecadero públicos, que afectaban la salud y la dignidad de las gentes.
Finalmente, la ideología de las clases dominantes de Cartagena, al igual que la de sus homólogos de Europa y algunas zonas de América Latina, consideró necesario derribar los muros que según estas impedían el progreso y negaban el paso a la modernidad del capitalismo industrial.
3.LAS FORTIFICACIONES VÍCTIMAS DE LAS DEMOLICIONES.
Entonces el movimiento de los demoledores se inició en Europa a mediados del siglo XIX: España, Francia e Inglaterra, entre otros, marcharon a la vanguardia. Veracruz en México, la Habana en Cuba y Lima en Perú siguieron el ejemplo.
Ante la intencionalidad manifiesta de los demoledores: las autoridades, la prensa e importantes sectores de la población civil, en Cartagena de Indias , el ambiente se tornó “caliente” ante el álgido tema.
Narcís Bassós escribe, al respecto, lo siguiente:
de hecho, entre las elites urbanas cartageneras …” existieron dos visiones completamente opuestas: la de aquellos que las creían un estorbo al progreso y la de las quienes las consideraban un patrimonio digno de ser conservado. Algunos autores ven en este último grupo a la élite más conservadora, descendiente directa de los españoles que deseaban mantener un fuerte vínculo visual de conexión con la antigua metrópoli. En cambio, el primer grupo estaría formado por la emergente burguesía criolla que deseaba una clara ruptura con España y presionó para que desaparecieran las murallas, en tanto símbolo claro de la época colonial”.
“La alternativa entre demolición o mantenimiento fue discutida ampliamente durante casi medio siglo en Cartagena con una apertura que empezó con una abertura en la plaza de la Aduana en 1880 y terminó en 1924 con la demolición completa de una cortina de muralla, incluyendo tres bastiones…
Las políticas públicas urbanas en este campo fueron extraordinariamente dispares y se contradijeron no pocas veces. Así, en 1911, mientras los militares estacionados en la ciudad derruyeron un segmento de muralla, el entonces presidente Carlos E. Restrepo envió un telegrama que ordenaba detener ese derribo.” (Narcís, Bassós y otro. (2020). ¿Mantener las murallas o demolerlas? Scielo).
No obstante el mandato las observaciones del presidente, la polémica continuó, al igual que las demoliciones hasta el año 1924.Adolfo Meisel, citando a Donaldo Bossa y a Eduardo Lemaitre realiza un listado completo de las demoliciones necesarias y de los errores históricos cometidos; a este listado lo denomina:
CRONOLOGIA DEL MURALLICIDIO
1880 Apertura de la segunda puerta en la muralla de la plaza
de la Aduana.
1884 Demolición del Revellín del puente de la Media Luna.
1887 Demolición del Revellín de El Cabrero o San Lucas
1893 Derribo de los baluartes de Santa Teresa y Santa
Barbara (Puerta de la Media Luna).
1903 Demolición de los baluartes de Barahona y Santa Isabel
(Getsemaní), junto con la muralla que unía a estos dos
baluartes, para construir en ese sector el mercado
público.
1905 Apertura de un boquete en la muralla de Getsemaní para
dar paso al puente Román.
1905 Se abrió la tercera Boca del Puente.
1905 Se abrió la tercera puerta de la Paz y Concordia.
1905 Se abrió la Puerta del Reducto.
1918-1921 Se demolió la segunda cortina de la muralla entre los
baluartes de San Ignacio de Loyola y San Francisco
Javier.
1918-1921 Se abrió la puerta de la Calle de Baloco.
1918-1921 Se abrió la puerta de San Francisco Javier.
1916-1924 Se demolió el sector de la muralla entre la Boca del
Puente y la India Catalina y los baluartes que había en
ese trayecto: San Pedro, San Andrés, San Pablo.
Fuente: Eduardo Lemaitre, Historia general de Cartagena , Tomo IV, Banco de la
República, Bogotá, 1983; Donaldo Bossa Herazo, Construcciones, demoliciones,
restauraciones y remodelaciones en Cartagena de Indias , Gráficas El Faro,
Cartagena.Meisel(1999). Cartagena 1900-1950…).
En nuestros días de inicios de enero del 2022, 142 años después, las reflexiones y debates continúan en torno al derribo de las fortificaciones de la ciudad definiendo su conveniencia o no!
Así, en este marco es preciso afirmar que la apertura de las actuales puertas del centro histórico, y de otros espacios para el desplazamiento colectivo, representó una necesidad para facilitar la movilidad de los ciudadanos, de manera especial cuando los automotores comenzaron a reemplazar a los coches tirados por caballos.
Sin embargo, a mi modo de analizar la situación, la destrucción de los bastiones (baluartes) obedeció a dos factores esenciales:
- La compatibilidad de criterios de las clases dominantes-gobernantes cartageneras de la época con la de los gobernantes de algunos países europeos, empeñados en hacer desaparecer el pasado medieval.
- Los intereses económicos de esos mismos sectores sociales, los cuales visionaban un futuro mejor para sus negocios, al incorporar a Cartagena, en su calidad de puerto del Caribe al comercio mundial, con la apertura del canal de Panamá, para lo cual el grupo proclive argumentó rescatar la salubridad de la ciudad, factor que según ellos, negaban las fortificaciones.
En realidad, Cartagena de Indias durante gran parte del tiempo colonial fue una urbe insalubre y no precisamente por causa de las fortificaciones ;la presencia del matadero, en lo que hoy es el parque del Centenario de la independencia, el botadero de basuras, a la altura del actual convento de Santo Domingo, la deforestación del actual centro histórico y el lastre que arrojaban las embarcaciones en la bahía de Las Ánimas, hacían de la ciudad un sitio insalubre, a lo cual se suma la elevada temperatura reinante desde entonces y muchos años antes, y las pestes y epidemias que azotaban a la ciudad de manera periódica, tales como el paludismo, la disentería , el cólera, la tisis, la lepra y otras que narran Jorge y Antonio Ulloa, en sus memorias de viajes a la ciudad en 1735.
4.LO ABSURDO DE LAS INNECESARIAS DEMOLICIONES.
En síntesis, derribar las fortificaciones en las dimensiones que se hizo, no tiene justificación histórica diferente a los argumentos precedentes: ideología de clase social e intereses económicos, disfrazados de modernidad y aparente ambientalismo.
A mi parecer, ratificando lo innecesario que era derribar las fortificaciones afirmo:
Partiendo de la Boca del Puente de San Francisco (Hoy torre del reloj), derribar (1916-1924) las cortinas de murallas y los baluartes de San Pedro, San Andrés y San Pablo fue un hecho desquiciado; su permanencia no impedía la expansión de la ciudad hacia las afueras, tal como lo demostró el nacimiento posterior de barrios como El Cabrero, y el Pie de La Popa, entre otros.
Igual calificativo de inútil y estúpido merece la destrucción parcial del baluarte San Pedro Mártir, y la demolición de los baluartes Santa Bárbara y Santa Teresa en Getsemaní (1893); ampliar la puerta de la Media Luna era suficiente.
De igual manera, fue innecesario derribar las cortinas de murallas y los baluartes Santa Isabel y Barahona (1903) en Getsemaní , para dar paso a las embarcaciones que llegaban a las playas del Arsenal y construir el mercado público; una adecuación arquitectónica y la construcción de muelles era suficiente para este primer propósito; la construcción del mercado público terminó, con el paso de los años, convirtiéndose en el mayor foco de contaminación de la ciudad hasta cuando fue trasladado al actual sitio de Bazurto.
Más absurda fue la destrucción de la cortina de muralla comprendida entre los baluartes San Ignacio (ocupado hoy por la alcaldía mayor de Cartagena) y San Francisco Javier con el pretexto de ampliar el espacio de entrenamiento de los patios del cuartel militar en que estaba convertido el actual convento de San Pedro Claver.
De manera afortunada para el actual patrimonio cultural monumental mundial, la destrucción de las fortificaciones fue sólo parcial, aunque muy importante; las autoridades locales no contaron con los recursos suficientes para concluir su absurda empresa demoledora.
Contentos y orgullosos quedaron los pocos ciudadanos opositores al derrumbe; no en vano, como escribe Marco Dorta las fortificaciones de Cartagena representan la mayor y mejor obra de ingeniería de España en la América colonial.
5.ALCALDES Y GOBERNADORES QUE DEMOLIERON LAS FORTIFICACIONES.
La versión de Eduardo Lemaitre en su Historia general de Cartagena (1983) Tomo IV. Páginas 526 A 536), es la más amplia que conozco sobre este insólito proceso.
El historiador, sin ambages escribe:
…una vez practicada la incisión inicial (puerta García de Toledo) donde termina la calle del Tablón…el resto era relativamente fácil y esto fue lo que el año siguiente (1916) comenzó a prospectar el alcalde de la ciudad D. Enrique Grau Vélez, de acuerdo con el gobernador de Bolívar, el Dr. Ramón Rodríguez Diago, el cual se encargó de conseguir del Ministerio de Obras Públicas (a cargo entonces del señor Tomás Suri Salcedo) la autorización necesaria para proseguir con las demoliciones. Y la muralla fue tumbada.
Pero esta labor no fue de un año, ni de dos, sino que se prolongó desde 1916, cuando se abrió la puerta García de Toledo hasta 1924 bajo las administraciones departamentales de los gobernadores Gerónimo Martínez Aycardi, H.L Román y Vicente Martínez Recuero; y siendo alcaldes de la ciudad los señores Enrique Grau Vélez, Alejandro Amador y Cortés, Rafael Calvo Pardo, Pablo M. Ramos, Manuel Padrón y Rodrigo Sánchez.
Con los afectos de siempre, reforzados este 2022.
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.